N° 1978 - 19 al 25 de Julio de 2018
, regenerado3N° 1978 - 19 al 25 de Julio de 2018
, regenerado3Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáYa es cada vez más evidente que el contexto económico en lo que resta de la administración de Tabaré Vázquez se presentará más y más complicado, tanto por factores externos como por el hecho de que la realidad política hace que no se pueda tomar las medidas necesarias para tratar de mitigar el cambio desfavorable en la situación regional e internacional.
Comenzando por el mundo, esta semana el FMI publicó la actualización de sus proyecciones de crecimiento para la economía mundial tanto para este año como para el que viene. Si bien se mantiene la expectativa de un crecimiento de 3,9% tanto para 2018 como para el 2019, el FMI advirtió que ese crecimiento será más desparejo (a diferencia de la “sincronización” de la que se hablaba durante todo el segundo semestre de 2017 y el primer trimestre de este año). A su vez, señaló que los riesgos para que se concrete esa expansión se han incrementado, particularmente por las crecientes tensiones comerciales y por condiciones financieras algo más restrictivas.
A escala regional, el panorama luce crecientemente complicado tanto en Argentina como en Brasil, por una combinación de desequilibrios económicos e inestabilidad política que en alguna medida se retroalimentan, en un contexto donde los capitales del exterior ya no están tan dispuestos a ingresar a la región ante la suba de las tasas de interés que está aplicando la Reserva Federal en EE.UU. Desde el punto de vista de Uruguay, el escenario más probable a esperar de la región es uno de deflación en dólares de caída en la demanda por bienes y servicios uruguayos, y de mucha mayor competencia en terceros mercados por parte de los exportadores argentinos y brasileños.
Este shock negativo que se está recibiendo desde el exterior lleva a un freno en el nivel de actividad y del gasto interno, a una mayor retracción del empleo y suba del desempleo, a un aumento de la inflación por la mayor devaluación del peso, y a una ampliación del déficit fiscal por la caída de la recaudación. Todos estos fenómenos se han estado observando en las últimas semanas, y probablemente se van a intensificar en los próximos meses, dado que es virtualmente imposible pensar en que de cara a las elecciones del año que viene el gobierno vaya a plantear las medidas necesarias para absorber de mejor forma el cambio negativo en el contexto regional e internacional.
Así, en lugar de reducir el gasto público para compensar la caída en la recaudación generada por el menor nivel de actividad y de gasto, en la Rendición de Cuentas se lo aumenta. A eso hay que agregar el impacto que tendrá el ciclo político de cara a las elecciones del 2019 (alguna cinta habrá que cortar y alguna obra habrá que mostrar). En lugar de desindexar la política salarial para acelerar el proceso de caída de los salarios en dólares, se mantiene básicamente un esquema de negociación salarial en el que el objetivo implícito es que no caigan los salarios reales y se sigan recuperando los salarios “sumergidos”.
Sin un cambio favorable en el contexto regional e internacional, y con parálisis en cuanto a modificaciones en la actual combinación de políticas económicas que se están aplicando a escala fiscal, salarial y monetaria-cambiaria, la dinámica que está adquiriendo la economía uruguaya será cada vez más insostenible, y los desafíos de ajuste que tendrá el gobierno que se instale a partir del 1º de marzo de 2020 serán enormes. No solo incluirán los tradicionales temas de coyuntura (alto déficit fiscal y crecimiento insostenible de la deuda pública, atraso cambiario, pérdida de empleo, bajo crecimiento del PBI o incluso recesión, alta inflación, etc.), sino que también tendrá que hacer frente a los temas estructurales que ineludiblemente habrá que solucionar en áreas tales como el tamaño del gasto público y su eficiencia y eficacia, la inserción internacional, la calidad educativa a todo nivel, la infraestructura, la regulación del mercado laboral y la mayor desregulación de todos los mercados de bienes, servicios y factores productivos, entre otros.
Será bien interesante ver cómo se articula la discusión respecto a estos temas de cara a la próxima campaña electoral, tanto por parte del oficialismo como sobre todo de la oposición. Mientras tanto, y dado que parecería ser que el Poder Ejecutivo va a seguir en “piloto automático” como si nada estuviera pasando, viviendo en su realidad virtual de cuento de hadas, el sector privado haría bien en adoptar una política de suma prudencia en materia de gasto tanto de consumo como de inversión, y aumentar su ahorro neto en moneda extranjera.