N° 1850 - 14 al 20 de Enero de 2016
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn nuestro último editorial del año pasado advertíamos que 2016 iba a ser un año desafiante. Los pocos días transcurridos desde entonces confirman un comienzo turbulento.
China ha sido fundamental para la volatilidad de los mercados financieros internacionales en estos primeros días del año: caídas generalizadas en los precios de las acciones, las materias primas, los mercados crediticios y las monedas, especialmente en los países emergentes.
El Banco Mundial redujo sus previsiones de crecimiento global para este año a 2,9% (había proyectado 3,3% hace siete meses), debido a la situación de China, aunque también las de Brasil, Rusia y Sudáfrica, por ejemplo. El FMI irá por el mismo camino en los próximos días.
Menos crecimiento global y más presiones deflacionarias parecen la tónica en las primeras semanas de 2016. Muchos ven el desplome de las materias primas (y en particular, del petróleo) como el síntoma más claro de eso, por más que es evidente el efecto del aumento de la oferta.
También provoca ansiedad e incertidumbre que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos haya comenzado a subir las tasas de interés en este contexto. Las proyecciones apuntan a cuatro subas adicionales de la tasa de fondos federales este año por un total de 100 puntos básicos. Hasta la jefa del FMI, Christine Lagarde, pidió esta semana a la Fed que actúe de manera “gradual”.
En la región, la situación económica en Brasil empeora, la recesión se profundiza, la inflación aumenta y el dólar vuelve a ubicarse por encima de los cuatro reales. Y en Argentina, el mercado, por ahora, parece estar “comprando” el enfoque de ajuste gradual que aplica el presidente Mauricio Macri, recurriendo al endeudamiento y posponiendo la corrección de los desequilibrios fiscales y de precios relativos. El dólar sigue en el eje de los 14 pesos. Pero el desastre de Brasil presiona mucho al nuevo gobierno argentino que, además, tiene que lidiar con la herencia maldita del kirchnerismo.
En Uruguay, lo positivo es una temporada turística mejor que la que se esperaba (habrá que ver el balance final, cuando termine) y la abrupta baja del precio del petróleo. Eso ayuda a las cuentas fiscales y a seguir “capitalizando” Ancap (en la actualidad, el costo del petróleo está entre 35% y 38% por debajo del valor de la paramétrica).
Lo negativo es la continua baja de las materias primas, los problemas de Brasil y las presiones sobre las monedas emergentes. Hay que ajustar precios, costos y salarios en dólares.
Hay en marcha un ajuste fiscal “a la sordina”. Cambió el cálculo del IRAE para las empresas, las tarifas públicas fueron ajustadas por encima de la inflación (entre 9,4% para Antel —primer aumento desde 2005 para la telefonía fija— y 9,85% para UTE), los combustibles no bajaron a pesar de la caída en el precio del crudo y el BCU sigue vendiendo dólares en el mercado de cambios.
La “realidad real” del mundo va a imponerse sobre la “realidad virtual” plasmada por el gobierno en el presupuesto quinquenal.