Artigas y la independencia del Uruguay

REDACCIÓN  

Nos acercamos a una nueva celebración de la Declaratoria de la Independencia y es momento oportuno para reflexionar sobre el origen de nuestro país y cómo los distintos relatos se refieren al mismo. La primera gran narrativa surgió en el último tercio del siglo XIX y obedeció a la necesidad de dotar al naciente Estado de un relato unificador y consensuado que no solo explicara el devenir de los hechos sino también que exaltara ese pasado heroico. La élite política e intelectual impulsó una persistente y ardua tarea que terminó conformando el basamento patriótico capaz de aglutinar a toda la sociedad (criollos e inmigrantes) en torno a un imaginario colectivo de marcado orgullo nacional. La clave de bóveda era el rescate del Padre de la Patria, don José Artigas, de la leyenda negra para transformarlo en el “fundador de la nacionalidad oriental”. En esta ingente tarea destacan los nombres de Zorrilla de San Martín, Blanes, Ramírez, Fregeiro, Bauzá, Acevedo y tantos otros que dieron forma y contenido a una historia del Uruguay. Hace 100 años, en vísperas de las celebraciones por el centenario de la independencia, surgió una interesante polémica a nivel parlamentario y periodístico sobre qué fecha debía tomarse en cuenta para el festejo: el 25 de agosto (1825) o el 18 de julio (1830). Se resolvió a la uruguaya: ni una ni otra, las dos. En la primera se inauguró el Palacio Legislativo, en la segunda, el Estadio Centenario. Era una época de gran satisfacción nacional, orgullosamente uruguaya, y nos complacía ser la “Suiza de América”.

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