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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl día llegó. No fue por casualidad que en las elecciones internas de 1982 comencé a militar en el Partido Colorado. Provengo de una familia de trayectoria colorada y batllista. El recuerdo más lejano que tengo es en la Casa del Partido Colorado a los cinco años.
En esos días, mi padre asumía como diputado y poco tiempo después se disolvieron las cámaras.
Pasarían 11 largos años para volver a las urnas. Durante ese tiempo en el seno familiar se siguió hablando de política, de batllismo, de libertad, de democracia, de republicanismo, de los derechos perdidos…
Lo que tengo que destacar de mis padres es que nunca nos impusieron su ideología, nos educaron para ser libres pensadores.
Siendo un adolescente acudí a actos de distintos sectores del Partido Colorado y del Partido Nacional.
No hay duda de que el batllismo, el Partido Colorado, el partido de los libres pensadores me cautivó.
A partir de entonces mi vida tuvo como objetivo militar activamente para recuperar todos los derechos perdidos durante esa época oscura y triste y recuperar ese país que construyó el batllismo de don Pepe.
Con la vuelta a la democracia fui secretario general de la Juventud de la Lista 115, apoyando la candidatura de Julio María Sanguinetti.
Integré la Convención Nacional y Departamental por Montevideo en varias ocasiones, como también integré el Comité Ejecutivo Departamental de Montevideo, en la oportunidad que Fernando Amado fue secretario general. En ese mismo período fui representante nacional por el Partido Colorado.
Durante años luchamos para que el partido mantuviera vigente la ideología batllista, socialdemócrata, humanista, trabajando siempre junto a la gente.
Ya desde hace varias décadas figuras destacadas del Partido Colorado vienen hablando de las “familias ideológicas”, dañando la identidad del batllismo y del Partido Colorado.
Fuimos acérrimos opositores a toda fórmula concertacionista, nos impusieron en más de una oportunidad disciplina partidaria para temas que eran de consciencia, no teníamos la libertad dentro de un partido de hombres libres como siempre lo fue el Partido Colorado de opinar diferente, de expresar nuestras ideas.
A muchos de los que hoy tomamos esta decisión tan difícil nos tacharon de traidores, de comunistas, de falsos y lo siguen haciendo, sin saber lo que en realidad estamos sintiendo, sobre todo aquellos que, como yo, sentimos esa identidad batllista y no dejaremos de sentirla nunca.
Luchamos por mucho tiempo para mantener esa identidad dentro del partido, pero no lo logramos.
Los hombres cambian y los partidos también. Mi Partido Colorado, el partido que me enamoró a los 16 años, no es el mismo que hoy estoy dejando.
Hoy empezamos una nueva etapa, con la misma fuerza, representando desde nuestro espacio aquellos ideales que siempre defendimos. Los de José Batlle y Ordoñez, los de Arena, los de Brum, los de Grauert y muchos otros que como ellos hicieron grande al Uruguay.
Álvaro Fernández González