La polémica que se ha desatado en torno a la situación de Julian Assange trajo a nuestra memoria un incidente remotamente parecido que ocurrió entre nosotros.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace más de cien años y durante la guerra de 1904, el gobierno uruguayo se negó a darle un salvoconducto o pasaporte a un compatriota que estaba alojado en la Embajada argentina en Montevideo y que deseaba sumarse a la revolución de los blancos.
Según contó el propio Batlle y Ordóñez en un editorial que publicó en “El Día” pocos días antes de morir, el 11 de octubre de 1929, él se resistió, hasta que pudo, a darle el pasaporte a Pampillón, un caudillo blanco por quien presionaba la Embajada argentina.
Como se sabe, el gobierno del general Roca apoyaba abiertamente la revolución blanca, suministrándole armas en una abierta intervención en los asuntos internos de Uruguay.
Además, la Legación argentina en Montevideo amparaba a los revolucionarios, a quienes el ministro argentino, doctor De María, les conseguía pasaportes para viajar a Buenos Aires e integrarse, desde allí, pasando por el río Uruguay con armas, a las huestes revolucionarias.
El asunto llegó a su culminación cuando Batlle se negó a darle el pasaporte a Pampillón, lo que provocó la amenaza argentina de actuar por la fuerza.
Contó así Don Pepe el episodio: “A tal punto el ministro De María se empeñaba en llevarse a Pampillón, que un buen día hizo saber a nuestro ministro de Relaciones Exteriores que él sacaría al señor Pampillón en su carruaje para llevarlo hasta el puerto y embarcarlo allí en una de las naves de guerra del país vecino, surtas en nuestra bahía. Se le contestó a esto que nuestro gobierno no impediría que el doctor De María hiciera pasear en su coche al señor Pampillón, pero que tuviera presente que, así que descendiese del carruaje, la Policía lo tomaría prisionero”.
Ante esa situación, Argentina hizo saber que actuaría por la fuerza. Escribió Batlle en ese editorial, poco antes de morir: “Hasta que una tarde llegó al presidente Batlle, de fuente fidedigna, la noticia de que Roca había autorizado a su ministro a pedir protección de su escuadra si el gobierno de Uruguay se negaba a otorgar ese salvoconducto para el caudillo Pampillón”.
“Esto era la guerra internacional, pues en aquellos instantes, un encuentro, en la ciudad o en el puerto, entre fuerzas argentinas y uruguayas en disputa de la persona del señor Pampillón, habría provocado un conflicto de magnitud irreparable”.
“Veinticuatro horas más tarde de esta noticia, se presentó en la casa del presidente de la República el secretario de la Legación argentina para pedir nuevamente el pasaporte, contestándole el presidente Batlle en persona, que se lo llevara a Pampillón de una vez y que lo dejara tranquilo, conjurando así de esta manera el peligro inminente por que pasaba nuestro país, desconocido y atacado por el gobernante Roca”.
Batlle y Ordóñez tuvo que ceder, pero a cambio inició su acción internacional para reclamar la actuación de Estados Unidos y de otros países para asegurar la neutralidad argentina. El ministro norteamericano hizo saber a Batlle que Estados Unidos no actuaría, pese a que notificó a Argentina que su país deseaba que “nuestra autonomía fuera respetada”.
Al poco tiempo y ya terminada la guerra de 1904, una escuadra norteamericana se hizo presente en el puerto de Montevideo.
Argentina tuvo que dejar de lado sus pretensiones de intervención y fue forzada a mantenerse neutral.
Hasta aquí el relato. En lo que refiere a la actualidad, es obvio que Assange no es un revolucionario que atente contra las instituciones británicas, por lo que la situación es completamente distinta, y en esa medida puede pensarse que las autoridades británicas cometen un exceso; pero el recuerdo muestra que la institución del asilo es de difícil administración y su interpretación lisa y llana no es sencilla. De paso, el hecho nos refresca cómo nos trataban nuestros vecinos en algunas circunstancias históricas.
Luis Hierro López