Nº 2101 - 10 al 16 de Diciembre de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Brasil de Bolsonaro crece. “El PBI avanza a un ritmo del 7,7% en el tercer trimestre y confirma el camino de recuperación de la economía”, titula la revista Veja.
Si bien esta recuperación no es suficiente para compensar la enorme caída provocada por el Covid (superior al -9%), el camino es auspicioso.
A pesar de todas las acusaciones que le hicieron a Jair Bolsonaro de militarista, xenófobo o neoliberal, lo cierto es que inyectó millones de dólares para dar apoyo a los más necesitados y concomitantemente fue de los presidentes que más insistió en no cerrar la economía con cuarentenas estrictas, como en Argentina.
Las reformas estructurales, que prometió junto con su ministro de Economía Paulo Guedes, han quedado un poco en stand-by, pero siguen en pie. El gobierno de Brasil entiende que tiene que inyectar dinero para que la gente no caiga en mayor pobreza, pero el camino para un crecimiento sostenido pasa por facilitarle la tarea al sector privado: menos impuestos, control de déficit fiscal, cierre de empresas públicas deficitarias y desarmar la estructura de burocracia y corrupción que montó el Partido de los Trabajadores durante los años de Lula y Dilma.
La popularidad de Bolsonaro ha crecido en los últimos meses al haber logrado frenar la curva de crecimiento de enfermos por Covid y mejorar los números de la economía. También el hecho de que él mismo haya contraído el virus y se haya recuperado rápido sirvió para respaldar su prédica de terminar cuanto antes con las restricciones a la economía y “dejar de ser un país de maricas”.
Si bien nadie en el mundo tiene la fórmula del éxito para equilibrar economía y salud, la de Brasil —aunque muy cuestionada— parecería que puede llevarlos a una recuperación en forma de “V” y no como Argentina (en las antípodas del discurso y de la praxis brasileña), que no para de hundirse en ambos fangos.
Bolsonaro cree en el liberalismo económico como el mejor camino para sacar a Brasil de su eterno tercermundismo. En su programa de gobierno (previo a las elecciones del 2018) afirmaba que “las economías de mercado son históricamente el mayor instrumento de generación de renta, empleo, prosperidad e inclusión social. Gracias al liberalismo, billones de personas están siendo salvadas de la miseria en todo el mundo”.
Como bien decía Margaret Thatcher: “El socialismo funciona hasta que se acaba el dinero… de los demás”, y Brasil no tiene chance alguna de seguirse endeudando o aumentar impuestos, sino que debe hacer todo lo contrario.
Oswaldo López, economista jefe de la CAF para Brasil, afirma: “Aunque la prioridad inmediata debe enfocarse en atender la difícil coyuntura generada por la pandemia, la agenda de reformas estructurales debe continuar”.
No será fácil hacerlo. Pero Bolsonaro ha demostrado tener la convicción y el coraje para dar otra batalla. Se salvó de la muerte luego del antentado que sufrió en plena campaña, resiste a diario los hostigamientos del mundillo políticamente correcto y le escapa al propio Covid. Su fama de Highlander crece. Que la use para bien.