Nº 2243 - 21 al 27 de Setiembre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl censo de población en Uruguay está terminando su etapa de relevamiento. Empezó hace algunos meses siendo respondido por canales digitales y ya se está completando la visita a los hogares en prácticamente la totalidad de los departamentos, lo que dará paso a la fase de procesamiento de los datos.
En las últimas semanas, las autoridades del Instituto Nacional de Estadística (INE) han ido adelantando algunas informaciones preliminares que surgen del trabajo realizado hasta ahora, como que la población del país no superará los 3,5 millones de personas que se habían proyectado que seríamos a esta altura del siglo. Otro dato anticipado es que se confirmará que ciertas ciudades o regiones del país habrán crecido en población respecto al anterior censo. Y no sería sorprendente que se constate que siguió despoblándose el campo y algunos de los pueblos pequeños del interior profundo.
Son fenómenos ya previstos por los demógrafos. La baja tasa de fecundidad en Uruguay es una tendencia marcada desde hace años, lo que pudo haberse acentuado al extenderse el uso de nuevos métodos anticonceptivos. Por otro lado, el desarrollo de ciertas urbanizaciones fuera de Montevideo tampoco es del todo llamativo, y en el caso de Maldonado, parece responder a la localización de algunos nuevos emprendimientos empresariales, la atracción de inversiones y la llegada como residentes permanentes de familias argentinas buscando un pasar más tranquilo que en su país.
Como dijo el economista Pablo Rosselli en un reciente análisis en el programa radial En Perspectiva, el tamaño de la población de un país no necesariamente es un problema desde el punto de vista del desarrollo económico y, de hecho, hay varios menos poblados que Uruguay que lo superan en su Producto Bruto Interno por habitante.
De todos modos, en el caso uruguayo, el censo seguramente confirmará que la población es, en proporción, cada vez más vieja y eso plantea desafíos a futuro que el sistema político debería incorporar a sus agendas con una perspectiva de mediano y largo plazo. Con menos personas económicamente activas, la productividad deberá ser mayor para poder sostener la economía –si es que no hubiera una contribución adicional de otros factores, como la inversión– y para eso, tener una población más capacitada resulta imprescindible. Eso supone pensar en un sistema educativo mucho más eficaz. Habrá que ver si la reforma en marcha logra los resultados previstos por las autoridades o se precisa más audacia en los cambios.
Además, la esperable confirmación a través del censo de que Uruguay tiene una población cada vez más envejecida tensionará el gasto público ante la necesidad de destinar más recursos a seguridad social, salud, cuidados personales o inversión para tener ciudades más habitables para los adultos mayores.
Según lo anunciado por las autoridades del INE, en octubre verán la luz los primeros datos de este censo. Faltará un año para las elecciones nacionales; será interesante ver si, luego, estas tendencias sociodemográficas tienen un lugar en los debates sobre las futuras políticas públicas o si la campaña transcurre entre reproches y promesas cortoplacistas.
Esperemos que los futuros precandidatos presidenciales, en su mayoría debutantes en la contienda mayor, y los líderes de los distintos sectores políticos tomen nota de lo importante ante tanta nueva información que tendrán entre sus manos y empiecen a dejar en un segundo plano los asuntos menores y el talenteo inconducente. Estaremos atentos a que ocurra porque se nos va la vida en ello. La nuestra y especialmente las de nuestros hijos y nietos, que merecen vivir en un país que se cuida a sí mismo.