Nº 2083 - 6 al 12 de Agosto de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDice la letra de una muy conocida canción del cantautor argentino Alejandro Lerner: Se fueron los aplausos y algunos recuerdos. / Y el eco de la gloria duerme en un placard. / Yo seguiré adelante atravesando miedos. / Sabe Dios que nunca es tarde / para volver a empezar.
Todos pensamos, allá por comienzos del mes de abril, que la impuesta pausa en la actividad futbolística —y de tantas otras cosas que hacían a nuestro cotidiano discurrir por la vida— iba a resultar algo pasajero. Sin embargo, el tiempo fue pasando y las promesas de que en cualquier momento la impuesta cuarentena podría levantarse, habida cuenta de lo que iba paulatinamente aconteciendo en otras partes del mundo, fueron desvaneciéndose una tras otra. Así, hasta que un buen día, cuando apenas despuntaba el mes de junio, llegó la necesaria autorización para que, respetando un preciso cronograma de preceptivo cumplimiento, pudiera empezarse a recorrer el proceso de gradual reanudación de las actividades. Aun cuando no estuviera definido en qué momento podría reiniciarse el interrumpido Campeonato Apertura.
Pero, como todo llega en esta vida, ya el fin de semana venidero tendremos por fin fútbol, y nada menos que con un partido clásico que, más allá del resultado, habrá de quedar en la historia por varias razones, pero especialmente porque por primera vez en su ya centenaria historia habrá de jugarse sin la presencia de público en las tribunas. Sin perjuicio de que, a la habitual incertidumbre de cuál puede ser el resultado, se suma esta vez una especialísima circunstancia: resulta virtualmente imposible arriesgar un pronóstico a ese respecto que tenga como base lo que venía siendo el rendimiento de ambos rivales al momento de la súbita suspensión del torneo (el cual, por cierto, venía siendo insatisfactorio).
Igual pueden hacerse algunas conjeturas. Así, parece improbable que los dos clásicos contendores estén en condiciones de poder exhibir su mejor nivel. Pues la preparación tuvo que ir adaptándose a las limitadas aunque progresivas pautas que se fijaron para su reanudación, por lo que es casi un hecho la repetición en nuestro país de lo que se ha venido viendo en aquellos que arrancaron antes, o sea una llamativa descoordinación de los futbolistas, haciendo que el fútbol desplegado fuera muy impreciso y poco lucido comparado con el de antes de la pandemia. Y, de algún modo, es precisamente eso lo que parece haber ocurrido en los partidos de preparación disputados por los clásicos rivales, al punto de que sus respectivos técnicos han tenido serios problemas para delinear una formación titular. Sin que nadie pueda asegurar que exista alguna conexión entre esta problemática realidad y aquella existente al momento de suspenderse el Apertura.
Aún con esas prevenciones estos pocos partidos amistosos han dejado ciertas conclusiones. A grandes trazos puede señalarse que, si bien Nacional ha mostrado un adecuado nivel en ofensiva, centrado más que nada en el olfato y la capacidad goleadora del argentino Bergessio, no ha conformado en cambio en su sector defensivo, a tal punto que le han convertido muchos goles —aspecto, cabe reconocer, no muy diferente al que mostraba antes de la suspensión del certamen—. Contrariamente, este apronte de Peñarol ha mostrado un rendimiento aceptable en el plano defensivo, aun con la ausencia de uno de sus máximos puntales que es Formiliano, aunque los problemas comienzan en una media cancha que no logra tener una fórmula estable y una ofensiva en la que la sucesión de pruebas con distintos futbolistas no ha podido disimular una preocupante falta de gol (apenas tres en cinco partidos). O sea, que un equipo anda bien de la mitad de la cancha hacia atrás, aunque aparece flojo en ofensiva (el aurinegro) y, a la inversa, el tricolor revela un apreciable potencial atacante, pero una preocupante flojedad en su retaguardia.
Claro que existen otros factores a tener en cuenta; entre ellos, uno de índole reglamentario, que es consecuencia de la ya comprobada merma en la condición física de la mayoría de los futbolistas por la falta de una preparación adecuada durante la cuarentena. Con carácter general para todos sus afiliados la FIFA aumentó de tres a cinco el número de cambios que pueden hacerse en el partido, bien que solamente en tres oportunidades durante su desarrollo, sin perjuicio de los que pudieren efectuarse en el entretiempo. ¿Qué se pretende con ello? Pues estirar el número de futbolistas a la orden, de modo de conjugar de mejor manera el desgaste físico de aquellos que ingresando como titulares no estén en condiciones de soportar el tiempo total del partido. Y por lo que ya se ha visto en varios cotejos del viejo continente, los técnicos suelen aprovechar al máximo esa posibilidad, de modo tal que es factible que ello también vaya a ocurrir en nuestro medio. ¿A quién puede beneficiar esta modificación reglamentaria? No es seguro, pero mayormente a aquellos equipos que puedan tener un banco de suplentes más amplio y equilibrado, lo cual obviamente apunta a los dos equipos grandes.
Viendo todo lo acontecido en estos tiempos del coronavirus, parece muy probable que el lector no demasiado informado no recuerde en detalle lo que había acontecido en este mismo torneo Apertura, antes de su suspensión. Y, con la tabla a la vista, le sorprenda que, cumplidas las tres primeras fechas, el único líder y en calidad de invicto sea el modesto Rentistas; que la distancia que lo separa de los cinco equipos que lo escoltan —todos ellos de los llamados chicos— sea de tres puntos; que Peñarol ocupe el noveno lugar a cinco del líder, y que Nacional esté casi en la cola de la tabla, con solo dos puntos en su haber y a siete del solitario puntero.
Pensamos que, en rigor, tras esta larga y sufrida suspensión, es muy probable que vayamos a estar en presencia de un nuevo torneo, el cual no necesariamente habrá de tener las mismas características que aquel que se viera abruptamente interrumpido. ¿Podrá Rentistas mantener el liderato? ¿Alguno de sus escoltas podrá arrebatarle la punta del torneo? ¿Veremos una mejor versión de los dos equipos grandes que les permita terciar en la definición del certamen? Son pues muchas las interrogantes y poca la certeza de sus respuestas. Y, al menos en este último punto, ese impensado clásico con el Centenario vacío del domingo venidero quizás empiece a develar alguna de tantas incógnitas.
Bien dice esa hermosa canción de Lerner: Volver a empezar. / Que aún no termina el juego. / Volver a empezar. / Que no? se apague el fuego. / Queda mucho por andar. / Y que mañana será un día nuevo… bajo el sol, / para volver a empezar”.