• Cotizaciones
    sábado 15 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El PIT-CNT y los partidos políticos

    POR

    Sr. Director:

    , regenerado3

    “¡Oh, soberbios cristianos, débiles y miserables, que ciegos de los ojos del entendimiento os fiáis de los pasos que os hacen retroceder! ¿No conocéis que somos gusanos, destinados a formar la celestial mariposa, que sin reparo alza el vuelo hasta la justicia eterna? ¿De qué se ensoberbece así vuestro espíritu? Sois como defectuosos insectos, como gusanos que no han llegado a formarse bien”1.

    Fernando Gambera lleva ya unos cuantos años como directivo de AEBU. Ha sido y es así debido al resultado de elecciones democráticas entre los afiliados y las afiliadas que son, necesariamente, votantes de todos los partidos políticos. Debo entonces comenzar expresando el mayor de mis respetos hacia su persona y sus ideas, me gusten o no sus dichos (como me merecen igual respeto a la hora de debatir ideas quienes ocupan cargos en representación de determinados conjuntos de compatriotas en el Poder Ejecutivo, en el Parlamento y en las organizaciones sociales). El compañero Fernando es, además —me he cruzado con él un par de veces—, amable y me parece que cordial en el trato.

    Pero el respeto queda rengo si no va acompañado, siempre, de la más sana crítica. El pasado jueves 21 de diciembre Búsqueda daba cuenta de que, en una reunión de la Corriente Sindical Articulación, Gambera manifestó lo siguiente: “¿Cuál tiene que ser nuestro rol el año que viene?”. Se contestaba que “si queremos defender la democracia, es sacar a la derecha del gobierno. Ese es nuestro rol. Eso es, de alguna manera, honrar la frase que acuñó este movimiento sindical de que somos independientes pero no indiferentes, que no prescindimos de lo que pase en la vida política del país”. (Yo diría que no se puede ni debe ser indiferente a nada de lo que pase en la vida del ser humano en todas sus esferas de actuación, no solamente en la política).

    Continuó afirmando lo siguiente: “Por lo tanto, nuestra tarea fundamental a partir de este momento y durante el año que viene es lograr que nuestro pueblo ponga un gobierno que tenga una sensibilidad diferente a la que ha tenido el que tenemos, que permitió que haya un traslado de capital y de riqueza a las cuentas de los que más tenían”.

    Efectivamente: que la sensibilidad de muchos integrantes del actual gobierno ha defendido en los hechos más a los “malla oro” que a la mayoría del pueblo creo que no necesita demostración. Pero lo que quiero confrontar es lo que considero un profundo error acerca de cuál debería ser la concepción de un actor social como lo es el movimiento sindical. En tal sentido, lo primero a desterrar son determinadas actitudes personales o posturas “de aparato” que no contribuyen a la mejor de las discusiones que fraternalmente deben hacerse.

    Lo primero a desterrar es la soberbia. Sí, porque cada vez que cometemos un acto de soberbia algo nuestro (feo, desagradable, despreciativo y además torpe) sale a flote. No es necesario acudir a la Biblia para que —especialmente quienes hemos intervenido e intervenimos en actividades públicas— hayamos aprendido después de décadas en las cuales, muchas veces, hemos caído o llegado al borde de caer en ese primer pecado capital, en esa falla clave y grave en las raíces de nuestra existencia.

    No hacerlo es reafirmar el camino que, por lo menos, nos llevará a permanecer en el primer círculo del Purgatorio: allí nos puso el Dante, a purgar ese pecado arrastrándonos por el suelo aplastados por grandes pesos como si un contenedor lleno del más pesado hierro se nos cayera encima. Como si fuera poco, el querido y sabio Don Quijote también nos advertía que “la ingratitud es hija” de esta Señora Soberbia, que a veces nos hace creer que valemos más de lo que somos, que tenemos más méritos y atributos y capacidades que los demás. Un baño con el jabón enorme y espumoso de la humildad hay que dárselo todos los días de nuestra vida.

    ¿Habrá pensado Gambera en cómo pueden caer sus palabras en los oídos de trabajadoras y trabajadores votantes de los llamados partidos tradicionales, de Cabildo Abierto o del Partido Independiente? ¿Cuánta soberbia hay que tener para pensar que “nosotros” podemos marcarle al pueblo uruguayo cuál es el camino que debe transcurrir para alcanzar la pública felicidad? ¿Cuánta ingratitud hay que sentir para olvidarnos de la libertad personal de aquellos y aquellas que nos pusieron en un lugar de responsabilidad que debería ser representativo del conjunto cualesquiera sean las opiniones partidarias?

    Intentar convertir a los sindicatos y al PIT-CNT en una especie casi humorística de think thank sociopolítico que opere a favor del Frente Amplio —como otros “más serios y liberales” notoriamente lo hacen a favor de los poderosos— es realmente desconocer una manera de ser nacional que en este aspecto debería enorgullecernos y mucho.

    Los problemas mayores que tenemos como pueblo se derivan efectivamente de la distribución del poder, y consecuentemente de la riqueza que ostentan algunos a costillas de la gran mayoría de nuestra sociedad. Así que el enfrentamiento a esa mala distribución y no otro debe ser uno de los objetivos principales de todas las acciones de una organización que de verdad defienda a las trabajadoras y los trabajadores, sus derechos y mejores condiciones laborales y culturales junto con un mejor salario, y bregue por el correcto funcionamiento de los lugares en que uno desarrolla su labor, sean públicos o privados, para que estén siempre al servicio de la población.

    Para eso es necesario que todos y cada uno de los sindicatos se fortalezcan y crezcan, logrando la adhesión de cada vez más trabajadoras y trabajadores. ¿Por qué todavía tantos y tantas no se suman a nuestras filas? ¿Qué errores podemos haber cometido y cometemos para que no confíen en nosotros? Encontrar la respuesta a estas preguntas y lograr la afiliación de más compañeras y compañeros para la lucha debería ser la principal tarea para poder pararnos con más autoridad ante el gobierno que surja de las elecciones, cualquiera sea el partido que llegue a ocuparlo.

    Y afanarse cotidianamente en todos los órdenes de la vida para que no haya explotados ni explotadores no puede enredarse con consignas travestidas en concepciones del tipo “somos independientes, pero no indiferentes”, que terminan en actitudes que ingenuamente o no pierden de vista que la esencia de la fortaleza sindical debe estar en la unión de todos los agremiados y agremiadas, voten al partido que voten.

    La línea divisoria no puede ponerse entre “integrantes de la coalición y el Frente Amplio”. La línea debe estar entre poderosos y débiles, y esta clara separación —si se hila fino— termina por sí sola distinguiendo a unos y otros dentro de cada partido, porque progresistas y conservadores del statu quo hay en todos ellos. ¿O me equivoco?

    Creo humildemente que deberíamos tener la capacidad de preguntarnos por qué hay decenas de miles, en verdad cientos de miles, que estando en contra del aumento de la edad jubilatoria y otros aspectos muy negativos del retroceso previsional2 —y que además desconfían de las AFAP— no participaron activamente en las concentraciones y marchas convocadas por nuestra convención cuando se estaba discutiendo el proyecto de ley. Si se hubiera sabido convocarlos, otros gallos estarían cantando nuestras canciones y no las de quienes están en la vereda de los que decidieron que la “reforma” la paguen las trabajadoras y los trabajadores.

    ¿No será que en ese “no ser indiferentes” a ciertos partidos que se ubican a la izquierda se pierde de vista que tal vez estamos siendo indiferentes a la hora de defender todos los derechos de quienes viven de la realización de su trabajo, sin banderas partidarias? ¿Alguien cree realmente que un compañero o una compañera van a votar a Fulano, Mengana o Zutano porque así “lo orienten” tales o cuales dirigentes y acciones sindicales?

    Si se quiere trabajar para que el FA vuelva a ocupar el gobierno, puede por supuesto hacerse: siempre y cuando se haga desde fuera del movimiento sindical. Pensar que por nuestra acción “las masas” se volcarán a votar a Equis o a Zeta es, me parece, además de espantosamente soberbio, haber aprendido poco de lo mejor de nuestra historia.

    ¿Por qué perdimos aquel formidable nivel de convocatoria que tuvimos en los finales de la dictadura y comienzos de la democracia recuperada? Porque dejamos de tener la enorme representatividad y confianza que entonces teníamos. ¿Y por qué dejamos de tenerla? No hace falta ser Mandrake o David Copperfield para comprenderlo. Dejamos de tenerla precisamente como parte de un proceso donde los partidos políticos no fueron inocentes. En el BPS y la ATSS, por ejemplo, empezó cuando los llamados partidos tradicionales decidieron meterse en el sindicato con listas partidarias (habiendo como había excelentes compañeros y compañeras blancos y colorados) y ello nos llevó a confrontaciones promovidas desde afuera de la organización. Costó bastante atravesar ese proceso. Después siguió con los intentos de injerencias de los partidos de gobierno, incluido el Frente Amplio, y así fue que mantener la verdadera independencia tuvo costos que el conjunto del gremio no se merecía.

    En mi modesto entender, en general se ha dejado de tener aquella representatividad como fruto podrido de la famosa “no indiferencia” que algunos creen no nos hace daño. Cada una y cada uno deberíamos tener la valentía, profundidad y altura necesarias para decirlo y actuar en consecuencia para cambiar esta situación. Nuestros adversarios deberían ser los actos y omisiones de los “malla oro” (ni siquiera las personas), cuando nos lastiman por tener esa malla puesta como si fuera una extensión de su piel y no querer largarla.

    Tal vez, si nos unimos la inmensa mayoría de los que venimos en el pelotón, un país más justo, más humano, más libre y más solidario reaparezca en el horizonte.

    Así las cosas, en el 2024 debería reafirmarse aquella concepción a veces olvidada de unidad, solidaridad y lucha para enfrentar cualquier cosa negativa del actual gobierno y también de la oposición y —al mismo tiempo— deberíamos plantearles nuestra plataforma a todos los candidatos o candidatas a la presidencia de la República y pedirles definiciones claras sobre todos los aspectos de la vida colectiva, como ya se hizo en el 2019 (claramente no estoy inventando nada nuevo), planteándoles cuál es la visión que tenemos del Uruguay que debe construirse, sin excluir a nadie que actúe de corazón y buena fe. Ellos o ellas responderán y cada miembro de nuestro pueblo sacará sus propias conclusiones y actuará en consecuencia a la hora de elegir cuál será el próximo gobierno.

    Una vez más, como eternamente y durante la dictadura, la poesía puede estar para ayudarnos: “Lo nuevo no es arrepentimiento de lo viejo. / Ni el corazón dejará de ser un murciélago ciego en este mundo. / Pero muchas palabras acabarán disueltas en la nada que nombran. / Y entonces diremos que vamos comprendiendo. / Me adhiero al fuego. / Cumplo mi obligación final para con la existencia cuando declaro oscuro sin salida / todo lo que no sea rigurosamente inflamable. / Pero a la misma hora voy perdido por calles que conozco al dedillo / y persigo obstinado / una mano que no fuera su propio saludo. / En ambos casos / nos bastaría ver de golpe la corrupción total consumada y radiante / —sin pecado concebida— / para poder decir lo que dicen los árboles: / que ni el hastío ni la desesperación son situaciones reales”3.

    Recuperar la confianza de la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras en los sindicatos es verdaderamente el mayor de los desafíos. Alcanzar ese objetivo debiera ser principalmente el motivo de nuestras próximas acciones4 sin ser funcionales a otros intereses. Así sabríamos que los árboles cuando hablan tienen toda la razón del mundo.

    Adolfo Bertoni

    CI 3.289.304-5

    Expresidente de la ATSS

    Notas:

    1Dante Alighieri, La divina comedia, canto décimo de El purgatorio, traducción de Cayetano Rosell, Ediciones Océano S. A.

    2Porque básicamente de eso se trata en sus ejes principales la tan mentada “reforma”.

    3Salvador Puig, A modo de introducción, de su libro Apalabrar (1980).

    4Además de (en mi opinión que sé que Gambera no comparte) lograr en el primer cuatrimestre el número de firmas necesarias para que el plebiscito previsional cristalice y se transforme en realidad, logrando que el pueblo sea el que decida en octubre próximo cuál es la estructura que quiere para nuestra previsión social —para que no quede en manos de los “dirigentes” cualquiera sea su naturaleza—.