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    ¿Para qué sirven los valores corporativos?

    N° 1851 - 21 al 27 de Enero de 2016

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    “Han abusado tanto de las cosas buenas, que las han convertido en malas”. Y esto es lo que ha sucedido con las declaraciones de “misión, visión y valores” que las empresas y sus consultores redactan con hermosa caligrafía, pero pocos graban en sus mentes y menos en sus corazones.

    Pero no parece ser así en la empresa de telefonía TIGO, que opera en varios países de América y África, aunque no en Uruguay. Conozco a varios gerentes que trabajan en TIGO Paraguay, quienes me comentan cómo aplican sus “Reglas de Oro”, un compendio de doce principios o valores corporativos que aquí comento para ustedes.

    1. Vea a sus clientes. Parece obvio; pero no lo es para muchos ejecutivos que salen poco de sus oficinas y no visitan a sus clientes, ni siquiera a los más importantes. Visitar al cliente no es solo una medida de cortesía, sino que viendo sus instalaciones, la forma de atender al público y la cara de sus empleados, uno ya puede llevarse un buen diagnóstico de la salud organizacional de esa empresa.

    2. Tratamos a los demás como nos gustaría ser tratados. Otra obviedad que generalmente queda olvidada, tanto puertas afuera como puertas adentro. Los sindicalistas deberían grabársela a fuego cuando dicen defender los derechos de los trabajadores, atentando contra los derechos de los clientes o de los ciudadanos, que son quienes les dan de comer.

    3. Sea exigente y positivo. En Uruguay nos vendría muy bien aplicar esta regla de oro, pero aquí en vez de regla de oro aplicamos la regla de plomo: aceptamos la mediocridad y somos bastante negativos. Como consumidores, exigimos poco. Como empleados, damos poco. Como empresarios, seguimos la corriente. ¿Para qué exigirnos si no nos exigen?

    4. Proteja su independencia y viva bajo el principio del abuelo, que dice: “Ante temas importantes consultamos a nuestros superiores”. Es decir, trabajo con independencia dentro de mi área de control y facultamiento, pero si tengo que hacer algo que me excede, consulto. ¡Qué bien hubiera venido este sencillo principio si lo hubieran aplicado en Ancap!

    5. Seguimos el principio de los cuatro ojos. Que obviamente ven más que dos. En todos los asuntos corporativos participan dos personas, de tal manera de fomentar la transparencia y efectividad de cualquier proceso.

    6. Tomamos decisiones basados en hechos y datos. Y una vez que se tomó tal decisión, van a la ejecución, sin perder tiempo en reflexiones inútiles. En Uruguay es al revés: perdemos tiempo en reflexiones inútiles y ejecutamos poco.

    7. Tratamos a la empresa como propia. Todos la cuidan hasta en los mínimos detalles: apagar la luz cuando se van, identificar problemas, buscar soluciones y, si no las encuentran, recurrir a los más experientes. En Uruguay también tratan a la empresa como propia: se la quieren llevar para su casa.

    8. Copiamos con orgullo y precisión. No reinventan la rueda. Y lo dicen con claridad. Nada de benchmarking o best practices. A copiar se ha dicho. Al pan, pan y al vino, vino.

    9. Solo los paranoicos sobreviven. No se creen todo lo que les dicen. Buscan entender las causas y los supuestos de las afirmaciones. Si TIGO perdiera 900 millones de dólares y piden esa plata a los accionistas, no creo que nadie se crea el argumento de que no es una capitalización sino “un asiento contable”, una “corrección” o una “compensación” donde “no hay que poner ni un peso”. En Ancap se lo creen.

    10. El tiempo es dinero. No requiere demasiados comentarios. Salvo recordar los meses, años o décadas durante los cuales hay temas que seguimos teniendo arriba de la mesa sin resolverse: educación, Mercosur, TLC, energía nuclear, reforma del Estado, empresas públicas, etc.

    11. Contratamos, retenemos y promovemos basados en la actitud por encima de todo. Es que la actitud es más importante que la aptitud. Las aptitudes se pueden aprender y cada vez más rápido; en cambio, con las actitudes no es tan fácil. Quien las tiene, las conserva. Quien no las tiene, difícil que las incorpore.

    12. Sea siempre concluyente. Cierre negocios. Cierre temas. Cierre asuntos abiertos. Las cosas son o no son, se hacen o no se hacen. A los latinos nos cuesta mucho tomar decisiones o decir simplemente que no y tenemos a proveedores, socios, clientes o vecinos atados a una noria donde nunca terminamos de decidir nada.

    Ahora piense en su empresa y en la utilidad que puede tener para el día a día el contar con un set de principios, valores o “reglas de oro” para guiar la propia conducta y la de todos los colaboradores.