Nº 2099 - 26 de Noviembre al 2 de Diciembre de 2020
Nº 2099 - 26 de Noviembre al 2 de Diciembre de 2020
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa edición de Búsqueda del 16 al 22 de abril apareció con una cubierta con una única frase en grandes caracteres: “JUNTOS PODEMOS CONTROLAR EL CORONAVIRUS. Uruguay Presidencia”. Esa especial circunstancia obedecía a la detección en nuestro país, en el mes anterior, de los primeros casos de esa pandemia, desplegada ya por entonces en muchas zonas del mundo.
La reacción de nuestro gobierno —a los pocos días de instalado— fue rápida y acertada, conformando un grupo asesor honorario con científicos de distintas áreas, y suspendiendo numerosas actividades por tiempo indeterminado; entre ellas, las competencias deportivas. Se pensó por entonces que esa impuesta pausa sería pasajera. Sin embargo, el tiempo fue pasando y las promesas de que en cualquier momento esa cuarentena iba a levantarse —tal como venía ocurriendo en otras partes del mundo— se fueron desvaneciendo una tras otra. Así, hasta que, a principios de junio, llegó al fin la autorización para que esas actividades fueran reanudándose, bajo un preciso cronograma de cumplimiento preceptivo. En lo que respecta al fútbol, ello ocurrió al inicio de agosto, con un deslucido empate clásico, jugado bajo una intensísima niebla y —por primera vez en su historia— sin público en las tribunas.
Todos recordamos las peculiaridades que presentaban esos primeros partidos de fútbol, a fin de contemplar las pautas fijadas por las autoridades sanitarias. Los primeros en verse por televisión correspondieron a las ligas europeas, que se habían reanudado con cierta antelación. Aparte de las tribunas desoladas, los suplentes no estaban en el banco, sino en la tribuna adyacente, separados entre sí y luciendo tapabocas. Y también vimos cómo los tradicionales y efusivos abrazos en racimo sobre el autor de un gol eran sustituidos por un leve toque con los puños. Incluso cómo algunos jueces, previo al comienzo de un partido, se saludaban chocando mutuamente las puntas de sus zapatos. Precisamente eso mismo (o algo similar) se observó en el posterior retorno del fútbol en nuestro medio.
Sin embargo, con el paso del tiempo (y pese a que la pandemia se fue incrementando paulatinamente), quizás por el hastío o por simple negligencia colectiva, esos cuidados fueron desvaneciéndose y los abrazos y los besos eufóricos con el autor de cada gol reaparecieron poco a poco. Al punto que lo único distinto que hoy se mantiene es ver al cuerpo técnico y a los suplentes usando tapabocas; y claro, las tribunas vacías.
Claro que ese desapego por los cuidados iniciales no fue sino el reflejo de una actitud negligente de nuestra sociedad toda, que alentada por los excelentes números derivados de la elogiable estrategia de nuestros gobernantes —que hicieron de nuestro país un ejemplo admirado mundialmente— fue desoyendo los consejos preventivos, y dejando crecientemente de lado las medidas preventivas oportunamente establecidas. Y lógicamente el fútbol no podía ser una excepción.
Así, en los últimos días —como venía ocurriendo en otros países— aparecieron entre nosotros los primeros casos de futbolistas que dieron positivo al Covid-19, tras los puntuales test dispuestos por las autoridades sanitarias. Y ello pese a las llamadas “burbujas”, que pretendidamente iban a resguardar a los futbolistas de un eventual contagio de coronavirus (especialmente cuando viajaran al exterior por competiciones internacionales). Y esa situación, de suyo preocupante, se agudizó en los últimos días con una serie de contagios en cadena —20 infectados a esta fecha— en el seno de nuestra selección.
En apariencia todo comenzó con el exfutbolista tricolor Matías Viña, que dio positivo en un test efectuado al regreso de Barranquilla. Cabe suponer que, aunque los que allí se le hicieron dieron negativo, ya había llegado infectado, pues su equipo Palmeiras ya registraba 17 positivos. Los siguientes contagios en filas celestes fueron los de Suárez, Muñoz y el jefe de Prensa Matías Faral (el goleador no pudo jugar ante Brasil), y con los días fueron sumándose el jefe de la Sanidad, los tres ayudantes técnicos, 11 futbolistas y algunos funcionarios administrativos.
¿Qué ocurrió para que ese contagio se extendiera tan intensamente? Creemos que no se respetó debidamente el protocolo que regulaba el comportamiento del núcleo celeste en esta concreta etapa de su actividad por las Eliminatorias. Ello quedó en evidencia con algún documento gráfico, en el que se observa que varios futbolistas (entre ellos algunos de los contagiados) no guardan el distanciamiento necesario y están sin tapabocas. No puede afirmarse que fuera ese el momento preciso en que se produjo el contagio, pero la evidencia de que no se respetó cabalmente el protocolo es terminante. Ese incumplimiento fue explícitamente aceptado por Luis Suárez, en un largo reportaje televisivo, y —no tan abiertamente— también por el capitán Godín (aunque no compartimos su crítica a la opinión del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, a ese respecto, ni su rechazo a la sanción económica aplicada a la AUF). Es cierto que son comunes los casos de personas infectadas pero asintomáticas (como ocurrió con Viña); y es claro que si se hubieran guardado estrictamente las formas aconsejadas por las autoridades sanitarias para eventos grupales, el virus no se hubiera expandido tan intensamente. Incluso, hasta cabría preguntarse si esas promocionadas “burbujas” son verdaderamente efectivas para prevenir posibles contagios. Sin perjuicio de que ciertos futbolistas infectados que juegan en el exterior, omitieron retornar a ella luego del partido, marchándose raudos al aeropuerto (mientras algunos que juegan en nuestro medio, aún permanecen en cuarentena).
Los futbolistas de la selección son, porque se lo han ganado en buena ley, ejemplos de comportamiento para todos; en especial para la gente joven, a la que más se le reprocha el incumplimiento de las medidas precautorias y —en cierto modo— el consiguiente incremento de los contagios por coronavirus. De allí nuestro beneplácito ante el expreso reconocimiento de Suárez (“Bajamos todos la guardia cuando nos dio negativo; algo mal hicimos”), y especialmente por su mensaje de que hay que redoblar los cuidados, porque lo que le ha pasado a él y a varios compañeros puede sucederle a cualquiera. Es que está demostrado que el virus no distingue entre sus posibles destinatarios, y lo mismo puede caer en sus redes el deportista más encumbrado como el más común de los mortales.
Pero sin perjuicio de ello, es claro que en lo interno de la reciente convivencia dentro del Complejo Celeste —que siempre fuera un modelo de corrección— ¡algo ha fallado! ¡Y sería bueno investigar la causa de ello! Es que parece factible, por ejemplo, que esa falta de cuidados internos complique la futura cesión de los jugadores que militan en el exterior, por parte de los equipos a que pertenecen (las críticas de la dirigencia del Atlético de Madrid por los contagios de Suárez y Torreira ya se hicieron sentir, aunque su ulterior victoria ante el Barcelona pueda haber descomprimido la situación).