Este economista de 57 años que estuvo vinculado al Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT y trabajó hasta fines de mayo en la Administración Nacional de Puertos (ANP), apareció en la escena pública de la nada, cuando fue propuesto para ocupar la Subsecretaría de Economía por el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, otro socialista. El cargo había sido dejado vacante por Luis Porto, quien pasó a desempeñarse como vicecanciller.
Antonelli todavía se está habituando a su nuevo despacho, más ruidoso que el que tenía en el edificio frente a la bahía de Montevideo de la ANP. Unos diarios, el recorte de una columna del economista estadounidense Paul Krugman y el timón de madera de una embarcación aún sin colgar ocupan una de las mesas de trabajo en su amplia oficina del cuarto piso de Economía, en Colonia y Paraguay.
Asegura que todos en el ministerio muestran buena disposición a responder a sus inquietudes y que lo han invitado a participar en la discusión de decisiones; el también socialista Pedro Apezteguía, director general de la Secretaría de Estado, es con quien más dialoga.
También reconoce que llegar al cargo supuso entrar en un mundo de cifras y variables macroeconómicas que no seguía en detalle. También de reuniones sobre temáticas que vinculan a otras reparticiones (drogas, lavado de activos, etc.), procesos burocráticos y la firma de resoluciones asociadas a voluminosos expedientes, todo lo cual todavía no termina de digerir por completo. Entre tanta tarea nueva, aún no pudo acabar de leer el informe económico-financiero que prologa el proyecto de Rendición de Cuentas ni el articulado enviado al Parlamento el último domingo, donde estará centrada la discusión política por estos meses.
Camino al socialismo
Olesker planteó en abril que el “modelo económico” actual está “agotado” y encendió una polémica dentro del oficialismo. Antonelli, nuevo en los cargos y las batallas de la alta política, maneja definiciones menos categóricas.
“La política económica ha sido un proceso que ya lleva ocho años. Ha sido un cambio de mentalidad muy importante y en Uruguay las cosas se ven de otra manera: hay un énfasis en la gente y en tener una economía inclusiva”, evaluó en su conversación con Búsqueda.
“Ese esfuerzo ha sido un buen proceso que permitió superar una situación espantosa que tenía el país. Son etapas de la política económica. Hoy tenemos una situación mucho mejor que cuando se comenzó en 2005 y hay enormes sectores de la sociedad que se han incluido en los sistemas formales. Otra manera de mirar esto es el notorio incremento de la clase media”, añadió.
Pero su propósito político es que se avance hacia el socialismo. “Yo pertenezco a un partido que ya de por sí tiene una visión política, tenemos una utopía para cumplir, que sentimos que son todas etapas. Todas las miramos como pasos hacia el socialismo”.
Explicó que “en función de estas etapas —y las primeras son, como ha sido el discurso de Pepe, que si la gente no tiene para comer no se va a poner a pensar en el socialismo—, estaremos en condiciones de implementar algunos mecanismos y ser más solidarios en toda la sociedad. (...) Si se van cumpliendo los objetivos intermedios, vamos caminando hacia esa etapa superior”.
Evaluó que “en el gobierno de Pepe el Uruguay está asentando las bases para una producción de mayor valor agregado y calidad, que es el objetivo básico para que a su vez los trabajadores puedan dar un salto cualitativo en su calidad de vida”.
A su entender, con la actual administración también quedará despejado el “problema energético, que era un drama que tenía Uruguay y condicionaba el desarrollo productivo. En 2015 este gobierno resolverá el asunto tanto en la cantidad del insumo disponible como en el abaratamiento de los costos”.
“También resolverá el tema de las comunicaciones y estaremos al nivel de las economías avanzadas”, dijo.
Para Antonelli, “con estos pilares, con esta base, deberíamos mejorar la infraestructura clásica: puertos, carreteras, ferrocarril. Si todo esto funciona, el agregado de valor —que es nuestra aspiración— nos permite dar un salto cualitativo de tal importancia que nos aleja de situaciones terribles o crisis como las que pasamos. Estamos en mucho mejor posición para dar ese salto cualitativo”.
¿Dónde surge con más claridad el pensamiento socialista del por estos días subsecretario de Economía?
Es partidario de que los que tienen mayor capacidad contributiva paguen más impuestos y se pone él mismo en esa categoría. Su sueldo mensual son unos $ 135.000.
Además, sostiene que el “Estado debe tener una participación más activa en muchos sectores” de la economía y pone como ejemplo la industria naval, que el gobierno está propulsando. Según Antonelli, esa actividad difícilmente logre despegar sin ese apoyo público.
También muestra un sesgo intervencionista.
Aspira a que los altos valores que se pagan por la carne que exportan los frigoríficos locales a mercados mundiales (unos U$S 3.600 la tonelada en promedio a mediados de junio) no impacten con toda su fuerza en el bolsillo de las familias uruguayas, por medio de una suerte de pacto propiciado desde el gobierno.
“Uruguay como país tiene un problema a resolver: los precios de exportación de la carne no deberían trasladarse mecánicamente al mercado interno. El Estado es quien lo podría propiciar en una negociación mediante una especie de acuerdo que diga: ‘Si es el Estado el que abre los mercados en el mundo, si todo va bien y cada vez obtenemos mejores precios (...), la población uruguaya no debería sufrir mecánicamente el alza de los precios internacionales’”.
Alega que “cuidando esas cosas se cuida el salario de los trabajadores y no se agita el fantasma de la inflación. Hay que tomar algunas medidas en concreto; el acuerdo con una cantidad de operadores comerciales mostró que el camino es posible”.
Antonelli aseguró que le planteará esta idea a Lorenzo a la brevedad. Y agregó que si no prospera, debería replantearse la propuesta programática del Frente Amplio de crear un Frigorífico Nacional que actúe como “ente testigo” para el abasto interno de la carne. Según su visión, esa “discusión está denostada porque surgen otras apreciaciones que no permiten que la idea se concrete. (...) Le ponen que los empleados serán públicos... Me parece que son discusiones conceptuales para dar con tranquilidad, sin desistir de la idea al agregarle otros condimentos”.
La conflictividad
Respecto al conflicto por mayor presupuesto para la enseñanza, el jerarca hace equilibrio.
“Hubo algunos días de paro, no me parece nada exagerado. No digo que lo comparto. Escuché decir que qué hacen (los padres) con los niños. ¿Y qué hacen con los niños en las vacaciones? Los argumentos deben ser consistentes...”, afirmó.
“La huelga nos preocupa a todos. No es bueno para los trabajadores, para el gobierno, para el niño. Los conflictos no benefician a nadie”, añadió.
La solución es, a su juicio, una negociación que aproxime el 6% de aumento presupuestal pretendido por la Administración Nacional de Educación Pública con el 3% propuesto por el Poder Ejecutivo en el proyecto de Rendición de Cuentas; la brecha son unos U$S 70 millones. “Nadie está pensando que es una solicitud desmedida. Lo que se argumenta es que todas estas cosas tienen sus tiempos y que ha habido un esfuerzo del gobierno” para reforzar los recursos de la enseñanza, argumentó.
Y sobre el planteo de recuperación salarial que realizan gremios de docentes, señaló: “Nadie piensa que podemos pasar de $ 14.000 a $ 25.000 en un año”.
Días atrás el jerarca se expresó a favor de poner sobre la mesa la idea que lanzó el subsecretario de Educación y Cultura, Oscar Gómez, de utilizar parte de los activos de reserva del país para financiar mejoras salariales de los docentes. Son varios en el gobierno los que piensan que hay en exceso —unos U$S 14.800 millones esta semana, si bien solamente la mitad son de libre disponibilidad para la autoridad monetaria—, que eso resulta costoso y que es mejor darle otro destino a ese dinero acumulado.