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    ¿Tercera contraola? La democracia y sus problemas

    Columnista de Búsqueda

    Nº 2242 - 14 al 20 de Setiembre de 2023

    El 8 de noviembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió que cada 15 de setiembre se celebre el Día Internacional de la Democracia. El objetivo de la resolución es sencillo, muy relevante y absolutamente compartible: ofrecer una oportunidad para revisar el estado de la democracia en el mundo. Todos los informes globales disponibles llegan a la misma conclusión: desde hace algo más de una década, en vez de avanzar, la democracia retrocede. Veamos algunos datos y repasemos posibles explicaciones.

    Hace más de treinta años, en su libro The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth Century (1991), Samuel Huntington ofreció un panorama provocativo de la democratización. Argumentó que, desde 1826 en adelante, se verificaron tres olas de avance democrático, agregando que las dos primeras fueron seguidas de contraolas autoritarias. Dedicó especial atención a sostener que, con la llamada Revolución de los Claveles que puso fin a la dictadura de Salazar en Portugal (1974), el mundo había ingresado en la “tercera ola” de expansión democrática. Y se preguntó si había o no razones para esperar una “tercera contraola”. Concluyó, prudentemente, que esto no era altamente probable pero sí posible. Huntington murió en 2008. No pudo ver que, tal como temía y, en el fondo, sospechaba, la democracia ha vuelto a retroceder.

    Desde que, en 1941, Freedom House comenzó a elaborar indicadores de libertad política, se han multiplicado los esfuerzos por medir con la mayor precisión posible la evolución de la democracia en el mundo. En este momento, los tres reportes globales más conocidos y utilizados son los elaborados por IDEA, Economist Intelligence Unit (EIU) y por Varieties of Democracies (V-Dem) (1). Los últimos informes elaborados por estos proyectos coinciden en el diagnóstico.

    El último reporte de IDEA empieza diciendo: “La cuarta edición del informe El estado de la democracia en el mundo del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) llega en un momento en que la democracia se encuentra amenazada —tanto en sentido literal como figurado— en todo el mundo”. Según el Democracy Index (EIU) 2022, el puntaje promedio del mundo subió levemente en 2022 (5,29) respecto a 2021 (5,28), pero es inferior al del primer año de la medición (5,52). El último informe de V-Dem es mucho más categórico: “Los avances en los niveles globales de democracia logrados en los últimos 35 años se han esfumado. El 72% de la población mundial –5,7 billones de personas– vive en autocracias durante el 2022. (…) Por primera vez en más de dos décadas, el mundo tiene más autocracias cerradas que democracias liberales”.

    La democracia avanzó de modo sensible entre mediados de la década del setenta del siglo pasado y comienzos del siglo XXI. Pero, durante la última década y media, muestra señales muy preocupantes de fatiga y retroceso. De todos modos, es más sencillo determinar la tendencia que explicarla. Hace más de una década, Adam Pzreworski ofreció algunas razones teóricas. En Qué esperar de la democracia, escribió: “La democracia, con todos sus cambiantes significados, ha enfrentado repetidamente cuatro desafíos que en la actualidad continúan provocando una insatisfacción intensa y muy extendida. Estos desafíos son: 1) la incapacidad de generar igualdad en el terreno socioeconómico, 2) de hacer sentir a la gente que su participación política es efectiva, 3) de asegurar que los gobiernos hagan lo que se supone que deben hacer y que no hagan lo que no se les ha mandado hacer, 4) de equilibrar orden con no interferencia”. La ciudadanía espera más: más igualdad, más participación, más (y mejor) representación, y una buena combinación de orden con libertad. Esto, todo esto, es mucho más de lo que nuestras democracias representativas contemporáneas pueden dar. En otras palabras, la ciudadanía se frustra porque la realidad política está muy por debajo de las expectativas.

    En nuestra región, después de tres décadas de expansión, la democracia ha vuelto a mostrar su fragilidad. Según el informe de IDEA, el “pico democrático” se alcanzó en 2007. Luego, vino el declive: “Haití, Nicaragua y Venezuela se han unido a Cuba como autocracias en la región”. El Salvador, según IDEA, va camino a convertirse en un régimen híbrido (el punto medio entre democracia y autocracia). El caso de Bukele ayuda a ilustrar una tendencia persistente. Demasiados gobernantes en la región siguen creyendo erróneamente, con Simón Bolívar, que “lo que precisa nuestra América son reyes con el nombre de presidentes”. La endémica inestabilidad política de la región ha vuelto a manifestarse en numerosas interrupciones de mandatos presidenciales (a veces dentro de las normas, otras veces fuera de ellas). De todos modos, está claro que la democracia no retrocede en todos lados. Uruguay, por ejemplo, ha logrado eludir la tendencia recesiva. No es que falten problemas o no tengamos instituciones y prácticas para mejorar. Pero el caso uruguayo demuestra que el destino de la democracia no depende, en esencia, ni de factores geopolíticos (la región no ayuda) ni de la evolución de la economía (tuvimos una crisis tremenda veinte años atrás). La democracia es una construcción política que requiere un esfuerzo reflexivo permanente.

    Por último, y no por eso menos importante. Hablamos una y otra vez de democracia. Pero Robert Dahl, hace medio siglo, nos explicó que hay una distancia importante entre las poliarquías (las democracias existentes, que aseguran libertad para participar y para oponerse al gobierno) y la democracia en el sentido estricto. La democracia, en el sentido más exigente y noble, sigue brillando por su ausencia. No hay ningún objetivo más importante que seguir intentando recorrer la escalera de la utopía democrática, aunque no sepamos a ciencia cierta si es o no, como la de Penrose, apenas una ilusión óptica (2).

    (1) IDEA; Varieties of Democracies; Economist Intelligence Unit.

    (2) Desarrollé este argumento en “Construir la utopía democrática”, DP / Enfoque N°11, KAS, Montevideo, 2022.