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El rol que tendrán los nuevos jerarcas en ministerios, empresas públicas y municipios, no será precisamente el de ser simpáticos ni paternalistas. Tendrán que ser muy austeros, eliminar toda actividad que no agregue verdadero valor al contribuyente y asumir el liderazgo de los cambios imprescindibles que habrá que realizar.
En agosto de 2019, El Observador publica una muy interesante entrevista al CEO de Tienda Inglesa, Juan Manuel Parada, quien comenta la compleja situación que tenía esta gran empresa antes de su venta en 2016, tanto en su estrategia de negocios, sus elevados costos operativos y su situación financiera (de pérdidas continuas durante años). Reconoce los grandes logros del pasado en cuanto a imagen de marca, calidad de servicio, cartera de clientes y el liderazgo de su director, quien gestionaba una empresa típicamente familiar donde “(Robin) Henderson trataba a sus funcionarios como hijos; pero a mí me toca otro rol”.
“A mí me toca otro rol”. Ese rol fue el de sanear la empresa financieramente, ajustar los salarios a valores de mercado, ya que, con espíritu “paternalista”, se pagaban sueldos y beneficios muy por encima de las posibilidades del negocio. Dice Parada: “En 2003, el ratio de costo de personal sobre la venta era equivalente a cualquier otro supermercado de plaza. En 2016, cuando llegamos, era el doble en términos porcentuales. Se duplicó. Eso muestra un poco la magnitud de la ineficiencia que se fue creando”.
La situación de Uruguay puede tener su similitud con la de Tienda Inglesa: buena imagen de marca (prestigio internacional por haber pagado siempre nuestras deudas y una política internacional que nos mantuvo del lado correcto de la historia); una buena cartera de clientes (le vendemos a casi todo el mundo) y un personal (ciudadanos) bastante bien capacitados. Pero también hemos acumulado deudas, no se ha invertido correctamente, tenemos un déficit fiscal (pérdidas) constante y nuestro “personal” no es el de antes.
Los cambios en Tienda Inglesa tuvieron una piedra fundamental en trabajar sobre la cultura organizacional: “Hicimos un trabajo titánico de reunir entre 300 y 400 funcionarios en talleres, porque la compañía no tenía por escrito la misión, visión y valores de la empresa. Lo sabía la familia, lo ejecutaba todos los días, pero no estaba por escrito. Entonces, en lugar de escribirlos nosotros, lo hizo la propia gente”.
A nivel país, lo que corresponde hacer ahora es dar la “batalla cultural”, algo muy similar al cambio de cultura organizacional que se hace en las empresas. Esto pasa por priorizar los valores “libertad”, “propiedad individual”, “trabajo”, “meritocracia”, “respeto”, “individuo”, “eficiencia”, “ahorro”, “prosperidad”, o “éxito”, por encima de los valores del igualitarismo, mediocridad, colectivismo, pobrismo o redistribución de la riqueza (que no crearon).
Los nuevos gobernantes deberían tomar ejemplo de las empresas privadas, que, como Tienda Inglesa, tienen que repensarse y adaptarse para acometer nuevos desafíos, basados en pocos valores gobernantes. Ellos eligieron estos cinco: “1) Hacemos foco en nuestros clientes, el cliente es nuestra razón. 2) La calidad es nuestro ADN. No se puede resignar calidad bajo ningún concepto. 3) Trabajamos en equipo. 4) Somos responsables. Se espera que las personas que toman decisiones se hagan responsables. 5) Hacemos foco en los resultados. No es lo mismo ser eficiente que no serlo”.
Si los gobernantes pusieran el foco en el contribuyente (y no en la casta política, las corporaciones o los empleados públicos), si exigieran calidad en la prestación de los servicios públicos, si trabajaran en equipo (y dejaran de tirarse cascaritas de banana), si se hicieran responsables por sus “chambonadas” y fueran evaluados por sus resultados, muy otra sería la historia.
Un humilde consejo al nuevo equipo de gobierno multicolor: pasen por Tienda Inglesa, no a llenar el carro con buenos productos, sino con buenas prácticas y buenas ideas. Sean conscientes que tienen que asumir otro rol. Y es ahora.
