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Más de mil millones de habitantes. Desde los tiempos pretéritos de la dinastía Ming hasta el colectivismo de Mao y la Revolución Cultural. China, bien lejos, un territorio mitológico, imaginario, que para nosotros cobra vida en los relatos. Desde el comunismo hasta el incipiente capitalismo con altísimos edificios de metal y vidrio, son de otro planeta. Desde la Muralla y la Ciudad Prohibida hasta la revuelta sangrienta de la Plaza de Tiananmen, con la imagen de aquel valiente y arriesgado señor que con una chismosa desafiaba a una fila de cuatro tanques. China tiene algo de nación resignada, de sueño imposible y surrealista pero también de potencia mundial, y tal vez la primera. Lo que pasa en China repercute en el último rincón de la Tierra. El emperador se despereza y todos entienden el idioma corporal. China mete miedo.
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Esta nueva película de Jia Zhangke se abre con un tema bien pop, bien occidental: Go West, por los Pet Shop Boys, versión imprescindible en los bailes de juventud del cineasta, cuando hacía trencitos y tenía sus primeros escarceos con una novia. Es la China que desea mirar hacia el exterior, que desea bailar con Occidente más allá de los tigres y las montañas, que pretende una alegría acorde con la moda y los tiempos actuales. Estamos en 1999, punto de partida de una historia familiar (la madre, el padre, el hijo) que luego se ambienta en Shanghai en 2015 y se extiende en el tiempo hasta llegar a Australia en… 2025. Por momentos parece que el director registra todo lo que viene de las raíces de la tierra por imperativo de las tradiciones, pero de la misma forma también te hace un pase mágico y se va hacia el futuro. China es el eje y lo que se mueve alrededor de ese eje. Solo en China un padre realmente encariñado con la moneda norteamericana le puede poner a un niño “Dólar”.
Si en otras oportunidades Zhangke prefería una propuesta más coral o con actores que se pierden en la ficción como si fuesen piezas de un documental (The World, por ejemplo), en Lejos de ella el juego es más tradicional y apegado a pocos personajes, y más que nada a la madre (Zhao Tao, esposa del director). El drama se configura con elementos básicos: los afectos, la familia, el amor, la muerte, la soledad, la esperanza. “Fue casi una segunda guionista”, dice Zhangke a propósito de la actriz. “Preguntaba cantidad de detalles de su personaje que yo ignoraba, hacía anotaciones al costado del guion técnico, analizaba la hora del día en que sentía tal o cual cosa, porque hay momentos en que estamos más cansados y otros en que estamos más relajados”.
Según Jia Zhangke, el disparador del argumento resultó ser la muerte de su padre en 2006. Al quedar su madre viuda, el hijo le llevaba regalos. Pero le bastó una sola visita para saber que más que cosas materiales, la madre necesitaba afecto. El cineasta hace referencia a un viejo proverbio chino que tiene valor universal: “El tiempo transforma montañas y ríos, pero nuestros corazones son los mismos”. Un drama bien hecho no necesita demasiadas vueltas: alcanza, para generar conflicto y dolor, con que seas incapaz de hacer las cosas bien con tus seres queridos.
Junto a Wong Kar Wai, Hou Hsiao-hsien y Zhang Yimou, Zhangke es de los más prestigiosos realizadores chinos y el más joven del grupo. Tiene 46 años y estudió cine en Pekín. En un documental exhibe con orgullo su videoteca, donde ocupan un lugar destacado las películas de François Truffaut y sobre todo las de Robert Bresson. Las huellas de estos maestros son notorias.
Sus primeros trabajos (Platform, Unknow Pleasures) tienen el sabor inconfundible de la nouvelle vague francesa. El director sigue por la calle a los actores sin importarle que algún transeúnte mire hacia la cámara, en una actitud de consciente desprolijidad que aporta frescura y desparpajo.
Luego de un peliculón como The World (2004), ambientada en un parque temático que reproduce en menor escala las grandes construcciones arquitectónicas del mundo, viene la obra maestra Naturaleza muerta (2006, León de Oro en Venecia), que aprovecha la demolición de pueblos sobre el río Yangtsé y la construcción de la gigantesca represa Tres Gargantas, donde la imponente naturaleza y la ingeniería humana se dan la mano. La idea de que China es suprarreal. Las distancias, el tamaño de las obras, los jornaleros chinos como figuras en el paisaje, un par de vuelos imprevistos con los que sorprende el propio Zhangke, todo es suprarreal, onírico, kafkiano en cuanto a los espacios imposible de mensurar.
Las autoridades y los altos funcionarios del sistema le dieron carta libre para filmar sobre lo que le diera la gana (el tipo es muy bueno, hace que se conozca China, nos trae premios), pero al mismo tiempo le sugirieron que no tocara la Revolución Cultural ni Tiananmen. Una sugerencia, nada más.
Lejos de ella (Shan he gur en). China-Francia-Japón, 2015. Dirección y guion: Jia Zhangke. Fotografía: Yu Lik-wai. Música: Yoshihiro Hanno. Con Zhao Tao, Zhang Yi, Liang Jingdong, Dong Zijian, Sylvia Chang. Duración: 131 minutos.