El baile de los partidos

El baile de los partidos

la columna de Fernando Santullo

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Nº 2089 - 17 al 23 de Setiembre de 2020

De golpe, como los hongos que brotan después de la lluvia, apareció una nueva sigla en la charla pública: UAM. Primero pensé que era rarísimo que los hinchas más fanáticos de la agonística local empezaran a hablar súbitamente de la Universidad Autónoma Metropolitana de la CDMX (tomá, otra sigla pa vos). Después entendí que se trataba de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana, lo que en lenguaje de viejos se puede llamar el nuevo Mercado Modelo.

Pero la duda seguía ahí: ¿por qué un centro de logística alimentaria, algo que cuando es realmente eficiente y cumple con su función, no sabemos ni siquiera que existe, estaba en boca y dedos de los más radicales de las hinchadas partidarias? Porque dentro del proyecto de ley de Presupuesto el gobierno incluyó un artículo que saca ese centro logístico, construido por la Intendencia de Montevideo (IM) en terrenos suyos, de la órbita municipal y lo coloca en la órbita ministerial. Una jopeada gratuita en toda regla que revela una forma patrimonial de concebir la gestión pública. Y porque, muy rápidamente, la IM decidió no renovar la concesión a la UAM de los terrenos en donde se la construyó, con lo cual el edificio vuelve a quedar en terrenos municipales y eso complica las intenciones del gobierno nacional al respecto.

Bien, todo muy rico, pero ¿por qué? ¿A santo de qué se mete el gobierno a armar bardo con un asunto que, en el mejor de los casos, debe ser gestionado técnicamente de la mejor manera posible, de forma que las bananas no lleguen pasadas o demasiado caras a la mesa del ciudadano y poca cosa más? Como cada vez que “aparece” un tema en la charla colectiva, me hice la misma pregunta básica: esto que estamos empezando a discutir, ¿realmente es en pro de mejorar la vida de los ciudadanos de este país? Si la respuesta es no o no es del todo clara, la siguiente pregunta se hace sola: ¿a quién le sirve que estemos discutiendo este asunto precisamente ahora y precisamente en estos términos?

Las comillas no son casuales, los temas jamás “aparecen” de la nada en la conversa pública. A veces son resultado de algún hecho ciudadano que los coloca bajo el ojo público (típicamente, los delitos), pero otras veces son empujados por algún grupo de interés que intenta, planteando ese tema, convertirse en grupo de presión sobre la opinión pública. Otras veces son empujados por los partidos y otras directamente por los gobiernos, especialmente cuando se está en época electoral. Especialmente cuando los gobiernos se olvidan de gobernar y ejercen el poder estatal que les fue encomendado como mero brazo mecánico extensible de la lógica partidaria.

Veamos los “argumentos” que han ofrecido los contendientes en la prensa. El ministro de Ganadería Carlos Uriarte (madre mía, que seguidilla lleva este hombre) afirma que la inclusión del cambio de gestión de la UAM en el Presupuesto se debía a las demandas de los propios productores, mientras las gremiales representadas en el Consejo Asesor de la UAM declaraban que nadie los había consultado al respecto. En otra nota Uriarte afirma que le habría gustado hablar con las autoridades municipales sobre el asunto, aunque no dice por qué no lo hizo (estar apurado no cuenta como razón). Ni me meto con el director general de la Granja, quien ya debería estar en casa pensando su nuevo emprendimiento privado, porque es claro que no entiende las implicaciones de ser jerarca público. Y luego, la reacción del intendente de Montevideo, Christian Di Candia, haciendo un llamado público “a defender esta inversión, a defender este polo logístico y a que el Presupuesto Nacional no permita que el gobierno nacional se apropie de la inversión de los montevideanos”. Como si la UAM fuera el abismo de Helm atacado por los orcos. Todos ellos en su salsa, la partidaria, olvidando que el único sentido de cobrar los sueldazos que cobran es ser capaces de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Claro, viendo las reacciones en redes de la soldadesca de los partidos, eso que antes conocíamos como ciudadanos, pero ya no, no es tan raro entender que absolutamente nada, ni siquiera un asunto eminentemente técnico como este, escapa a la chatarra que los partidos derraman sobre una multitud que, con cada golpe de efecto que esos partidos originan, demuestra estar ávida de alinearse en una tribuna, la que sea que le propongan “los suyos”.

Lo de las autoridades del MGAP ya empieza a parecerse a una distorsión permanente. Es llamativo que los jerarcas de un ministerio no parezcan entender que su labor no es actuar como simple correa de transmisión de quienes ellos mismos definen como “el sector”. Ni que tampoco están ahí para actuar como recaderos del partido que los puso en el cargo. Quizá no venga mal recordarles que se gobierna para mediar entre intereses diversos, a veces contrapuestos, en busca de un superior bien común: el bienestar ciudadano. Si los jerarcas del MGAP no entienden esto, es comprensible que se metan semana sí y semana también en líos como este, al que fueron acompañados graciosamente por todos los redactores de la Ley de Presupuesto, que incluyó los cambios en la UAM. Algo parecido se puede decir de la reacción de Di Candia y su llamado a la épica defensa exclusiva de los intereses de los montevideanos, como si estos fueran contrapuestos a los del resto de los uruguayos. Qué tristeza, de verdad.

Usar las herramientas de la ley para intentar empujar posiciones en una campaña electoral es una señal espantosa de cómo se entiende la gestión de la cosa pública. Ya no estamos hablando de acciones simbólicas como aquellas con las que saturaron el espacio común los gobiernos del FA (incluidos los gobiernos municipales), estamos hablando de intentar usar de manera patrimonial inversiones públicas de muchísimos millones de dólares (justo me suena la alarma del Antel Arena acá). Inversiones e infraestructuras que, nunca se dice lo suficiente, pertenecen a los ciudadanos y que todos estos señores apenas están administrando puntualmente.

Mientras los ciudadanos bailemos como soldados borrachos el baile más bien mugriento que nos proponen los partidos, no hay que asombrarse de que los gobernantes crean que lo que gestionan durante unos años es algo de lo que pueden disponer a su antojo o según sus necesidades electorales. Si el día de mañana la logística que trae los alimentos a nuestra mesa empeora, una parte de la responsabilidad será de nuestros gobernantes, que no habrán sabido justificar su sueldo. Pero si mañana las bananas llegan verdes o pasadas, más caras o son de peor calidad una parte de la responsabilidad será de los ciudadanos, que elegimos bailar el baile de los partidos en vez de actuar como tales. Pocas veces ha sido tan evidente en qué consiste ese baile como en el lamentable caso de la UAM.