Nº 2145 - 21 al 27 de Octubre de 2021
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEse personaje único e irrepetible que fue el contador José Pedro Damiani, aparte de ser —entre otras muchas actividades— un excepcional dirigente deportivo, tenía una cualidad que lo distinguía plenamente: la gracia u ocurrencia de algunas de sus frases o definiciones referidas a personas o situaciones de la vida común (las que afortunadamente han sido recopiladas en un reciente libro). Entre ellas la del título, con la que aludía a algún acontecimiento que prometía tener una singular repercusión y que posteriormente —por diferentes razones— no llegaba a concretarse o no colmaba las expectativas que había generado.
Esto fue lo que sucedió este último fin de semana con la continuidad o no del Maestro Tabárez como técnico de la selección nacional; cargo que ha venido desempeñando desde hace 15 años. El descontento, casi generalizado, con la actuación del equipo que dirige en estas eliminatorias para el Mundial de Qatar (podemos incluir también a la reciente Copa América en Brasil), hizo que —contrariamente a lo que acontecía de mucho tiempo a esta parte— las máximas autoridades de la AUF se decidieran (o animaran) a pedirle personalmente las explicaciones del caso, a quien no deja de ser un alto y muy bien remunerado empleado del organismo que ellos comandan. Claro que, tras ese desusado anuncio, fueron sumándose ciertos rumores de que de lo que pudiera surgir de esa conversación dependería la continuidad o no del actual cuerpo técnico. Y hasta sonó fuerte el nombre de Diego Aguirre como un eventual sustituto del Maestro. Sin embargo, el final que se presagiaba (y que muchos quizás hasta aguardaban) no se verificó; y al menos por un trecho más, este seguirá rigiendo el comprometido destino de nuestra selección.
Nuestros lectores ya conocen qué opinamos de Tabárez y del resultado de su insuperado tiempo de trabajo al frente de todas nuestras selecciones, aunque lo que hoy importa y preocupa tiene que ver solo con la mayor. A este respecto, allá por el mes de junio, tras sendos decepcionantes empates (ante Paraguay de local y Venezuela de visitante), en una columna titulada Ni tan calvo ni con dos pelucas, repasamos, con la mayor objetividad, los resultados obtenidos en su inusual y extensísimo ciclo. Y así llegamos a la inapelable conclusión de que, en rigor, había logrado un solo título (el de la Copa América del 2011), a lo que puede sumarse el muy meritorio 4º puesto en el Mundial de Sudáfrica 2010. Saldo muy exiguo, comparado con lo que, en lapsos significantemente más breves, habían obtenido algunos de los técnicos que le habían precedido. Con cierta generosidad hasta podría sumarse a su escueto palmarés el hecho de que, en un buen tramo de su extensísimo ciclo, logró que nuestra selección figurara entre los 10 mejores equipos del mundo, según el ranking de la FIFA.
Dijimos entonces —y lo reiteramos ahora— que no compartíamos el tipo de juego habitualmente desplegado por las diferentes formaciones que dirigiera en tanto tiempo, afiliado más a un fútbol de respuesta que de propuesta, sin aprovechar debidamente las cualidades de sus dirigidos. Y más aún —como ha venido ocurriendo en tiempos más recientes— el no haber sabido explotar al máximo a una generación de futbolistas de enorme valía, en especial en ofensiva, que estaban brillando en los mejores equipos del mundo.
Nada deberíamos agregar ahora, a la luz de lo ocurrido desde entonces. Solo reconocer que, últimamente, le ha dado oportunidades a esta nueva camada de futbolistas que ya brillan en el fútbol europeo (e incluso —algo impensado tiempo atrás— a quienes vienen surgiendo en el medio local) sin que la ansiada mejoría de nuestra selección se haya visto concretada. Y claro que estas dos recientes goleadas ante nuestros dos poderosos vecinos duelen muchísimo; en especial porque el equipo no mostró siquiera la clásica y tradicional rebeldía ante la adversidad, que era un sello identificatorio de todas las formaciones celestes. Aspecto este que, según parece, resultó preponderante para que los actuales directivos de la AUF se animaran, por fin, a pedirle las explicaciones del caso al principal responsable de ello.
Cabe sí reconocer el actual prolijo proceso de selecciones, ideado y conducido con mano firme por el Maestro, con el respaldo de un muy valioso grupo de colaboradores, que casi no ha variado en tantos años. Tuvo también la virtud de crear una infraestructura edilicia adecuada (el Complejo Celeste) a tono con la que disfrutan a diario los futbolistas que juegan en el exterior y logrando así que estos acudieran siempre con la mejor disposición cada vez que eran convocados (lo que en otras épocas no siempre ocurría). Impuso además (con la impronta de su paralela condición de maestro) una relación de respeto mutuo entre jugadores y funcionarios, que alcanzaba también a quienes convivían con ellos. Aunque, paralelamente, se fue construyendo un muro impenetrable para los que no eran parte de ese círculo áulico, que alcanzaba a los periodistas y a los propios directivos de la AUF que le pagaban puntualmente sus suculentos haberes (incluso en los largos períodos en que no había actividad oficial). De allí, la sorpresa de que, finalmente, el pasado fin de semana estos decidieran hablar personalmente con Tabárez para preguntarle (con el esfínter abierto) por qué pudo ganarse solo un punto de los últimos nueve que se disputaron.
Cabe suponer que las explicaciones recibidas fueron suficientes, aunque los detalles no trascendieron demasiado. Si algunos de los concurrentes tenían, como llegó a decirse, la idea o la intención de pedirle la renuncia (algo que probablemente hubiera tenido un alto respaldo en la gente), no se sabe si ella llegó a ponerse sobre la mesa. En nuestra opinión, y reiterando que no nos gusta cómo Tabárez hace jugar a nuestra selección (y no solo en estas últimas presentaciones), no parecía ser este el momento más oportuno para disponer su cese. No por creer que sea el más indicado para seguir en esa función (los resultados así lo indican), sino porque ante la inminencia de la próxima y decisiva fecha de noviembre (en la que primero recibiremos a la envalentonada Argentina para enfrentar luego a Bolivia, en la siempre temida altura de La Paz) el eventual sustituto no habría tenido tiempo para plasmar siquiera una línea de fútbol de su paladar, con futbolistas que estarán llegando pocas horas antes a nuestro país. Así que, finalmente, ¡todo sigue igual!
Entendemos de todas formas que, tarde o temprano, el cambio de técnico deberá hacerse; hasta por los serios inconvenientes físicos que lamentablemente afligen al Maestro y que cada vez más le impiden cumplir con las naturales exigencias del cargo, especialmente durante el desarrollo de los partidos. ¡Pero no ahora! Porque si el barco finalmente se hunde (algo que no pensamos ni deseamos) quisiéramos que él estuviera a bordo en el momento del naufragio.