N° 1963 - 05 al 11 de Abril de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHay personas que tienen la capacidad superior de adelantarse a los hechos. Comparten características excluyentes: inteligentes, informados, con mucho olfato y sentido común. No son demasiadas y suelen destacarse en los ámbitos en los que se desempeñan. Es fácil detectarlos porque hacen pensar, algo poco frecuente en tiempos de redes sociales y frases hechas.
Carlos Tanco a través de su personaje Darwin Desbocatti es uno de ellos. Hay pocos analistas que logran esa lectura de la realidad local tan verosímil y atractiva. Cuesta no estar de acuerdo con él cuando utiliza su agudeza para mostrar lo que todos teníamos delante de los ojos, pero cubierto por la niebla de nuestras propias estructuras mentales.
Leer y escuchar a Darwin siempre activa resortes que se prolongan en el tiempo. Así es como recurro a una frase suya de fines de noviembre del año pasado para intentar describir algo que hoy se hace más que evidente.
En aquellos tiempos, aprovechando la muy buena relación que continuó manteniendo con Búsqueda pese a que había dejado de escribir su columna semanal por falta de tiempo, le hicimos junto a Eduardo Alvariza una entrevista a Tanco para el número aniversario de los 45 años del semanario. Fue una charla larga, de horas, un poco desordenada y agotadora por su verborragia y nivel de abstracción.
El desenlace lo destinamos a la política y a realizar un listado de los principales dirigentes del momento. “No me los imagino como presidentes”, nos dijo en referencia al blanco Luis Lacalle Pou y al oficialista Daniel Martínez. No van a cumplir con los requisitos necesarios, aventuró, y dijo que está esperando, como un espectador desde el sillón —con pop incluido—, el momento en que Martínez sea enviado una vez más a las catacumbas de su partido político.
Dos encuestas divulgadas los últimos días me volvieron a llevar a esa tarde compartida con Tanco. La primera es de Cifra y concluye que el 40% de los uruguayos no tiene decidido a quién votar o lo hará en blanco o anulado. La segunda, de Equipos, registra que por primera vez en décadas ninguno de los líderes políticos de los distintos partidos tiene un saldo de popularidad favorable en la opinión pública.
“Cuando hay tantos indecisos, en un país como Uruguay que siempre fue muy ‘camisetero’, eso sugiere que los partidos (todos los partidos) no están satisfaciendo las expectativas de muchos de los electores. Los próximos 18 meses serán mucho más decisivos para determinar qué sucederá en las próximas elecciones presidenciales que en instancias anteriores, donde ya la gran mayoría del electorado tenía un partido preferido a esta altura del calendario electoral”, señala el análisis de Cifra.
Son varios los factores que pueden llevar a los uruguayos a no querer votar o a no haberse decidido por ninguna de las opciones. Desencanto, fastidio, falta de claridad en las alternativas posibles. Todo eso está arriba de la mesa, todo más un menú que logra entusiasmar muy poco.
Darwin tenía razón: la oferta es el gran problema. Quizá por eso, ante la cercanía del acto eleccionario y la pobreza de alternativas, casi la mitad de los votantes optan por mantenerse al margen. Quizá una segunda vuelta entre Martínez y Lacalle Pou, el escenario más probable al día de hoy según todos los especialistas, es visto por ese 40% de indecisos como no acorde a la carrera presidencial.
Por supuesto que cualquiera de ellos dos puede llegar a ser primer mandatario. Es más: hoy es lo más probable. Pero las encuestas están mostrando cierto fastidio creciente con la situación. Un grueso importante de los votantes observa ese escenario mucho más desde la resignación que de la convicción.
No hay marea, no hay arrastre que sacuda las estructuras del sistema político. José Mujica lo representó hace una década, Tabaré Vázquez hace dos y antes Jorge Batlle y Julio Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle. Desde mi labor profesional me tocó conocerlos a todos ellos y, aunque muy distintos, mostraban características similares: una impronta avasallante en todo momento, un discurso motivador del pensamiento y un carisma de esos que provocan pasiones, aunque sean a favor o en contra.
No está pasando lo mismo con nadie en estos días. Al menos así lo muestran los sondeos de opinión pública. Es muy significativo que, aunque con saldo negativo, los dos políticos más populares de Uruguay sean Mujica y Vázquez, ambos líderes de cerca de ochenta años y que han estado bajo los focos por décadas. Es muy representativo de la realidad actual que muchos estén esperando que Danilo Astori no compita para recién pensar en grande porque no se sienten a la altura. Es muy sintomático que los blancos no logren aumentar su intención de voto en el peor momento del Frente Amplio y que los colorados estén por debajo del Partido Independiente en una de las últimas encuestas.
Es cierto que faltan más de 19 meses para las próximas elecciones nacionales y que recién entramos en la etapa de las definiciones importantes. Mucho puede cambiar en poco tiempo y más en momentos en los que reina la incertidumbre. Pero da la sensación de que, al igual que Darwin, son pocos los que ven dentro de las alternativas actuales al futuro presidente. Por ahora manda el sillón y el pop y la expectativa por la debacle de los postulantes o por el surgimiento de nuevos o reciclados abanderados. Al menos por ahora.