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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl pasado jueves 10 de abril, organizada por los cancilleres de la Unasur, hubo una reunión entre el gobierno de Venezuela y representantes de parte de la oposición política. Participó también el nuncio, quien leyó una extraordinaria carta del papa Francisco pero lamentablemente parece que no fue entendida.
Esta iniciativa está destinada al fracaso.
Lo primero que hay que destacar es que los organizadores, los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil, se olvidaron que las masivas protestas se iniciaron y son lideradas por los estudiantes y, a pesar de ello, estos no estaban representados en la mesa. Fue un grave error, como es el pretender una negociación con líderes opositores presos o perseguidos como Leopoldo López, los alcaldes o María Corina Machado. Mucho mayor error es esperar que de una mesa de diálogo, en los términos y en las condiciones en las que la organizaron, pueda surgir una solución para la restauración de la democracia en Venezuela y para empezar a resolver los enormes problemas que ese país tiene.
Ninguna dictadura, y la del chavismo en Venezuela lo es, cambia sus métodos y se vuelve democrática por medio de negociaciones, salvo cuando han perdido el poder, como ocurrió en la década de los 80 con las dictaduras del Cono Sur, totalmente devaluadas internamente y muy presionadas por los países democráticos del mundo.
Los dictadores, sus colaboradores y sus cortesanos no renuncian al poder voluntariamente. El poder no solo es muy adictivo sino que hace crecer, en forma exponencial, la soberbia de los dictadores que terminan creyéndose muy superiores a los demás y, por ello, que son imprescindibles, para y por el “pueblo”, deben seguir en el poder imponiendo sus ideas y sus políticas a palos si la gente se les opone y muestra disconformidad.
El poder hace que los dictadores pierdan contacto con la realidad; se creen su propio relato. En Venezuela las protestas se iniciaron por problemas muy concretos y evidentes: inflación, la más alta del mundo; inseguridad, más de 25.000 asesinatos por año; y desabastecimiento de alimentos y todos los productos de primera necesidad. El gobierno, con el presidente Maduro a la cabeza, niega que aquellos sean los motivos de las masivas y crecientes protestas y acusa a los manifestantes de estar dando un golpe de Estado. Además, los agrede tratándolos de fascistas, golpistas, vendidos al imperio, etc. Reprime las protestas no solo con las fuerzas públicas sino —y lo que es mucho peor— con los paramilitares, los llamados “colectivos”, émulos de los “camisas negras” de Mussolini y de los “camisas pardas” o SS de Hitler, responsables de casi todos los muertos, heridos y desaparecidos que hasta ahora han ocurrido.
La dictadura se aferra al poder intentando imponerse a la fuerza violando los derechos humanos fundamentales de los venezolanos, pero no lo hace solo por el poder. Maduro y sus cómplices además de pretender mantenerse en el poder tienen enorme interés en mantener las posibilidades de seguir robando, como lo han estado haciendo. Esta es la segunda razón importante por la que las dictaduras no se retiran y se vuelven democracias en una mesa de diálogo como esta.
En tercer lugar, los dictadores no pueden dejar el poder ni permitir un Poder Judicial independiente porque no quieren terminar presos por las groseras violaciones a los derechos humanos que han cometido y por los demás delitos, particularmente los resultantes de la corrupción y del despilfarro de los recursos del país.
En cuarto lugar, los dictadores y sus cortesanos no quieren perder los dineros que han acumulado. Si dejan el poder se encuentran en graves problemas para conservarlos gracias a las colaboraciones entre las justicias de los países. Además, no tienen dónde vivir ya que no muchos países están dispuestos a recibirlos y, en los que lo están, en este caso dictaduras donde ni con plata se vive bien como Cuba o países con regímenes populistas amigos como Nicaragua o Ecuador, que no les pueden garantizar que en un futuro más o menos próximo no sean extraditados a enfrentar a la Justicia en su país.
Por último, en Venezuela se agregan los problemas personales de algunos de los principales jerarcas del régimen, como Diosdado Cabello, que están acusados de narcotráfico por Estados Unidos y saben que sin la protección del gobierno terminarán extraditados y enfrentando a sus cortes.
Como si las razones anteriores no fueran suficientes hay que recordar que los intereses de la dictadura cubana en Venezuela son también enormes obstáculos para que la mesa de diálogo tenga éxito.
Por un lado, la dictadura cubana necesita el petróleo que la dictadura venezolana le regala, unos U$S 10.000.000.000 anuales, por lo que no puede permitir que Maduro acepte en la mesa de diálogo democratizarse. No hay duda que si Venezuela le corta la financiación a Cuba, la escuálida economía de la isla recibiría un golpe de gracia terminal.
Por otro lado, finalmente la dictadura cubana ha logrado colonizar a un país, que además tiene una enorme riqueza petrolera. Esto le ha permitido iniciar realmente su expansión imperial: no solo controla Venezuela, incluyendo sus fuerzas armadas, sino que gracias al petróleo venezolano ha logrado una enorme influencia en los países que se han vuelto dependientes de él.
La dictadura venezolana ha perdido los apoyos internos que en su momento tuvo y ha llevado al país a la ruina en medio de una violencia intolerable. Es más, a pesar de la represión los venezolanos mayoritariamente y usando el único medio que les queda, siguen manifestándose en las calles, quieren y exigen la reconstrucción de la democracia y la aplicación de políticas sensatas que encaminen las soluciones de sus principales problemas.
La democracia en Venezuela solo será posible si los países democráticos presionan enérgicamente a la dictadura exigiéndole el respeto a los derechos humanos y la restauración de la democracia como debe ser. No está ocurriendo y para peor algunos presidentes latinoamericanos como Rafael Correa siguen apoyando incondicionalmente la dictadura. Este caso es destacable ya que el canciller de Ecuador es uno de los mediadores. ¿Se lo puede tomar en serio?
Para vergüenza de los ciudadanos demócratas y solidarios latinoamericanos, sus gobiernos y sus dirigentes políticos siguen actuando como si en Venezuela no hubiera una dictadura y solo hubiera un enfrentamiento político entre la “derecha” y la “izquierda” o entre dos modelos de país.
La democracia en Venezuela será reinstalada cuando los países democráticos presionen a la dictadura, como hicieron con las del Cono Sur o la de Fujimori. Hoy además tienen mayores instrumentos para hacerlo, ya que a la OEA se han agregados otras organizaciones internacionales como el Mercosur y la Unasur que exigen a los países que las integran el respeto por las reglas de la democracia y los derechos humanos.
La violencia trae más violencia. Las represiones de la dictadura de Maduro, que ya lleva entre otras cosas más de cuatro decenas de muertos, serán enfrentadas con más fuerza, continuará la espiral de violencia. Siempre ha ocurrido así pero además lo hemos estado viendo en Siria: la represión a las protestas llevó a una violencia incontenible con centenares de miles de muertos y una espantosa tragedia humanitaria.
Para que la mesa de diálogo de la Unasur tenga éxito, como toda persona de bien desea, es imprescindible que los gobiernos reconozcan que el régimen chavista es una dictadura y lo presionen enérgicamente para que respete los derechos humanos y los fundamentos de la democracia.
¿Cuántos muertos, heridos, torturados, detenidos, violentados se requieren para que los gobiernos democráticos empiecen a presionar a la dictadura chavista?
¿No deberán los gobiernos y políticos asumir sus responsabilidades y como demócratas presionar a la dictadura venezolana ya?
Hasta ahora nuestro gobierno y nuestros representantes no lo han hecho. Por el contrario, algunos políticos o agrupaciones políticas han apoyado abiertamente a la dictadura, lo que da pocas esperanzas de que asuman su responsabilidad como representantes de los uruguayos y presionen a la dictadura como es su obligación.
Arq. Juan Andrés Sienra
CI 998.166-3
Punta del Este (Maldonado)