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    Coincidencias

    Sr. Director:

    “Cuando dos cosas suelen ocurrir juntas, la aparición de una traerá la otra a la mente”. Si no recuerdo mal, Aristóteles definía así lo que llamaba “ley de contigüidad”.

    Del mismo modo que me había pasado con la propuesta de la baja de la edad de imputabilidad, la ley de responsabilidad penal empresarial me recordó al perrito de Pávlov. Me sometió a una visión parecida a Ciudad Gótica de la sociedad uruguaya cercada por una resbalosa saliva ideológica que la puede hacer derrapar en cualquier curva.

    Si observamos los fundamentos lógicos de ambas decisiones políticas, se sostienen en los mismos pilares de razonamiento. La existencia de un hecho social reprobable es siempre culpa de un malvado, un Guasón, un Acertijo, un joven plancha, un patrón. A este malvado hay que aumentarle el castigo social, porque se supone que la letra con sangre entra.

    Esta absurda lógica de cómics es tan invulnerable para sus adoradores, que no resiste debate alguno. Desde las discusiones del Senado romano se sabe que la juventud está irremediablemente perdida, desde la tergiversación burda del marxismo se sabe que el empresario es un delincuente irredimible.

    No debo estar lejos de la verdad si digo que somos una aleación entre lo que nuestra genética determina y el modo en que nuestro entorno nos socializa. No debo estar lejos de la verdad si digo que el semillero principal del delito es la marginación social, que no es igual a asentamiento, sino al no poder ser y adquirir lo que el arquetipo de modelo social dominante impone.

    Los estudios observan que las peculiaridades y circunstancias relacionadas con los menores infractores, abarcan desde la perpetuación de estilos de vida marginales, o los perfiles familiares criminógenos más puros mantenidos en el tiempo (recuerden alguna familia vinculada a las finanzas, para ser amplios), hasta la ausencia de responsabilidades parentales, carencia de estrategia educativa o estilos excesivamente permisivos de sus progenitores.

    Todo esto concluye en menores con alto grado de ausentismo y fracaso escolar, capacidades intelectuales por debajo de la media, consumo de drogas, tiempos desocupados excesivos, sin límites ni normas, bajo nivel de tolerancia a la frustración, deficiente capacidad para resolver problemas, bajos niveles de autoestima y sentimientos de autoeficacia muy mermados.

    Afecto, oportunidades, éxito, experiencias gratificantes, seguridad personal, estímulos educativos. Todo esto es lo que necesitan de la góndola del supermercado social, pero los vamos a “encanar” a todos con adultos que son peores y con más trayectoria que ellos. Digamos, tienen un máster en delito.

    Seguramente esta enmienda se apruebe dado el estado de opinión y allí festejaremos felices por haber creado la senda para que estos jóvenes se transformen en delincuentes más eficientes y más peligrosos en la mejor universidad que para eso existe: la cárcel. Y la sociedad transite sendas de violencia aun mayores y reclamos de acciones estatales más totalitarias. No es de extrañar viendo de dónde proviene la idea.

    Si agregáramos un programa de predicción de riesgo de reincidencia, con un inventario de gestión e intervención para jóvenes seguramente llegaríamos a jlcqqc. De la matemática, justo lo contrario de lo que queríamos conseguir.

    Programas sobre el maltrato familiar ascendente. Intervención educativa, inserción laboral, intervención terapéutica profesional sobre salud mental y drogadicción, y aun una incidencia seria sobre la minoridad de modo preventivo, son innecesarias, costosas y políticamente incorrectas. Más vale gastarse los fondos públicos en una Guardia Nacional militarizada que nos pegue a todos en todo el territorio nacional. Bueno, la propuesta viene de un senador y para ser senador no es necesario salvar las pruebas PISA. No recordó que las escuelas tienen que tener maestros y se olvidó de multiplicar escuelas por maestros dividido egresados por año menos bajas anuales en la plantilla docente, de donde resulta cantidad de años que necesito para construir X escuelas, con maestros y no solo con alumnos.

    La represión del delito, tan necesaria como los programas antes mencionados, debe estar basada en la capacitación profesional, la lucha contra la corrupción interna, la incorporación de tecnologías. No es un enfrentamiento contra tontos que se asustan porque los amenazo con penas más severas. Son otras lógicas cognitivas y de socialización las que los mueve.

    Pero los jóvenes no son los únicos que deben ir presos.

    Porque los empresarios por serlo tienen una “responsabilidad penal”. No conozco una ley que se llame la responsabilidad penal de los médicos, taxistas, profesores o tíos. Porque al igual que los jóvenes los empresarios para cierto núcleo ideológico también merecen ser estigmatizado ex ante.

    La presunción es que la ley aprobada bajara la siniestralidad laboral. Bueno, vichemos algunas cosas.

    Por ejemplo, datos del EIRO (Observatorio Europeo de Relaciones Laborales). Según dicho instituto el origen de los accidentes laborales obedece a causas específicas del medio laboral de tipo ambiental, organizativo y personal como sociales, relacionadas con la mayor actividad económica, un mayor nivel de ocupación, o cambios de tecnología en los procesos productivos.

    ¿Qué piensan los trabajadores de su riesgo de accidente? Más de la mitad señalan como causa principal “el exceso de confianza o costumbre”, en muy baja medida la “formación insuficiente” y “falta de experiencia”.

    Medidas relativamente sencillas en el medioambiente laboral, sistemas de seguridad y conducta de los trabajadores reducen las tasas de accidentalidad en forma muy significativa y en relativamente cortos plazos.

    Mejorar los sistemas de información y vigilancia, es un requisito previo para investigar bien y prevenir mejor. En ámbitos nacionales como en las empresas, la descripción detallada de las causas y efectos de la siniestralidad laboral son fundamentales.

    La ley no habla de esto.

    Un marco normativo básico dentro de un plan de disminución de la siniestralidad laboral debe incluir un detalle de obligaciones del empresario, protección frente a riesgos, medios de protección individual. Y obligaciones del trabajador, utilización correcta de los medios de protección, informar de inmediato sobre riesgos para la seguridad.

    No existe ninguna recomendación de “encanar” al empresario salvo intencionalidad manifiesta. Es obvio que a un empresario de verdad no le interesa que uno de los factores de producción, la mano de obra, se accidente, porque afecta su rentabilidad. Hasta por su propio egoísmo le sirve que eso no acontezca.

    La mejor manifestación del desorden jurídico de la ley fueron sin duda los dichos de nuestro pintoresco presidente: – “Si le preguntás a un penalista te dice que es inconstitucional, si le preguntás a un laboralista te dice que es constitucional, si le preguntás a un constitucionalista uno te dice que sí y otro que no” y yo me lavo las manos. Esto es la más clara demostración del origen espurio de la ley. No hay una ley así, no puede existir una ley así.

    No valieron las advertencias de Vázquez y Astori. El pichón de Lenin pudo más, pantalla gigante mediante, Andrade unificó a toda la bancada oficialista (debería ser candidato único y evitarnos las internas), en una moderna recreación de la toma del Palacio de Invierno, todos se arrodillaron ante las camisas rojas chavistas del nuevo Mesías.

    Pero tranquilos, no se va a aplicar a las trabajadoras que dejan a sus hijos a cargo de otra trabajadora, ni se va a aplicar a los pequeños empresarios que corren el mismo riesgo de sus trabajadores. Es solo para los malos que el nuevo Lenin discrecionalmente determinará.

    De hecho es una nueva herramienta de negociación para los sindicatos que les permite ante cualquier conflicto advertirle al empresario: “Mirá que te empiezo a hacer denuncias”. Y una excusa para los empleadores para transformar sus empresas en cuarteles si quieren conseguir algún mando medio.

    De hecho, es otro eslabón de la cadena que nos conduce hacia una sociedad con más conflictos, más violenta. En manos de lobbies poderosos concentradores de poder.

    De hecho, nos coloca a nosotros la izquierda en la disyuntiva de resolver si vamos a ser la expresión de todo progresismo en Uruguay o seremos el brazo político del lobby sindical, en una especie de peronismo rampante. Mi opinión respecto a esta pregunta no hace falta que la diga, ya la intuyen.

    Con jóvenes y empresarios presos. Si nos esforzamos en hacer una ley contra la innovación tecnológica, o de mercado y otra contra la investigación científica que puede poner en riesgo las fuentes laborales y la seguridad de los trabajadores y darle instrumentos al crimen organizado, habremos al fin derrotado todos los factores dinámicos de la sociedad.

    Viviremos en paz, en una sociedad muerta.

    Raúl Labadía

    CI 1.273.000-3