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    Adeom: inmoralidad y discriminación

    Surrealista. Los hechos parecen basados en la filosofía de ese movimiento que intentó reflejar el funcionamiento del subconsciente sin ningún control racional. No solo por lo atemporal de las expresiones y los hechos, sino por darles la espalda a los derechos humanos del ciudadano. Varios energúmenos —seguramente no lo son todos—, de la Asociación de Obreros y Empleados Municipales (Adeom) apoltronados en una nube del pasado, basculan entre la inmoralidad, el fascismo y el desprecio personal y laboral hacia otros funcionarios públicos que ganan mucho menos. Y viven mucho peor.

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    El intendente de Montevideo, Daniel Martínez, tomó la sensata decisión de velar por los intereses y la salud de los vecinos. Acordó con el Ministerio de Defensa que los militares limpiaran la ciudad ante el riesgo sanitario que generó Adeom al negarse a recoger la basura. Una perversa medida por la época de mayor volumen de desechos. Para los mafiosos el fin justifica los medios. Fue suficiente: desnudó a un patético sindicalismo.

    Una información de “El País” lo confirma. En la asamblea de Adeom, su presidente, Camilo Clavijo, cuestionó que la administración contrate a terceros para la limpieza. “Menos (aún) a los milicos que todavía tienen los muertos y todos los desaparecidos”, vociferó. Un estigma gratuito y mentiroso. ¡Un dislate! Clavijo fue elegido democráticamente sin que para postularse fuera obligatorio demostrar buena salud psicológica. De lo contrario estaría bajo tratamiento.

    Como ese exabrupto demagógico le pareció insuficiente añadió una confesión que demuestra que no entiende nada. Y si lo entiende, no lo acepta. Admitió que le provocó “terrible calentura” que los vecinos hayan respaldado el trabajo de los militares, mientras que “a nosotros nos putean”. Algo le falla a su razonamiento, porque se sorprende de una consecuencia lógica: aplausos para quienes rescatan la higiene, y puteadas para los abusadores omisos.

    Un informe estableció que el 43% de los integrantes del Ejército está debajo de la línea de pobreza, y 5% vive en la indigencia. La edad promedio de los soldados que trabajaron para la Intendencia de Montevideo (IMM) no supera los 30 años y tienen un salario mensual promedio de $11.000 líquidos. ¿Son esos “los milicos que tienen los muertos y todos los desaparecidos”, como se los atribuye Clavijo? En 1984, cuando las elecciones de ese año terminaron con la dictadura, ninguno había nacido. La mayoría tiene solo una idea remota de lo ocurrido. Su interés ha estado en otra dimensión: por su origen de barrios marginales de Montevideo y del interior, desde niños su preocupación ha sido sobrevivir. Probablemente su ingreso a las Fuerzas Armadas impidió que se convirtieran en delincuentes.

    Comparemos. Eduardo Brenta, director de Gestión Humana de la Intendencia, dijo que “la mayoría de los trabajadores municipales tienen una compensación digna, bastante por encima de la de los trabajadores privados y un conjunto de beneficios”. No se paga más por la razón del artillero: “¡No hay plata!”. Y si debido a las extorsiones aparece, saldrá de nuestros bolsillos.

    La IMM tiene casi 9.000 trabajadores de los cuales unos 7.000 son presupuestados. El presupuesto de 2015 destinó $7.550 millones a salarios, que incluyen aguinaldo, salario vacacional y aportes patronales. El salario promedio bruto de los funcionarios —desde el intendente hacia abajo— es de $72.997. Un empleado municipal de nivel inferior cobra por seis horas $ 23.789, más del doble de lo que por el mismo horario cobra un soldado. O una maestra, o un empleado de tienda, o un chofer de taxi, o un telefonista-recepcionista, o un tractorista, o una empleada doméstica… ¿No es obsceno?

    Además del salario base, en la IMM cobran 30% de compensaciones; son los únicos empleados del Estado que reciben salario vacacional. Su ingreso mensual tiene un ajuste por inflación pasada. Una vez por año reciben una prima. En el Estado son trabajadores privilegiados.

    Reclaman que se presupueste ahora a los contratados. La administración lo consideraría a partir de 2017. La IMM quiere además que las partidas extra se basen en compromisos de gestión. En cambio Adeom reclama que se incluyan como parte del sueldo. La Intendencia pretende incluir una cláusula de compromiso por la cual se suspendan los beneficios si la recaudación disminuye. Algo probable.

    Es un derecho reclamar mejoras salariales. ¡Claro que sí! Pero además de derechos tienen obligaciones: repudiar públicamente a sus compañeros ñoquis, a quienes roban materiales municipales para usarlos en su beneficio, a los que hacen desaparecer valiosos cuadros y esculturas, a los que negocian con sus jefes para evitar descuentos, a los que acosan a compañeras, o a los que clandestinamente se reparten dinero. En suma, deberían sancionar públicamente a quienes se aprovechan de los bienes del Estado en perjuicio del ciudadano. Sin embargo optan por mirar para otro lado.

    Si con esto Clavijo & Cia. buscan desacreditar a Martínez eligieron mal el camino. El ciudadano apoya las medidas que lo benefician o le evitan perjuicios. ¡Y ojo!, el vecino empieza por aplaudir y termina por manifestar. Nadie, ni aún al votante de los partidos que los sindicalistas presumen representar, está dispuesto a admitir que se violen sus derechos. Esos sí que se calientan.