N° 2009 - 21 al 27 de Febrero de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSi hubieran sabido lo que les aguardaba bajo la cruel luz de este mundo, la mayoría de los hombres habrían desistido de nacer. Estar arrojado a la existencia implica indefensión, intemperie, riesgo. Nos lo recuerda Nietzsche al confrontar a los negadores de la vida, a los que prefieren el rincón, la estrechez, el promedio que no levanta polvo, que no hace sombra, que no busca más allá de sí mismo, que no tiene por objetivo la “estrella más lejana”; vivir, por definición, ha de ser “vivir peligrosamente” .
En su breve ensayo ¿Qué es el capitalismo?, Ayn Rand propone que pensemos la condición del hombre desde su carácter diferencial frente a la naturaleza, esto es, desde la condición racional. Afirma que así como los animales tienen sus herramientas dispuestas por el orden genético, el hombre, como criatura racional, plantea su combate en el mundo a partir de la resolución intelectual de los problemas. La lucha por la vida en los animales está en sus garras, colmillos y aguijones, en sus picos, en sus venenos, en los oportunos camuflajes que adoptan para defenderse o atacar, en la velocidad de sus carreras. Dice Rand: “Para sustentar su vida cada especie viviente tiene que seguir cierto curso de acción requerido por su naturaleza. La acción requerida para sustentar la vida humana es, primordialmente, intelectual. Todo lo que el hombre necesita tiene que ser descubierto por su mente y producido por su esfuerzo. La producción es la aplicación de la razón al problema de la supervivencia. Si algunos hombres optan por no pensar, solo pueden sobrevivir imitando y repitiendo por rutina un plan de trabajo descubierto por otros; pero estos otros tuvieron que descubrirlo o ninguno habría sobrevivido. Si algunos hombres optan por no trabajar, solo pueden sobrevivir, temporalmente, apoderándose de los bienes producidos por otros; pero estos otros tuvieron que producir esos bienes o ninguno habría sobrevivido. Cualquiera que sea la elección que a este respecto haga cada individuo o cada grupo de individuos, cualquiera que sea la ceguera, la irracionalidad o la perversidad del camino que elijan, siempre seguirá siendo cierto que la razón es el medio humano de supervivencia y que los hombres prosperan o fracasan, sobreviven o perecen en la medida de su racionalidad”.
La perspectiva que ofrece esta pensadora consiste en destacar que cada persona es libre de tomar las decisiones que mejor entienda para hacer frente a los retos de la existencia. Nadie puede ser sustituido en esa tarea, nadie puede ser coartado: “Como el conocimiento, el pensamiento y la acción racional son propiedades del individuo, como la elección de ejercitar o no ejercitar su facultad racional depende del individuo, la supervivencia del hombre requiere que los que piensan estén libres de interferencias de los que no piensan. Como los hombres no son omniscientes ni infalibles, deben ser libres de asentir o disentir, de cooperar con otros o seguir cada uno su propio camino, de acuerdo con su propio juicio racional. La libertad es el requisito fundamental de la mente humana.”
Bajo esta mirada el entramado social se funda en la condición determinante de los individuos. La libertad es el ámbito en el que las personas despliegan sus capacidades para dotarse de sustento y destino. Esto quiere significar que los derechos, a diferencia de lo que pretenden las erráticas formulaciones del pietismo socialista, se dirigen no a la incapacidad del hombre para construir dignamente su existencia, sino a su condición intelectual. Según esta autora “los derechos derivan de la naturaleza del hombre como ser racional y representan una condición necesaria de su modo específico de supervivencia. Recordaré también que el derecho a la vida es la fuente de todos los derechos, incluso el derecho de propiedad. En relación con la economía política, este último derecho requiere énfasis especial. El hombre tiene que trabajar y producir para sustentar su vida. Tiene que sustentarla por su propio esfuerzo y bajo la guía de su propia mente. Si no puede disponer del producto de su esfuerzo, no puede disponer de su esfuerzo; si no puede disponer de su esfuerzo no puede disponer de su vida. Sin derecho de propiedad ningún otro derecho puede ejercitarse”.
Tal es el sentido y la invulnerabilidad del capitalismo: se funda sobre el hecho absoluto de que el hombre lucha libremente, con las armas de las que dispone –inteligencia y razón— para asegurar su propiedad y supervivencia. El resto es retórica.