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    A fuerza de mensajes, seguidores y polémicas, Twitter se afianza como una herramienta importante para líderes en América Latina

    Rio de Janeiro. (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). A los 65 años, Dilma Rousseff tiene un lugar seguro entre los líderes latinoamericanos más poderosos… y con más seguidores en Twitter: casi dos millones. La presidenta brasileña utilizó activamente la red social en la campaña electoral de 2010, pero después de su triunfo la abandonó de golpe. “Vamos a conversar más en 2011”, había escrito en su último tuit antes de un prolongado silencio virtual de casi dos años, que interrumpió sorpresivamente el viernes 27 con una andanada de mensajes. “Volví, volví para quedarme. Porque aquí, aquí es mi lugar”, afirmó en uno de esos recados de 140 caracteres o menos. 

    Rousseff optó por el humor para su reaparición en el universo del microblogging. Lo hizo con un diálogo divertido con Jéferson Monteiro, un humorista carioca que encarna en Twitter el personaje “Dilma Bolada” (Dilma Irritada), álter ego de la presidenta. “Buenos días, linda maravillosa, siempre te seguí. Pero no me des los buenos días, dame buenos resultados”, le escribió la verdadera jefa de Estado a su interlocutor, parafraseando su personaje. Claro que también aprovechó la ocasión para aludir allí a temas serios como las denuncias de espionaje de Estados Unidos o las dudas de la revista británica “The Economist” sobre el futuro de la economía brasileña: “Están desinformados”, aseguró. “Quien apuesta contra Brasil, siempre pierde”. 

    Desde entonces, Rousseff no ha parado de tuitear día tras día y de sumar a su cuenta @dilmabr miles de seguidores nuevos. “Este será un espacio para contacto + directo”, prometió. 

    Los especialistas coinciden en que el cambio repentino de la presidenta brasileña respecto a Twitter y a otras redes sociales (ese mismo viernes anunció cuentas nuevas en Instagram y Facebook) responde directamente a su voluntad aún no declarada de buscar la reelección el año que viene y al reto que le marcaron las protestas callejeras masivas de junio, organizadas por jóvenes de clase media irritados con los servicios públicos, gobernantes y políticos. Las manifestaciones se organizaron a través de esos y otros foros en Internet, y el gobierno brasileño descubrió que estaba cediendo terreno allí por la pasividad de sus jerarquías, comenzando por la más alta. 

    Lejos de ser un caso aislado, Rousseff se ha integrado así activamente a una corriente cada vez mayor de gobernantes latinoamericanos que emplean la empresa del pájaro azul como una herramienta importante de comunicación institucional, diplomática, política y hasta electoral, seguidos por cientos de miles de ciudadanos a cada minuto, cada tuit. “Están realmente percibiendo la importancia del uso de Twitter”, dijo Paula Bakaj, consultora en Brasil de la agencia Burson-Marsteller, que realizó un estudio reciente sobre el tema a escala global, en diálogo con Búsqueda

    “Hablar al cuete”

    El informe “Twiplomacy 2013” reveló a fines de julio que el aumento del uso de Twitter por parte de gobernantes es un fenómeno mundial: en 2012 eran 66% del total y este año pasaron a 77,7%. En América Latina prácticamente todos los países (menos Nicaragua y Surinam) tienen cuentas oficiales abiertas en los últimos tiempos. Y los jefes de Estado como José Mujica, sin una cuenta personal activa en la red, son cada vez más excepcionales.

    La lista de presidentes latinoamericanos con más seguidores en Twitter la encabeza la argentina Cristina Fernández de Kirchner, con 2,3 millones. Su cuenta @CFKArgentina la ha usado para atacar a la prensa de su país, defender decisiones polémicas de su gobierno como un reciente acuerdo con Irán, responder críticas como las que recibió hace unos días por vestir calzas en un acto oficial (“¿Tanto lío por unas calzas?”, escribió, “Vade retro estupidez”) o lanzar frases de boliche (“Tendríamos que cobrar algún impuesto por hablar al cuete”, tecleó en julio). 

    La siguen los presidentes de México, Enrique Peña Nieto (@EPN), y Colombia, Juan Manuel Santos (@JuanManSantos), con poco más de 2,2 millones de seguidores cada uno. Los mandatarios de Venezuela, Ecuador y Chile suman más de un millón en sus respectivas cuentas. “Tenemos un número de seguidores grandes para países de América Latina. Ahora claro, si comparamos con (el presidente estadounidense) Barack Obama que tiene 37 millones de seguidores, tenemos un buen trabajo para hacer”, indicó Bakaj. 

    A su juicio, los países de la región también precisan mejorar el aprovechamiento de Twitter, por ejemplo para establecer conexiones mutuas con otras naciones que les permitan abrir nuevos canales de interacción o seguir políticas públicas de interés. En ese sentido, la Cancillería brasileña (@MREBrasil) apareció como la institución de la región con más conexiones mutuas con líderes u órganos globales, pero bastante por debajo del nivel logrado por el ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt (@CarlBildt), destacado en el estudio como el mejor conectado entre los 505 perfiles estudiados en todo el mundo.

    En cambio, la presidencia de Venezuela (@PresidencialVen) figuró como la cuenta de gobierno que más mensajes produce: un promedio de casi 42 tuits diarios. Y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa (@MashiRafael), es el gobernante de la región que responde mayor proporción de mensajes que lo mencionan: 83%. Le sigue bastante lejos su propio canciller, con 43%.

    “Muchas veces quienes más tuitean han sido quienes más conflicto han tenido en la prensa”, notó Marcos Caisutti, un sociólogo argentino que ha prestado asesoría de comunicación política en distintos países de la región. Pero descartó que el hecho de estar activos en Twitter permita por sí mismo a esos gobernantes mejorar su imagen. “Las personas en su gran mayoría siguen esperando que la comunicación se haga a través de un medio, y eso es lo que el periodismo hace: en esta ‘comunicación directa’ está faltando alguien que me diga si esto es verdad, mentira o que me dé una contra-argumentación”, agregó en declaraciones a Búsqueda.

    Pero si de influencia en Twitter se trata, al menos medida por los reenvíos que alcanza cada mensaje publicado por un líder, quien apareció por lejos con el mejor promedio en “Twiplomacy 2013” a escala global fue otro latinoamericano: el papa Francisco, con 11.116 retuits de cada tuit que publica el argentino en su cuenta en español. 

    Chantillí

     Así como Twitter se ha convertido en un instrumento útil para los gobernantes de la región, también ha pasado a ser un arma política para sus opositores. Un ejemplo de esto es el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, que desde que dejó el cargo hace tres años ha utilizado su cuenta (@AlvaroUribeVel) para lanzar día a día sus críticas más duras a su sucesor Santos, en temas como la negociación de paz con la guerrilla de las FARC. 

    Uribe tiene actualmente 2,3 millones de seguidores, más que el propio Santos, y éste pareció respirar con cierto alivio cuando aquel confirmó hace unos días su candidatura al Senado para las legislativas de marzo próximo. “Bienvenido el (ex)presidente Uribe para que haga oposición desde el Congreso y no desde Twitter, eso es mejor”, declaró Santos. 

    A medida que los debates políticos en Twitter cobran importancia en la región, también parece crecer la tentación para manipular esa herramienta. El año pasado, el programa televisivo del periodista argentino Jorge Lanata denunció que había cerca de 400 cuentas falsas en la red social que se usaban para defender políticas del gobierno o impulsar trending topics favorables a Fernández de Kirchner. Fueron denominados los “twitteros K”. 

    Sin embargo, Caisutti descartó que los gobernantes latinoamericanos hayan logrado imponer exitosamente mediante Twitter agendas de debate distintas a las de los medios informativos tradicionales. Añadió que, en esa red específica, los políticos se relacionan más con líderes de opinión que con las masas, y los usuarios tienen altos niveles de politización y preferencias electorales claras. “Por otro lado tienes el Facebook, donde está la gran masa que no le gusta participar en política y donde el político sí puede ir a ganar votos. En Twitter no se ganan votos; lo único que se hace es generar mensajes para distribuirlos a través de la red”, contrastó. 

    Es posible que Twitter pueda servir para moldear la imagen de un líder preocupado por tener un vínculo de comunicación más informal e inmediato con la gente. Al menos eso también parece ser lo que buscó Rousseff, riéndose ella misma de la imagen de presidenta regañona e inflexible que muchos tienen de ella y que su álter ego explota en la red. “Dilma tuvo un comportamiento muy astuto, fue muy bien orientada”, dijo Marcelo Simões, un experto brasileño en marketing político. “Se relajó y lo usó favorablemente para ella”. 

    Pero también relativizó la idea de muchos de que Twitter es un arma electoral determinante, noción que cobró fuerza en la región y el mundo después del triunfo de Obama en las presidenciales de 2008. “Lo que capitaliza votos en Brasil es si el gobierno va bien, si las personas tienen empleo, si las cosas están mejorando”, sostuvo Simões a Búsqueda. “Lo otro es chantillí encima de la torta”.