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La escalera de la sede central de la Vertiente Artiguista, en San José y Zelmar Michelini, está llena de folletos con la foto sonriente de “Pepe Bayardi presidente” que esperan para comenzar la campaña. José Bayardi (61 años) es un médico de poco consultorio porque se dedicó a la actividad política desde que adhirió al Frente Amplio a los 16 años, fue ministro de Trabajo y de Defensa y estuvo 25 años de parlamentario.
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Ahora, como postulante a dirigir el partido a cargo del gobierno, dice cosas fuertes: se ha debilitado el objetivo fundacional del Frente Amplio, la discusión interna es inexistente o es apenas una cuestión burocrática, administrativa, que no es motivante y el Frente corre el riesgo de ser desplazado del Poder Ejecutivo si continúa en la línea de discutir solo qué candidato puede llevar mejor al triunfo. Dice además que si gana la interna no dudará en cuestionar a su propio gobierno, como ahora con el decreto de esencialidad en la educación.
—¿Por qué quiere ser presidente del Frente Amplio?
—Asumir la candidatura a la Presidencia del Frente Amplio es un desafío que se produce gracias al respaldo y la propuesta inicial de la Vertiente Artiguista. Es necesario fortalecer el trabajo político del Frente, que ha decaído de manera sustantiva. Nacimos para el trabajo político permanente, y perdimos la capacidad de discutir internamente para ponernos de acuerdo y trabajar de cara a la sociedad.
El Frente se ha debilitado en su objetivo fundacional. El trabajo político permanente se ha debilitado porque la discusión interna es inexistente, se ha transformado en una discusión burocrática, administrativa, que no es motivante. Eso ha sido uno de los factores que ha alejado la participación. Otro factor es la lucha por espacios de poder. Esto puede ser legítimo, siempre y cuando se tenga la necesidad de definir una línea de trabajo determinada y avanzar en ella. El Frente tiene la necesidad de revertir esta situación. Es obvio que tenemos carencias en la incorporación activa de jóvenes pero también de la cultura, del plano profesional, del espacio empresarial. Hay empresarios frenteamplistas, porque en una sociedad que llegás a la mitad del electorado esto es así. Estamos un poco anquilosados en las formas de participación interna. Creo que es un desafío grande revertir esta situación.
—¿En Uruguay observa la llegada de outsiders a la política? Se ha hablado de Edgardo Novick.
—Hay ejemplos muy malos. Uno de ellos fue (Alberto) Fujimori y lo que ha significado para Perú. Pero podemos plantear a Abdalá Bucaram (en Ecuador), hay muchos ejemplos negativos. Novick tiene una procedencia del Partido Colorado, en campañas electorales de Jorge Batlle, pero se transformó en un outsider. Los referentes políticos sin partidos terminan siendo relativamente peligrosos para la institucionalidad.
—Usted habla de fortalecer el trabajo político del Frente Amplio. ¿Cree que está en juego la permanencia del Frente Amplio en el gobierno?
—El objetivo de cada partido debe ser —en primer lugar— acceder al gobierno para realizar las transformaciones que cree que una sociedad necesita en un momento determinado. Está claro que es más fácil impulsarlo desde el gobierno que desde la oposición y es importante para el país que el Frente se mantenga en el gobierno. Si el Frente como partido no asume la necesidad de su fortalecimiento, se corre peligro de que concentremos todo en quién es el candidato que nos puede llevar mejor al triunfo. Y cuando un partido se concentra solo en ver quién es el mejor candidato, se debilita como partido y pierde gran parte de su razón de ser en política. El peligro radica en que perdamos el norte de cuál es el objetivo del partido. Si eso pasa como partido entonces sí que corremos el riesgo de perder las elecciones.
—¿Eso aún no pasó?
—Creo que aún no pasó. Pero si no corregimos el estado de situación se profundiza el camino de perder el rumbo para el que nacimos.
—El ex dirigente Ruben Abrines dijo en Facebook que el éxito de haber llegado tres veces al gobierno atenuó un debate necesario agravado por la migración de cuadros a la gestión. ¿Qué opina usted?
—El estar en el poder y gobernando desgastó al Frente Amplio. Es cierto. Cuando nosotros estuvimos en la oposición, con altibajos, siempre tuvimos rumbo de acción política. Siempre lo tuvimos, es cierto y por eso supimos llevar adelante la defensa de las empresas públicas y enfrentar la ofensiva neoliberal. En el momento de crisis del 2002 supimos construir un espacio de articulación social importante. El problema es que cuando llegamos al gobierno estábamos en un momento del país complicado y Tabaré Vázquez necesitaba dotar de gobernabilidad y para eso se llevó a los principales referentes. Por lo tanto la discusión dejó de procesarse en la fuerza política y pasó al espacio de gobierno. Esto debilitó al aparato político en lo que tenía que ver con la discusión.
Dejamos de discutir internamente, y dejamos de tener canales de participación con la sociedad. La gente no hace síntesis política sola. El partido político es el que tiene que trabajar para que la sociedad haga síntesis. Otra función es pararse frente al gobierno y decirle que entiende que tal o cual gestión está equivocada. Tiene que poder decírselo.
—Ese es un tema que ha generado polémica en el Frente Amplio. ¿Está preparado para cuestionar al presidente Vázquez si corresponde?
—Si el partido está fuerte y su valoración es producto de un trabajo colectivo, quien esté en la presidencia del partido va a tener que ir de acuerdo a lo que el partido vaya definiendo.
Algunos frenteamplistas sostienen que cuestionar al gobierno es debilitarlo. No, no. No defender al gobierno es debilitarlo. No cuestionar al gobierno en aquellas medidas que pueden estar mal de ninguna manera es debilitarlo. Somos una democracia de partidos.
—Si tuviera que valorar del 1 al 10 hasta ahora el segundo gobierno de Vázquez, ¿qué puntaje le pondría?
—Puntearía en el entorno de seis. Hubo acciones durante el primer año que fueron equivocadas. Yo, que declaré cinco veces la esencialidad siendo ministro, pienso que la esencialidad en la educación estuvo equivocada. ¡Porque nunca se debe declarar la esencialidad si no se puede cumplir con la tarea! Y eso horadó o golpeó al gobierno en su primer momento.
Otro tema que horadó y golpeó al gobierno fue la disidencia interna y la mala defensa que se hizo de la situación de Ancap. Yo critico algunas afirmaciones de figuras importantes del Frente. Por ejemplo, cuando Pepe Mujica dice ‘la chamboneamos’. O cuando el caso de Pluna, que se dijo ‘me equivoqué’ y no se aclara porqué, creo que está debilitando la apreciación de los frenteamplistas, porque hay que decir en qué me equivoqué y en qué no me equivoqué. Ejemplo Ancap. Creo que todas las inversiones que se hicieron eran necesarias, había que hacerlas.
¿En qué nos equivocamos? En que en un país en el cual el déficit fiscal aumentaba, la programación financiera de las inversiones estuvo desfasada de las necesidades que el país tenía desde el punto de vista fiscal. Yo defiendo lo de Alur y el que no defienda lo de Alur que vaya al noroeste y se pare en una plaza y diga que no lo defiende.
—En educación el Frente parece como que quedó trancado.
—Ha faltado liderazgo. Ha faltado liderazgo político y social. Entre los docentes ha faltado para encabezar las transformaciones.
—¿Al Frente lo están corriendo por izquierda ahora que ha llegado al gobierno?
—A la izquierda mía no hay nada. Los extremos se tocan por las puntas. En este momento de la coyuntura se están tocando por las puntas.
De todas formas, hay compañeros que piensan que las transformaciones se pueden desarrollar a un ritmo mayor y hay un gran poeta latinoamericano, Silvio Rodríguez, que dice que es fácil agitar a la tropa solar el manifesto marxista en la historia del hambre. Pero lo que es difícil es atender el hambre de la tropa solar. Nosotros creemos que lo estamos haciendo.