Nº 2163 - 24 de Febrero al 2 de Marzo de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¡Van apenas tres fechas del Apertura, el primer torneo del año! Lo que no es óbice para que la temperatura que emana del eterno choque de intereses entre los clásicos rivales se haya elevado ya a niveles preocupantes. Algo que, por cierto, no condice con el muy pobre nivel que ambos han exhibido en el inicio del certamen. A pocos días del primer clásico, Peñarol comparte la cola de la tabla y Nacional, aunque lo supera en tres puntos, está por detrás de varios equipos “chicos”. Pero el título de esta columna alude al justo enojo de la gente tricolor ante gruesos errores arbitrales que lo perjudicaron ostensiblemente en su último cotejo ante Liverpool.
Hasta esta última fecha, el tema obligado era el bajísimo rendimiento exhibido hasta ahora por los dos equipos grandes. Y lo ocurrido en esta tercera no escapó por cierto a esa peculiar característica. Así Peñarol, que había perdido sus dos primeros partidos, apenas si pudo rescatar un punto el pasado fin de semana tras empatar con el recién ascendido Albion.
Nadie esperaba este resultado en tiendas aurinegras. Tanto que el técnico Larriera —en una suerte de “sincericidio”— en una nota pospartido llegó a poner en duda su continuidad en el cargo si no lograba revertir este crítico momento. En alguna columna anterior, ya señalamos el pronunciado y preocupante declive en la producción ofensiva de Peñarol en estas tres primeras fechas del Apertura. Empero, justo es señalar que en este último partido —con algunas variantes en su formación— mostró un excelente despliegue futbolístico en el primer tiempo, a un nivel parecido al del año pasado, tanto en el plano local como internacional. Tuvo dinámica, un muy preciso manejo del balón y muchos desbordes por la franja derecha del ataque (uno de ellos por parte de Aguirregaray, que culminó con un golazo de Ceppelini), lo que hizo pensar que había reencontrado el rumbo de otrora. Incluso tuvo varias oportunidades de aumentar, topándose con una soberbia actuación del golero Irrazábal. Pero ya próximo al intervalo un grueso error defensivo propició el inmerecido empate de Albion. Y en el tiempo final, ante un rival que se refugió en su última zona, el aurinegro bajó sensiblemente su nivel, casi como resignado a su suerte, pese a las variantes ensayadas. Obvio es que se extrañan algunas ausencias —en especial las de Torres, Giovanni González y Trindade—, a lo que se suma un claro bajón en el aporte de Canobbio y este largo desencuentro de Álvarez Martínez con su entrañable amigo el gol (lleva 10 partidos sin anotar). Pero lo cierto es que Peñarol está hoy en el fondo de la tabla, con un solo punto en su haber y un único gol en los tres partidos jugados. Cifras inauditas para un equipo que pintaba para extender su clara hegemonía de la temporada anterior. Y todo ello ¡a solo una semana del clásico frente a su eterno rival!
Este, por su parte, debía enfrentar al día siguiente a Liverpool, un duro rival que estaba tres puntos delante suyo, comandando invicto la tabla de posiciones del torneo. Pero, como ya ocurriera en otras ocasiones, Nacional malogró la preciosa oportunidad de absorber esa ventaja que le llevaba su ocasional rival y, al mismo tiempo, estirar la que ya tenía respecto a este tambaleante Peñarol.
El choque entre tricolores y negriazules debió jugarse en dos tramos distintos, separados por 24 horas, pues la intensísima lluvia del domingo por la noche inundó la cancha del Parque Central, por lo que el juez tuvo que suspenderlo (en rigor debió hacerlo antes de que empezara). En la media hora que pudo jugarse los méritos fueron repartidos. El negriazul estrelló un tiro libre en el vertical del arco de Rochet y hubo un penal —por una mano de un defensa de Liverpool en su propia área, que el árbitro no sancionó—, además de una infracción violenta de Carneiro, ya amonestado, que debió costarle su expulsión. De fútbol se vio muy poco: solo destellos de calidad de Ocampo, que debió salir lesionado un par de minutos antes de la suspensión. Y en la noche siguiente Nacional fue más ambicioso en lo que restaba del primer tiempo, desperdiciando incluso una clara chance de gol. En el complemento, Liverpool logró equilibrar el trámite, e incluso Figueredo marró un gol cantado frente al arco de Rochet. Así las cosas, unos minutos después, Juan Ignacio Ramírez anotó para el equipo tricolor, pero el gol fue mal anulado —a instancias del línea de ese sector— por una supuesta posición fuera de juego que no existió, lo que originó la airada reacción de la hinchada tricolor apenas tomó contacto con la revisión televisiva de esa jugada. Ese muy grueso error le privó al equipo tricolor de una victoria, que le hubiera permitido llegar al clásico del próximo domingo con una ventaja más amplia que esos tres puntos que hoy le lleva a Peñarol. Lo que no quita que Repetto no haya podido aún conseguir un rendimiento medianamente aceptable de sus dirigidos, por más que alguna de las variantes que introdujera (en especial el brasileño Coelho en la zaga) le dieron una mayor consistencia a la última línea defensiva. El medio campo sigue sin conformar, ni en marca ni en creación, y el Colorado Ramírez no ha podido aún ratificar su condición de goleador (el que sí se ha afianzado en esa zona es Monzeglio, un juvenil de promisorio futuro).
Ocurre que las molestias de la dirigencia tricolor hoy parecen apuntar más alto: a la misma cúpula de la AUF. Es que sienten que las quejas aurinegras —que fueron persistentes en los últimos tiempos— lo han colocado en una posición de notoria desigualdad (vale recordar, por ejemplo, que en su momento la dirigencia de Peñarol vetó al juez Christian Ferreira, quien recién volvió a arbitrarle después de ocho meses, justamente en esta última fecha). A pocos días del próximo clásico —que encuentra a ambos equipos en un momento futbolístico poco propicio— el tema excluyente habrá de ser lo que pueda acontecer previamente en el ámbito asociacionista. Y, en tal sentido, opinamos que resulta urgente e imprescindible reimplantar el VAR, al menos para este inminente choque en el Campeón del Siglo.
Y nos ha quedado injustamente relegada la resonante conquista de Peñarol en la Copa Libertadores sub-20, lograda en la temida altura de Quito en una agónica definición por penales ante el dueño de casa Independiente del Valle, el vigente campeón. Y, además, en circunstancias muy desfavorables, porque hubo en sus filas varios contagios por Covid que afectaron la conformación del equipo titular y del propio banco de suplentes; incluso con su técnico Marcelo Broli confinado en la habitación de un hotel. Felicitaciones entonces a los chiquilines aurinegros, que confirman que la cantera aurinegra mantiene su plena vigencia.