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Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina).Las dudas y la ansiedad se transformaron de pronto en alivio y alborozo cerca de las 23:30 h del martes dentro de la sede de campaña de Barack Obama en Chicago: la televisión acababa de anticipar que el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos (EEUU) acababa de ser reelecto para un segundo mandato de cuatro años. Poco después, ya en la madrugada del miércoles, el propio Obama prometía delante de sus seguidores que para su país “lo mejor está por venir”. Aunque muchos en América Latina se preguntan si algo podrá cambiar en la política de Washington hacia una región donde ha perdido peso político, diferentes analistas anticipan que el resultado electoral significa que temas como la reforma migratoria para regularizar a millones de latinos sin papeles al norte del río Bravo, la marihuana y Cuba se han abierto paso en la agenda.
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Para Obama, un demócrata de 51 años, se trató de una victoria que le renueva el capital político tanto en el plano doméstico como en el internacional. Su triunfo frente al candidato republicano Mitt Romney ocurrió después de una reñida campaña que confirmó la fuerte división política y cultural que vive la mayor potencia mundial. Con cerca de 50% de los sufragios a nivel nacional contra 48% de su rival, el presidente se aseguró al menos 303 votos en el Colegio Electoral, donde necesitaba 270 para ser reelecto. Esto ocurrió porque el mandatario prácticamente barrió los estados “péndulo” más importantes del país, donde el ganador era una incógnita, como Virginia, Ohio y Pennsylvania (en Florida el escrutinio se mantenía demasiado ajustado como para definir un ganador al cierre de esta elección).
Esto le valió a Obama felicitaciones de presidentes de todo el mundo, incluidos los de las principales economías de América Latina: la brasileña Dilma Rousseff y el mexicano Felipe Calderón (su sucesor electo, Enrique Peña Nieto, también saludó al estadounidense y dijo que espera reunirse pronto con él). Para la región, que la Casa Blanca siga ocupada por el mismo mandatario que en los últimos cuatro años despeja las incógnitas que habría causado un triunfo de Romney, quien exhibía una retórica más agresiva respecto a países como Venezuela y Cuba a la vez que proponía aumentar el comercio con la región.
Sin embargo, América Latina fue casi ignorada durante la campaña estadounidense y estuvo lejos de las prioridades internacionales del primer mandato de Obama, concentrado en los grandes problemas económicos que enfrenta su país, el desempleo y la reforma de la salud, así como los conflictos en Medio Oriente. Y aunque pocos esperan que la región cobre mucha más relevancia en los próximos años, o que reciba grandes iniciativas comerciales de Washington, algunos creen que la confianza norte-sur podría aumentar si en EEUU hay cambios en temas sensibles como la política antidrogas, Cuba o la inmigración. “Podría resultar en una mejor relación con América Latina”, dijo Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un influyente centro de análisis con sede en Washington, en diálogo con Búsqueda.
“Más presión”
Shifter evaluó que el debate sobre las drogas puede cobrar un envión después que dos estados de EEUU, Colorado y Washington, aprobaran la legalización de la marihuana para fines recreativos en referendos celebrados junto a las elecciones. En Colorado se habilitó que los mayores de 21 años puedan portar hasta 28 gramos de la hierba y en Washington se prevé incluso crear un sistema de permisos oficiales para producirla y comercializarla, algo que el gobernador local John Hickenlooper advirtió que puede ir contra la ley federal, que coloca a la marihuana en la lista de drogas prohibidas. Una consulta similar celebrada en Oregón fue rechazada. Si bien otros estados norteamericanos ya admitían la venta y consumo de marihuana con fines medicinales, es la primera vez que en una parte del país se acepta levantar la interdicción del cannabis sin condicionar su uso.
Esto ocurre justo cuando en el Parlamento uruguayo se elabora, a instancias del presidente José Mujica, un proyecto de ley para permitir que el Estado produzca y venda marihuana a consumidores mayores de edad. “Estamos acercándonos a Uruguay”, comentó Shifter con cierto tono jocoso. La iniciativa de Mujica ha convertido al país en una suerte de punta de lanza de la polémica regional sobre la legalización de la droga, impulsada por ex mandatarios latinoamericanos como Fernando Henrique Cardoso (Brasil), César Gaviria (Colombia) y Ernesto Zedillo (México), que advierten sobre los costos económicos y la violencia constante que genera el combate a los cárteles del narcotráfico.
Diversos expertos creen que una corriente a favor de la legalización de la marihuana puede significar un revés para las finanzas de los cárteles de la droga en México, un país que comparte más de 3.000 kilómetros de frontera con EEUU y donde la violencia relacionada con el narcotráfico ha cobrado cerca de 60.000 vidas en seis años. Se estima que esos cárteles facturan unos U$S 6.000 millones al año por el negocio ilícito.
Hasta ahora el gobierno de Obama ha sido cauto respecto a la iniciativa uruguaya y ha aceptado debatir sobre drogas en la región (como también propuso el presidente guatemalteco Otto Pérez en febrero) pero sin cambiar la política prohibicionista que la Casa Blanca impulsa desde hace décadas. Sin embargo, Shifter advirtió que la legalización en Colorado y Washington “va a poner mucha más presión en la administración (de Obama) para repensar su política antidrogas”.
“No sé si va a haber un cambio significativo en el corto plazo, pero por lo menos se le da un impulso a ese tema”, dijo. “Es muy difícil no hacer nada, no solamente frente a los llamados de la región sino frente a los llamados domésticos cuando hay cambios a nivel estatal”.
El peso latino
El voto latino en EEUU resultó fundamental para Obama. Un total de 71% de inmigrantes o descendientes de inmigrantes latinoamericanos que sufragaron en las elecciones del martes lo hicieron a favor del presidente, según cálculos del Centro Hispano Pew de ese país enviados a Búsqueda. La proporción es superior al apoyo que Obama obtuvo de los latinos en 2008 (67%) y muestra una creciente influencia de esa comunidad en la potencia del norte, donde por primera vez sumó 10% del electorado.
Este fenómeno y la mayor participación de los latinos en las elecciones estadounidenses se explica por la inquietud que les generan asuntos como el empleo y la ley migratoria, un tema que muchos analistas consideran que jugó fuertemente a favor de Obama. Aunque durante el primer mandato del presidente hubo un récord de deportaciones de inmigrantes, muchos latinos vieron a Romney como una amenaza mayor debido a ideas que manejó al comienzo de su campaña, como endurecer las normas para obligar a los indocumentados a irse del país por su propia cuenta.
Obama prometió que en su segundo mandato impulsará una reforma para regularizar la situación de buena parte de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en EEUU, algo que muchos consideran una deuda de su primer gobierno. Aunque el presidente seguirá lidiando con un Congreso dividido, ya que los republicanos mantienen el control de la Cámara de Representantes y los demócratas del Senado, organizaciones que impulsan la reforma migratoria han expresado entusiasmo ante la posibilidad de lograrla.
“La diferencia es que ahora el Partido Republicano tiene que rediseñar su estrategia porque saben que para poder regresar a la Casa Blanca necesitan ganar el voto hispano”, dijo Catherine Vargas, portavoz del Foro Nacional de Inmigración, organización a favor de regularizar a los indocumentados. “Es una presión para que se sienten a la mesa de negociaciones con el presidente Obama y con los demócratas para trabajar juntos en un paquete bipartidista de reforma migratoria”, añadió en declaraciones a Búsqueda.
Aunque este es un tema de política doméstica estadounidense, tiene una relevancia enorme para países latinoamericanos que en las últimas décadas han exportado millones de inmigrantes al norte, como México y El Salvador, cuyo canciller Hugo Martínez declaró el miércoles que espera que Obama se concentre en la reforma migratoria “en el primer año” de su segundo mandato como hizo con la salud al comienzo de su gestión.
El factor Cuba
Otro tema regional en el cual los analistas creen que Obama puede modificar su política es la relación con Cuba. Durante sus primeros cuatro años de gobierno, el presidente estadounidense ya flexibilizó las restricciones a la isla comunista al habilitar el envío de remesas y ampliar los permisos de viajes. Shifter descartó que vaya a haber “grandes cambios” como un levantamiento del bloqueo comercial, como exigen países latinoamericanos, entre otras razones porque eso requeriría un cambio legal que difícilmente apruebe el Congreso. Pero dijo que sí espera que Obama busque “otros instrumentos para acercarse más a Cuba”.
“No va a tener que preocuparse de ganar Florida nunca más en su vida, entonces no tiene que ser tan cuidadoso con la comunidad cubana en Miami y esto abre un poco más espacio”, dijo. Rubens Barbosa, un ex embajador de Brasil ante la Casa Blanca, coincidió en pronosticar que “en los próximos cuatro años algo importante va a pasar en relación con Cuba”.
Pero Barbosa es más escéptico respecto a la posibilidad de que surjan iniciativas comerciales con Sudamérica en general y con el Mercosur en particular, debido a la negativa estadounidense a abrir el acceso al mercado agrícola. “Ellos no van a abrir la economía con 8% de desempleados”, declaró a Búsqueda y también mencionó los obstáculos que suponen la situación comercial de Argentina y la crisis política en Paraguay.
Brasil aprovechó en los últimos tiempos los espacios políticos abandonados por Washington en la región para afirmar su liderazgo entre sus vecinos, por ejemplo con la creación de organismos como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Pese a ello, Rousseff viajó a EEUU y recibió a Obama en su propia tierra. La sintonía política entre ambos mandatarios también se ha visto reflejada en sus reclamos a Europa para que sus gobiernos impulsen medidas de estímulo económico en vez de centrarse exclusivamente en la austeridad fiscal. “La relación (de EEUU) con Brasil es muy buena”, dijo Barbosa, “y va a seguir así”.