Nº 2168 - 31 de Marzo al 6 de Abril de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Algún día los políticos asumirán que la mayoría de los periodistas desarrollan un trabajo profesional? ¿Admitirán que su único objetivo es buscar la mejor y más completa información? Difícilmente ocurra porque casi todos padecen una paranoia crónica que en el Frente Amplio se manifiesta con ribetes de pandemia. Suponen que midiendo espacios o minutos pueden demostrar que se los perjudica con mala intención y, aunque sepan que no es cierto, mienten para convencer a sus militantes.
En el Frente Amplio la paranoia se agravó a partir de 2019, cuando perdió el poder luego de 15 años. Desde entonces, para mantenerse en el candelero, los dirigentes recurren a cualquier tema sin importar cuál. Solo les importa el ruido publicitario y los reproches, pero no el fondo.
El ejercicio del periodismo responde a la necesidad de las personas de estar informadas e incorporar conocimientos a los que de otra forma no accederían. Un trabajo profesional e imparcial le permite al ciudadano, sin distinción de partidos, ampliar su abanico informativo para analizar o debatir con mayor fundamento sobre cualquier asunto. Si alguna obligación social tiene un periodista es colocar cimientos para construir una imagen de la realidad que le brinde mayor visibilidad a los actores sociales y contribuya a un diálogo destinado a encontrar soluciones para enfrentar los desafíos cada vez mayores en las sociedades modernas, argumentan algunos académicos.
Hace varias décadas Ángel Benito Jaén y otros especialistas encendieron en España la máquina del estudio universitario del periodismo. Jaén lo resumió así: “La vida en comunidad, desde la más primitiva a la más desarrollada, pide al hombre la necesidad de estar informado, de saber cosas, de preguntarlas y comunicarlas a los demás en la marcha diaria de la sociabilidad humana. Desde siempre, y al compás del desarrollo técnico y social, el periodismo ha sido el instrumento específico para la ampliación y más perfecta consecución de esa ansia de comunicarse connatural al hombre”. Para los periodistas y académicos resulta obvio e indesmentible, pero no para los paranoicos.
Los responsables de cumplir esa función son periodistas empleados por las empresas de comunicación para trabajar con profesionalismo. A diferencia de lo que románticas fantasías filosóficas puedan suponer, las empresas tienen un fin comercial que, a través de la venta de publicidad local o internacional, les permite sostenerse y eventualmente tener beneficios. Al mismo tiempo esas empresas asumen riesgos económicos y obligaciones con sus empleados y ante el Estado, como por ejemplo ante la Dirección General Impositiva y el Banco de Previsión Social. Quien crea otra cosa vive en el limbo o sueña con medios partidarios a pérdida para divulgar su ideología a través noticias digitadas.
Debido a esa utopía y a las sordas pero feroces batallas internas por el poder, el Frente Amplio nunca pudo consolidar un diario partidario. Por el contrario, medios como Época, El Popular o el semanario Marcha quedaron por el camino. Pese a varios intentos y posibilidades el FA tampoco ha podido establecer un canal de televisión y para sus intereses utiliza a TV Ciudad, que es fuente de empleo para militantes partidarios y la pagamos todos con nuestros impuestos.
Mientras tanto han vivido aferrados a totalitarias políticas de comunicación como las de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador, que han ignorado la libertad de prensa, con férreas censuras y confiscación de medios para ponerlos a su servicio. Pero para el FA los Castro, Maduro, Morales, Ortega y Correa han sido intocables.
Por todo ello no sorprenden exposiciones como las desarrolladas por el presidente del FA, Fernando Pereira, cabeza de la campaña por el Sí en el referéndum sobre la Ley de Urgente Consideración (LUC). El expresidente del PIT-CNT, que de bobo no tiene un pelo, tenía clara la probable derrota del Sí en la votación del domingo 27, como sucedió. Casi con desesperación para justificarse en una última aparición pública el 22 de marzo, embistió contra los trabajadores periodísticos. Les lanzó infames acusaciones de parcialidad. Implícitamente los tildó de corruptos. Para completar ese ataque contra el honor afirmó que los periodistas hacen lo que sus empleadores les ordenan y sostuvo que ellos mismos se lo han confirmado.
Ocurrió durante un desayuno de trabajo sobre la LUC organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM) y moderado por los periodistas Miguel Nogueira (VTV y Carve) y Alfredo Dante (Canal 10).
Dante y Nogueira, de larga e impoluta trayectoria, replicaron los infundios de Pereira. Más tarde, desde el público, intervino el diputado comunista suplente, Gabriel Mazzarovich, con similar orientación a la del presidente del FA. Les pidió a los periodistas que no debatieran y les intimó a que en una próxima reunión de ADM con intervención de partidarios del No, actuaran de la misma forma que con ellos.
A diferencia de Will Smith en los Oscar, que por ofender le dio un merecido sopapo al presentador, Nogueira se contuvo y respondió con una estocada popular: “Bueno, vení mañana que también hay croquetas”. Complicado. Si Pereira y Mazzarovich comieron las croquetas luego del referéndum, probablemente se indigestaron.