Delitos y pandemia: un Guapo contra el mundo

Delitos y pandemia: un Guapo contra el mundo

La columna de Gabriel Pereyra

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Nº 2111 - 18 al 24 de Febrero de 2021

Cuando en medio de críticas cruzadas se pedía la renuncia del entonces ministro del Interior, Eduardo Bonomi, señalé públicamente que me parecía que era la mejor gestión de un titular de Interior, con los costos que significa en este país tomar partido por algo o alguien. Aún ladran. Y lo hice cuando los delitos subían y subían. Sobre el final de su gestión, lo critiqué, aunque pocos parecen haber tomado nota de eso, y también lo hice cuando los delitos aumentaban. Entonces, luego, expresé que no me parecía que la suba o baja de los delitos significara per se un signo de buena gestión. Por supuesto que es mejor que bajen, pero pueden bajar y tener una Policía corrupta, o seguir teniendo síntomas de una violencia social que las más de las veces no tiene relación con el delito y así otros factores que completan el complejo cuadro de la seguridad pública.

Hace unos días el gobierno dio cifras de casi todos los delitos a 11 meses de su gestión (¿por qué no se esperó al año?) y todos los mencionados bajaron.

Digo casi porque hay un delito que no se mencionó, aunque no resulte significativo en su magnitud, pero que puede ayudar a completar un razonamiento: si hay menos rapiñas porque hay menos gente en la calle y menos hurtos porque hay mucha gente en sus casas, lo lógico sería que los delincuentes entren a las casas con sus moradores adentro, y eso se llama copamiento. El gobierno no dio cifras de copamiento.

Pero este razonamiento parte de la base de que uno de los factores de la baja de los delitos es la pandemia por el coronavirus.

Ojo, también está que nos alejamos del llamado “efecto noviembre” que se dio cuando entró en vigencia el nuevo Código del Proceso Penal que causó un aumento de los delitos (lo confirma un trabajo de la Universidad pública). Y no hay que restarle importancia a la gestión ministerial, que entró pisando fuerte y reclamando a los uniformados una mejor actitud. Hay versiones de distintas fuentes de que se nota una actitud más proactiva de la Policía. Escoba nueva barre mejor.

Pero insólitamente, muy insólitamente, el gobierno se niega a reconocer el efecto de la pandemia en la baja de los delitos.

Dijo el ministro del Interior, Jorge Larrañaga: “La inmovilidad de la gente se dio más fuertemente entre el 13 de marzo y el 14 de abril. Esa es la realidad. La delincuencia usó tapabocas solo para mejorar los perfiles de la delincuencia, pero no hizo cuarentena. Tenemos más presos y no están porque fueron a la cárcel y tocaron la puerta para entrar”.

Entre los tantos datos que surgieron de la pandemia estuvo que en 2019 ingresaron al país poco más de cinco millones de personas, y en 2020 poco más de un millón. Cuatro millones de potenciales víctimas menos. Pero nada, no hay como entrarle. ¿Es este un invento de los uruguayos para disminuir las virtudes del ministro?

Chile

Animal político, un portal chileno dijo que “aunque (el delito) ha cedido, lo ha hecho con intensidades distintas según el delito, y también han proliferado ciertos modus operandi adaptados a las condiciones de confinamiento”, pero la baja “es coherente con las restricciones de movimiento —disminución de contactos en frecuencia y diversidad— durante la pandemia”. Bueno, parece que en Chile el argumento de la pandemia funciona.

Argentina

Título a cinco columnas del diario bonaerense La Nación: “Coronavirus: por la cuarentena bajaron 89 por ciento los delitos en la ciudad”.

Y no son los malditos medios los que sacan estas conclusiones atrevidamente. El secretario de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, confirmó que los índices de delitos se han “desplomado” en estos días por la pandemia. “Ya no hay arrebatos, hay que mantener la seguridad en los barrios para evitar el robo a las casas, pero el resto de los delitos prácticamente desapareció porque no hay circulación”, dijo, mientras que un trabajo académico de la Universidad Di Tella concluyó: “Efecto pandemia: el índice de delitos es el más bajo desde 2008”. Bueno, parece que en Argentina el argumento de la pandemia sí funciona.

Brasil

Título de O Globo: “Río de Janeiro registra un descenso en los homicidios durante la pandemia”.

En tanto, el Instituto de Seguridad Pública (ISS) de Río indicó que “tanto la fuerte caída de los homicidios como el incremento de los delitos cibernéticos fueron influenciados por las medidas de confinamiento social implementadas para evitar la propagación del nuevo coronavirus, que ayudaron a reducir la delincuencia en las calles, pero aumentaron la criminalidad virtual”. Bueno, parece que en Brasil el argumento de la pandemia también funciona.

El Salvador, Colombia, Guatemala, Perú

América Central es la zona más violenta del mundo. Pero El Salvador bajó los delitos en un inusitado 25%.

La agencia de noticias AP señaló: “En tiempos del nuevo coronavirus, autoridades y ciudadanos de varios países de Latinoamérica afirman que una consecuencia de la cuarentena parece ser la caída del crimen, especialmente en las calles, pero también advierten el ascenso de la violencia contra las mujeres”.

“El Salvador, considerado uno de los países más violentos del mundo, reportó apenas 65 asesinatos en marzo, un descenso histórico comparado con los 600 por mes de hace unos años”, agregó la AP.

La agencia de noticias indicó que “las estrictas prohibiciones para salir de casa en Colombia también parecen haber ayudado a la disminución de actos delincuenciales, aunque los analistas temen que solo sea por el corto plazo”.

Logros a corto plazo. Registremos este concepto que quizás, solo quizás, pueda tener que ver con las cifras dadas a conocer por el gobierno uruguayo a los 11 meses, no al año, de gestión.

“En Guatemala”, dice la AP, “la fiscalía también reportó descensos en la incidencia delincuencial y cree que se debe a la sensación de mayor seguridad por la presencia en las calles de los uniformados. También por las restricciones a la movilidad, comercio e industria”.

En Perú, el expresidente Martín Vizcarra informó a fines de marzo que los delitos cayeron 84% luego de que el país de 32 millones de habitantes casi se paralizara durante el día y anulara su vida nocturna.

Y esta conclusión no la saca solo la maldita, atrevida, prensa: “Cayeron los robos en sus amplias modalidades y el ministro del Interior peruano, Carlos Morán, lo atribuyó a que no hay vida social activa, ni consumo de alcohol, que es el detonante”.

Bueno, parece que en El Salvador, Colombia, Guatemala y Perú, el argumento de la pandemia como una de las causas, parece que la principal, en el descenso de los delitos es aceptada por medios de comunicación, centros académicos y, ay, gobernantes.

Ecuador

En Ecuador el portal Primicias informó que “la crisis sanitaria por el Covid-19 y el aislamiento ordenado por el gobierno frenaron las estadísticas (de delitos) en seco. Incluso, la Policía registra ya varios días sin muertes violentas en el país: un hecho inédito. Otros indicadores que manejan el Ministerio de Gobierno y la Policía Nacional muestran el comportamiento de los robos, que han descendido durante la emergencia, en el periodo comprendido entre el 12 de marzo y el 10 de abril comparados con el mismo lapso de 2019”.?Y no es la estridente y atrevida prensa la que saca estas conclusiones. Fíjense al extremo en que llegan las autoridades colombianas que, presumo atrevidamente, no hacen otra cosa que admitir lo evidente para no quedar en ridículo: “Roberto Santamaría, jefe de planificación del Comando General de la Policía, dice que estos datos se explican por sí solos debido a que las personas están saliendo mucho menos de sus casas”. O sea, en Ecuador el efecto pandemia para justificar la caída de los delitos no solo funciona, sino que es considerado el único factor que explique el comportamiento de la delincuencia.

Bolivia, España

El diario El Universal informó que por primera vez la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) en Bolivia “muestra resultados alentadores. En el conjunto de las 70 zonas urbanas estudiadas, el porcentaje de adultos que afirmó sentirse inseguro en su ciudad disminuyó de 73.4 a 67.8%. Se trata del mejor resultado desde que se empezó a levantar la encuesta en 2013”.

Se pregunta: “¿Qué pasó en el primer semestre de 2020 que pudiera producir una caída tan pronunciada en el número de delitos?”. Pregunta de segundo de escuela, y se responde: “La pandemia y todo lo que trajo aparejado: las medidas de distanciamiento social, la reducción de la movilidad y el colapso de la actividad económica”.

Sobre un país desarrollado como España, me limitaré a reproducir un título de portada del periódico catalán La Vanguardia: “Los delitos en Madrid bajaron un 30% en 2020 por la pandemia”.

Conclusión

¿Será necesaria una conclusión cuando el mundo admite que la baja en el delito se debe a la pandemia y en Uruguay, aunque los analistas, me sumo, le agregaron a la pandemia otros factores, ¡incluso la gestión ministerial!, las autoridades se enojan?

¿Cómo pueden pensar que a alguien le vendría bien que las cosas fueran mal cuando eso le puede costar la vida a un hijo?

Ojalá el mundo esté equivocado y aquí se consolide la baja de delitos y no como dicen algunos gobiernos que con el tiempo los delitos retomarán su tendencia creciente. Le deseo lo mejor a Larrañaga, que agarró este fierro caliente con entereza.

Digo esto por convicción y porque sé que le va a dar un poco de escozor al ministro Larrañaga, que luego de demostrarme niveles inéditos de confianza (tranquilo, ministro, quedarán en la intimidad porque sigo siendo el mismo), me atribuyó en estos días actitudes mezquinas.

Lejos de enojarme, le tengo una simpatía personal a Larrañaga y me da grima que realmente piense que los logros no tengan que ver con la pandemia. No tengo necesidad de decirlo y menos en estos momentos, pero anhelo que los festejos de hoy no sean los pesares del mañana.

Ojalá no sea así. Pero mis predicciones, muy lejanas a lo que deseo, me están diciendo otra cosa. Ojalá me equivoque y la perrada venga por mis garrones. Garrones, sí.