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Resulta que uno de los principales debates sobre educación durante los últimos días fue acerca de la entrega de 7.500 camisetas de la selección uruguaya de fútbol a los estudiantes que hagan las pruebas Pisa, con un costo para el Estado de alrededor de US$ 94.000. Como si fuera un verdadero asunto de fondo, crucial para el futuro del país, gran parte de la atención se centró en esa supuesta acción desestabilizadora.
El disparador fue una resolución firmada por el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, que establece el regalo a los estudiantes que realicen las pruebas y que fue dada a conocer en la red social Twitter por el integrante de la Comisión Directiva del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, Pablo Caggiani.
“Practicar para la prueba y ‘Ponerse la celeste’ no solo cambia como se encaraban las pruebas Pisa en Uruguay. También es literal. La ANEP le va a pagar 100.000 dólares a la AUF para comprar camisetas. No tengo claro si es lo más pertinente en ninguno de los casos...”, escribió Caggiani.
Eso derivó en un debate político entre gobierno y oposición en los medios de comunicación y las redes sociales. Dirigentes políticos de primera línea cruzaron acusaciones de todo tipo y asumieron el tema de las camisetas casi como si fuera un asunto de vida o muerte, por lo simbólico pero también por el hecho en sí.
Los más activos fueron algunos legisladores del Frente Amplio, que aprovecharon la oportunidad para cuestionar el rumbo general adoptado por el actual gobierno. Ni más ni menos. Entonces, como si ya con eso no fuera suficiente, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, se vio obligado a contestar y asumió protagonismo en la defensa de las camisetas uruguayas.
“Me parece que es parte de este ejercicio de intentar fabricar tres escándalos por semana cuando en realidad no se está haciendo nada nuevo y lo que se está haciendo es muy razonable”, dijo el ministro. “Se hizo siempre. Desde que se hacen las Pruebas Pisa en 2006 siempre ANEP compró regalos para los chicos a los que les tocó la carga de realizar esa prueba y representar a Uruguay”, agregó, y contó que “en el año 2018 se gastaron unos US$ 60.000 en comprar auriculares que se les regalaron a los chicos que participaron”.
Le asiste razón al ministro. No es “nada nuevo” y se “hizo siempre”. Ese es un hecho incontrastable. Tan es así que no parece necesario que haga una larga reflexión pública al respecto y que además aproveche la oportunidad para recordar los auriculares que regalaron en el pasado, recordando el precio y opinando sobre si es mejor una camiseta de fútbol en un año en el que habrá mundial o unos auriculares.
Todo el episodio es muy significativo pero no exactamente por su trascendencia. Más bien por todo lo contrario. Que el principal debate sobre educación en estos días sea sobre unas camisetas de la selección uruguaya para unos estudiantes que realizarán las Pruebas Pisa dice mucho de los problemas por los que atraviesa el país en esa materia.
La oposición, a nivel político y también sindical, no solo intenta trancar cualquier intento de reforma que se promueva en el área educativa, por más mínimo que sea, sino que ahora se preocupa por unos regalitos que no parecen ser demasiado significativos ni desde el punto de vista presupuestal ni mucho menos desde el didáctico. El gobierno acepta el desafío y sale a responderle como si realmente valiera la pena ocupar minutos con estos asuntos. No parece ser el camino más indicado.
Mientras, los indicadores educativos no mejoran, muchísimos adolescentes son expulsados del sistema formal de enseñanza y quedan perdidos a su suerte, y los cambios de fondo siguen brillando por su ausencia. Sería hora de que todos se sacaran de una vez por todas la camiseta y pensaran realmente en el futuro de Uruguay, que con la educación en su estado actual, más que celeste parece negro.
