Conocer la cera de nuestras alas

Conocer la cera de nuestras alas

La columna de Alejandro Laborde

7 minutos Comentar

Nº 2210 - 26 de Enero al 1 de Febrero de 2023

Dentro de la mitología griega, se conoce a Ícaro como el precursor del trabajo en madera. Era hijo de Dédalo, un gran inventor en la antigua Grecia. Dédalo había construido al rey Minos un sinuoso laberinto para encerrar al Minotauro. Cuenta la leyenda que ambos, padre e hijo, eran prisioneros del rey en Creta y querían escapar para regresar a su casa, pero el rey Minos controlaba tierra y mar y no podían hacerlo.

Viendo que la única opción era escapar volando de la isla, Dédalo fabricó unas alas para él y su hijo. Las pegó con cera en las espaldas de ambos para iniciar el vuelo que los llevaría camino de la libertad. El padre le había advertido a Ícaro que no volara demasiado bajo pero tampoco muy alto. Las alas podían tocar el agua y hundirse en un caso o aproximarse al calor y derretir el pegamento en el otro. Sin embargo, Ícaro, fascinado por la posibilidad de volar alto y ser libre, se elevó acercándose demasiado al Sol. Tal como le había dicho su padre, el calor derritió la cera que sostenía sus alas y cayó al mar, donde murió.

¿Qué habría pasado si Ícaro hubiera podido acceder a consejos de más personas? ¿Qué tal si en la isla hubiera contado con experiencias y recomendaciones adicionales y ajenas a las de su padre? Muchas veces una idea parece tan atractiva que su inventor o el propio usuario terminan enamorándose de ella sin la posibilidad de escuchar, ver o dimensionar los riesgos o quizás las propias oportunidades que su ejecución conlleva.

La capacidad de tener buenas redes de contactos es un aspecto clave y muchas veces desestimado a la hora de pensar en la consecución de logros, tanto en el ámbito empresarial como personal. Las redes determinan qué ideas se convierten en avances reales, qué nuevos medicamentos conviene recetar y mejor funcionan en pacientes, cuáles son los mejores lugares para veranear o qué lugares ofrecen los mejores precios.

En un estudio de fines de la década de los 90 sobre las innovaciones en la ciencia, el arte y la filosofía, el sociólogo Randall Collins, de la Universidad de Pensilvania, mostró que los avances de íconos en estas áreas como Freud, Picasso y Pitágoras, entre otros, fueron la consecuencia del aprovechamiento de su propia red colaborativa. Cada uno de ellos, con diversas charlas, intercambios epistolares o incluso relaciones personales de larga data, fueron capaces de impulsar una creatividad individual excepcional que fue apalancada y gestada por su propia red. En su libro llamado Cadena de rituales de interacción, el autor afirma la importancia de las interacciones personales, el intercambio que se da en ellas y el potencial creativo e innovador que tienen.

Muchos expertos afirman que las redes de contactos brindan tres ventajas únicas: acceso a información privada, poder contar con diversos conjuntos de habilidades y poder. Varios ejecutivos conviven con estas ventajas en el trabajo todos los días, pero es posible que no se detengan a considerar cómo es que sus redes regulan y potencian estas aristas.

Al emitir y elaborar juicios y opiniones utilizamos información tanto pública como privada. En estos días, la información pública está disponible con facilidad en una variedad abrumadora de fuentes. Precisamente porque es tan accesible y existe tanta oferta, la información pública ofrece una ventaja competitiva bastante menor que antes.

La información privada, por el contrario, se obtiene de contactos personales que pueden ofrecer algo único que no se puede encontrar en el ámbito público, como la fecha en que un competidor está planeando lanzar un producto al mercado o el conocimiento sobre lo que un entrevistador en particular busca en los candidatos de una elección. La información privada, por lo tanto, puede dar una ventaja competitiva superlativa a los ejecutivos y a las empresas en las que trabajan.

La siguiente ventaja que brinda una potente red de contactos es el acceso a una amplia gama de conjuntos de habilidades. Si bien la experiencia profesional se ha vuelto más especializada durante los últimos años y existen muchas áreas de especialización académica, también es cierto que los problemas organizacionales, de productos, de estrategia, de creatividad se han vuelto más interdisciplinarios, lo que significa que el éxito individual está ligado a la capacidad de trascender los egos propios y buscar ámbitos de cooperación y colaboración.

Jim Rohn, reconocido empresario estadounidense, autor y orador motivacional, tenía una famosa frase que decía: “Te conviertes en el promedio de las cinco personas con las que más tiempo compartes”. Pensar esto desde el punto de vista de una poderosa red de contactos puede impulsar a vencer las propias limitaciones y debilidades, potenciando habilidades que no tenemos a través de otros. Los lazos de red muy diversos pueden ayudar, por ejemplo, a desarrollar puntos de vista más completos, creativos e imparciales sobre los problemas o desafíos que están por delante.

La tercera ventaja de una red es el poder. Tradicionalmente, estábamos acostumbrados a que el poder de un empresario estaba asociado a la jerarquía que tenía dentro de una empresa. Dicho en otras palabras, a su lugar en el organigrama. Cuanto más arriba, más poder. Cuando poco a poco las organizaciones se volvieron más planas y matriciales, ese poder comenzó a reordenarse en su interna, la capacidad de acceder a ciertas personas tanto de manera interna como externa comenzó a revalorizarse y el potencial de acceso a distintos individuos u organizaciones empezó a tomar un rol fundamental.

Redes.

¿Cómo podemos potenciar, entonces, nuestras redes de contactos? ¿Cómo aprovechar el valor infinito que nos da poder acceder a más y mejores personas de diversos rubros y ambientes? ¿Cómo hacer para construir una poderosa red personal que nos haga salir de nuestro trivial círculo de conocidos y amigos? Tratemos de explorar algunas pistas para contestar estas preguntas.

En primer lugar, una red debe tener cierta interdependencia. Esto es, aunque sea a un nivel muy lírico y abstracto, la posibilidad de conseguir un resultado común y de ver el impacto de nuestras acciones en los demás miembros de nuestra lista de contactos. El famoso efecto mariposa que se define por la capacidad oculta que tenemos de crear acciones que desencadenan hechos que sin darnos cuenta dependen de nosotros.

La reciprocidad es otro pilar fundamental a la hora de construir y generar sinergias. Si la lista de las personas que integran una red está solo integrada por personas a las que quiero pedirles algo, la cosa no pinta bien. En la red deben existir personas a las que nosotros podemos ayudar. No puede ser concebida como una cuenta bancaria en la que solo hay débitos. Los créditos deben estar presentes también. Debe y haber tienen que saldarse en una red.

Las redes longevas son las que mayor potencial tienen. Si pensamos en nuestra red como relaciones transaccionales de una sola vez, estamos perdidos desde el comienzo. Las cosas buenas toman su tiempo y quizás la clave es comenzar a construir la red mucho antes de que la necesitemos. La construcción de una red es un camino de largo plazo y cuyo potencial es directamente proporcional a su antigüedad y trayectoria. La paciencia y la serenidad son ingredientes fundamentales en la elaboración una cadena de contactos eficaz.

El networking lleva tiempo e implica conocer y tener conversaciones con personas. Si no existe cierto disfrute personal en conocer gente nueva, es poco probable que suceda algo diferente a la inversa, que alguien disfrute conociéndonos. Conocer personas diferentes puede ser apasionante, pero es crucial buscar lugares o generar experiencias o situaciones en las que realmente esta tarea se torne disfrutable. No es deseable obligarse ni encontrarse a uno mismo inmerso en conversaciones o situaciones incómodas.

El desarrollo profesional y personal es un camino de largo aliento. Estar dispuesto a escuchar y recibir consejos, miradas complementarias y palabras diferentes es una tarea ardua e implica dejar nuestros egos a un costado. Ícaro creía volar alto y seguro. Quizás debió escuchar más a su padre. Es seguro que, si hubiese podido tener una red de contactos en la antigua Creta antes de iniciar el vuelo, su desenlace no hubiera sido el mismo. Todos tenemos algo de cera en nuestras alas y muchas veces no somos capaces de verla por nosotros mismos.