N° 1936 - 21 al 27 de Setiembre de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Banco Central (BCU) publicó el jueves 14 los datos relativos al comportamiento del Producto Bruto Interno (PBI) en el segundo trimestre del año: no hubo mayores novedades.
Entre abril-junio de este año y del pasado la economía uruguaya creció 2,8% (frente al 4,4% de expansión que se observó entre los primeros trimestres de ambos años). La mayor parte de la desaceleración del crecimiento —alrededor de un punto porcentual— obedece a la parada de la refinería de Ancap. Este mismo factor es lo que básicamente explica por qué en términos desestacionalizados el PBI se contrajo 0,8% en el segundo trimestre en relación con enero-marzo previo. En definitiva, dejando de lado el tema de la parada técnica de la refinería, la economía uruguaya ha mostrado un crecimiento muy sólido en el primer semestre de 2017 a nivel global, en torno a 4%.
Analizando el comportamiento por sectores de actividad, entre los segundos trimestres de este año y del pasado se observó un crecimiento prácticamente generalizado. Con la excepción de la industria manufacturera (que por la inactividad de la refinería tuvo una contracción de 6,4%) y de la construcción (–5,5%), todos los otros registraron expansión; se destacó una vez más el fuerte crecimiento del “Comercio, reparaciones, restaurantes y hoteles” (7,2%, con una incidencia de 0,9% en el PBI global) y de “Transporte, almacenamiento y comunicaciones” (9,4% y una incidencia de 1,7% en el crecimiento global).
A su vez, por el lado del gasto el crecimiento en el segundo trimestre estuvo explicado básicamente por el aumento del consumo privado y de las exportaciones, que más que compensó la caída de la inversión. Así, entre abril-junio de este año y del pasado, el consumo privado mostró un crecimiento de 4,4% (con una incidencia positiva de 3,3 puntos en el crecimiento global), mientras que las exportaciones de bienes y servicios lo hicieron 9,3% (con una incidencia de 2,8 puntos porcentuales en el crecimiento global). A su vez, la formación bruta de capital mostró una fuerte caída de 15,9% (lo que sustrajo 3,4 puntos porcentuales al crecimiento total del PBI).
Dado que las importaciones de bienes y servicios tuvieron una ligera caída de 0,8% entre los segundos trimestres de este año y de 2016, se deduce que hubo una mejora significativa en el saldo de la cuenta corriente a nivel de bienes y servicios, consistente con el aumento del ahorro neto del sector privado (básicamente por la caída de la inversión) ya que el déficit fiscal se mantuvo virtualmente sin cambios entre ambos períodos.
En definitiva, los datos de las cuentas nacionales presentados por el BCU son consistentes con otros indicadores directos e indirectos de actividad conocidos en los últimos meses, que confirman un crecimiento económico a un muy buen ritmo, pero desparejo, y por ello difícil de sostener en el tiempo. Básicamente, los sectores que muestran más dinamismo son aquellos que se han visto beneficiados por factores climáticos positivos (el agropecuario y la generación de energía) o por el aumento de la demanda regional ante el encarecimiento en términos relativos de la región (principalmente Argentina), como el comercio, restaurantes y hoteles. A su vez, el aumento del salario real y en general de los ingresos de las familias ha ayudado a sostener el consumo doméstico.
El hecho de que con un crecimiento del orden del 4% no ha sido posible crear empleo en términos netos y de que la mayoría de las empresas ha visto menguada su rentabilidad a pesar del mayor nivel de actividad, son factores que condicionarán el que se pueda sostener el actual ritmo de crecimiento a futuro, especialmente cuando los precios relativos con la región ya dejen de ser tan favorables. La fuerte caída de la inversión —por más que está muy influenciada por el fin del boom de la energía eólica— es un factor que tampoco se condice con una economía que pueda crecer a tasas altas de manera sostenida. Y la verdad es que el sector privado no tiene ningún incentivo como para aumentar fuertemente la inversión, dada la pérdida de rentabilidad, el alto nivel de costos domésticos y la escasa probabilidad de que los mismos vayan a reducirse en los próximos años. Una cosa es aprovechar lo más que se pueda el aumento de la demanda regional con la capacidad instalada que ya se tiene, y otra muy distinta es comprometer más capital en expandir la capacidad productiva con los actuales niveles de precios y costos internos.
Así las cosas, mientras se concreta eventualmente la construcción de la segunda planta de celulosa de UPM, el crecimiento de la economía uruguaya seguirá siendo básicamente “región y clima-dependiente”. En los próximos trimestres, de todas formas, ello debería ser suficiente para sostener el crecimiento en el eje del 3% al menos hasta mediados del año que viene.