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    El gobierno libra una “batalla” contra “acomodados” que trabajan en el Estado, que “lloran” porque “pueden” y se resisten a cambiar

    Con “esas cabezas es imposible pensar en un país de primera”, dijo el presidente de Ancap, Raúl Sendic

    Para llegar al despacho presidencial de Ancap los visitantes tienen que subir al tercer piso del edificio del ente en la Avenida Libertador y atravesar un amplio hall que hace las veces de sala de actos.

    Fue allí que en mayo del 2010, durante la ceremonia de asunción de las autoridades del Directorio y ante cientos de funcionarios del organismo, el presidente José Mujica les dijo a los empleados de Ancap y, por transitiva, a todos los trabajadores estatales, que no son los dueños de las empresas públicas y que todos son “suplantables”.

    Más de dos años después de ese discurso, el gobierno se apresta a librar una “dura batalla” por reformar el Estado, una tarea que varias administraciones se plantearon como prioridad, pero que nunca pudieron concretar. Y es la reestructura que está aplicando Ancap la que el Poder Ejecutivo ve como un ejemplo a seguir.

    Precisamente esa reestructura ha tenido al presidente de la petrolera, Raúl Sendic, muy ocupado en las últimas semanas. Una serie de conflictos sindicales desatados por la oposición de los trabajadores a un sistema de evaluación por desempeño hizo peligrar el abastecimiento de supergás y dejó sin naftas a todo el país durante el último fin de semana.

    “Batalla”. Esa es la palabra que mejor ilustra el talante del gobierno frente al nuevo proceso de reforma estatal. Sendic la utilizó 16 veces en menos de una hora de entrevista con Búsqueda.

    Es “la batalla entre un Estado inteligente” compuesto por funcionarios “comprometidos” y un “Estado burro” con empleados “acomodados” y que “lloran” porque “pueden”, opinó Sendic.

    “A veces el que más llora no es el que más necesita. A veces el que más necesita está silencioso en algún lugar del país imposibilitado de hacer conocer sus reivindicaciones”, agregó.

    Según Sendic, las medidas que impulsa el gobierno “son pasos ineludibles para llegar a ser un país de primera”, pero es “imposible pensar” en alcanzar ese nivel sin “un Estado que tenga un mejor desempeño y sea más inteligente”.

    —¿Cómo analiza la decisión del gobierno de reformar el estatuto del funcionario público?

    —Esto es una batalla entre el Estado inteligente y el Estado burro. Buscamos un Estado que promueva valores jóvenes, que estimule la formación y la capacitación. Hablé ayer con Mujica y estamos convencidos de que la batalla es por la defensa de un Estado más inteligente y mejor gestionado.

    —¿Un “Estado inteligente” es un Estado menos burocrático?

    —Sí, pero también donde se pueda promover el talento, gestionar la innovación, identificar las debilidades para formar y capacitar, cosas que el Estado no tiene.

    El sistema de evaluación que estamos instalando en Ancap tiene que ver con eso. No hay por qué enojarse cuando hay una mala evaluación, lo que se hace es identificar las debilidades de ese funcionario y la empresa tiene que prever los mecanismos de formación o capacitación que le permitan a ese funcionario mejorar. Pero si no damos esa batalla, que nos ayude a bajar los costos de las operaciones y funcionamiento, no hay desarrollo posible. En el fondo esa es la verdadera reforma del Estado de la que tanto se habla: un cambio en las formas y en la concepción con que se asume ser evaluado. Si acompañamos esa batalla con la instrumentación de herramientas modernas de gestión y formación de liderazgo, ahí esta el Estado inteligente.

    Estas movilizaciones son dolores de parto. Lo que estamos viviendo, el nivel de conflictividad sindical, tiene que ver con los dolores de parto de querer instalar esos nuevos sistemas y una cierta resistencia que hay por incomprensión, por acomodo a las viejas formas de trabajo en el Estado.

    —A dos años y medio de culminar la gestión, ¿le da el tiempo al gobierno para ganar esa batalla?

    —No le da. Es un proceso que en Ancap, por ejemplo, lo empezamos en la administración anterior. Se necesita más de un período de gestión para eso. Es un proceso que no puede ser inconsecuente, tiene que estar definida la estrategia y estar acompañada de resultados exitosos. Lo importante es sentar las bases para lograr el éxito en el mediano plazo.

    —En Ancap la reestructura lleva tres años de implantada y en ejecución. Sin embargo, sigue generando fuertes resistencias. ¿Cuándo terminan los dolores de parto y cómo se logran altos niveles de acatamiento?

    —Intentamos con varios mecanismos. Primero mediante el diálogo y buscando llevar adelante esto en una alianza con el sindicato, conociendo su importancia. Ese proceso durante un tiempo funcionó, pero después hemos tenido que avanzar sobre la base del convencimiento nuestro y con la firmeza de que se tiene que ir hacia determinado rumbo. Lamentablemente, a veces las disputas internas o las concepciones filosóficas dentro del sindicato no permiten que el sindicato pueda acompañar el proceso. Muchas veces hay elecciones o disputas de poder que están encima del apoyo que pueda tener este proceso.

    —Cuando se habla de reforma del Estado se menciona la necesidad de aplicar un cambio cultural. ¿Es posible ser un país desarrollado y cambiar la cultura del funcionario?

    —El cambio cultural es un enunciado demasiado amplio como para ponerlo de proyecto. Tiene que ser una especie de paraguas donde se refugian una cantidad de iniciativas o procesos de cambio, que quizás cuando culminen nos demos cuenta que nos sirvieron para instrumentar el cambio cultural.

    En esta reestructura que estamos llevando hay procesos que estamos aplicando, como el sistema de evaluación interna o el desempeño en base a metas, que no se proponen un cambio cultural, pero probablemente terminen haciéndolo. Gracias a estos cambios registramos mejoras importantes en muchas áreas de la empresa, con mejores desempeños y aumento sustancial de la productividad, lo que nos demuestra que es el camino correcto: se puede mejorar.

    —¿Se puede llegar a ser un país “de primera” sin cambiar la mentalidad del funcionario público?

    —Esta claro que si no vamos a un cambio importante de esas cabezas, es imposible pensar en un país de primera. Eso lo definió Mujica en el famoso discurso cuando asumieron los directores acá en Ancap. Él planteaba —y yo lo comparto plenamente hasta el día de hoy— que no podemos pensar en ser un país de primera si estamos a las cinco menos diez haciendo cola para marcar el reloj e irnos, o estamos mirando la hora para ver la salida en vez de que nos sorprenda la hora porque estamos demasiado metidos en lo que hacemos. El compromiso, la responsabilidad, la participación y la innovación son parte ineludible de esto. No se puede cambiar al país si no cambiamos nosotros.

    Lo que se está haciendo son pasos ineludibles para llegar a ser un país de primera. Es imposible pensar en un país de primera si no tenemos un Estado que tenga un mejor desempeño y sea más inteligente. Esto involucra a los funcionarios. Estamos en un mundo tremendamente competitivo y la posibilidad de insertarse en él tienen que ver con que el país pueda adquirir esas capacidades. En un país como Uruguay, una parte muy importante de la economía está definida por el Estado, entonces, si no jugamos fuerte en poner a tiro nuestras capacidades, en función de esas demandas mundiales, es imposible avanzar.

    —En ese discurso, Mujica les dijo a los funcionarios que son “suplantables” y que deben entender que son “servidores” públicos. ¿Cuánto de esa esencia cree que queda en los funcionarios?

    —En el caso de Ancap hay un concepto muy fuerte relacionado con el abastecimiento al país y en la concepción de una vocación de servicio público. Esto que pasó el fin de semana para la mayoría de los funcionarios de Ancap fue un tremendo golpe, la gente lo sintió como una verdadera vergüenza. Una cosa es que determinadas medidas del sindicato más o menos las pueden acompañar los funcionarios, pero cuando una medida causa algo tan complejo como que falte combustible en todo el país, para la gran mayoría de los funcionarios de Ancap es una vergüenza. Por eso salí a pedir disculpas, porque sé que las pido en nombre de la mayoría de los funcionarios de la empresa.

    El concepto de servidor público sigue estando muy enraizado en el Estado. Obviamente que hay vicios, que se diluye, que falta compromiso, pero el sentimiento está. Siento que esto que pasó puntualmente en Ancap pasa en todo el Estado muchas veces, con muchos funcionarios sintiendo vergüenza de las medidas sindicales. Y eso pasa porque hay una desproporción entre lo que se reivindica y las medidas que se toman. Es increíble.

    —¿Esa desproporción de las medidas es la respuesta sindical a la “batalla” que libra el gobierno?

    —No me corresponde medirlo así. Pero claramente la mayoría de las medidas las toman los que las pueden tomar. Hoy me contaban el golpe tremendo que fue para muchos de los empleados de las estaciones de servicio que no hubiera combustible: perdieron de ganar salario y propinas por dos días. Muchas veces vemos manifestaciones y medidas tomadas por los que pueden. Hay otros que están en peores condiciones y con tremendas dificultades que no pueden tomar las medidas porque no pueden renunciar a un día de paga. Yo no sé cuántos empleados en los montes pueden tomar una medida de paro de 24 horas, o cuántas empleadas domésticas pueden parar 24 horas o hacer medidas distorsivas. A veces el que más llora no es el que más necesita. A veces el que más necesita está silencioso en algún lugar del país imposibilitado de hacer conocer sus reclamos, sus reivindicaciones.

    En el caso de la falta de combustible entendí que tenía que salir a explicar lo que estaba ocurriendo y cuál era el fondo de esta batalla, porque si no era incomprensible para la sociedad. Esto no es un capricho ni es una pulseada con el sindicato, esto es una batalla muy importante que tenemos que hacer. Esto es un problema más profundo y como es más profundo que algo puntual, posiblemente dure mucho tiempo.

    En todo el Estado hay que comunicar más estas cosas, porque muchas veces los conflictos transcurren calladamente y son luchas intestinas con afectaciones importantes para la vida de las personas y no siempre tienen la trascendencia pública que deben.

    —Uno de los conflictos que enfrenta actualmente surge del reclamo de los funcionarios para que se les pague el día de paro. ¿Qué opina al respecto?

    —Quiero ser claro en esto. Hubo una serie de medidas atípicas y distorsivas que afectaron el normal funcionamiento de la empresa, le anunciamos al sindicato que íbamos a aplicar el decreto 401, que habilita a descontarle paga a los trabajadores que, aun sin parar, tomen medidas distorsivas. Nos anunciaron que harían un paro de 24 horas y lo hicieron. Ahora nos reclaman que retiremos la aplicación del decreto. ¿Ellos pueden retirar las medidas que tomaron y nos afectaron? ¿Pueden echar para atrás el paro que dejó sin combustible a toda la población un fin de semana? No. Entonces yo tampoco puedo echar para atrás los descuentos por las medidas que ya se tomaron. Yo no manejo recursos míos, son públicos, son de las personas que fueron afectadas.

    —Además de la diferencia salarial a favor de los empleados estatales que menciona, la normativa dificulta echar a funcionarios públicos...

    —Lleva bastante tiempo sacar a una persona de su lugar de trabajo cuando uno lo tiene que sacar. Habría que agilizar ese proceso con mecanismos más rápidos. De hecho, hoy estamos en un proceso de evaluación de los gerentes por parte del Directorio. Se evalúa su desempeño y capacidades, y efectivamente hay necesidades de hacer movimientos, relevos, en los niveles gerenciales. Y los vamos a procesar en estas semanas.

    “Al ruedo político”

    —Durante el conflicto recibió el apoyo expreso del presidente. Además mantiene una buena relación con Vázquez y eso lo ubica en una buena posición, según diversos observadores, de cara a las próximas elecciones. ¿Tiene planeado terminar su mandato en Ancap?

    —No. Necesariamente en algún momento del año que viene tengo que salir al ruedo político para poder contribuir de la mejor manera a la continuidad del proceso de cambios del Uruguay.

    Contratapa
    2012-09-06T00:00:00