Nº 2159 - 27 de Enero al 2 de Febrero de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáObviamente, este conocido dicho popular guarda relación con el tema central de esta columna, que no es otro que el decisivo partido que nuestra selección deberá afrontar ante Paraguay esta noche en la ciudad de Asunción. En cuanto a la razón o mérito de mencionarlo, tiene que ver con la obligación del flamante técnico celeste, Diego Alonso, de intentar rescatar como mínimo algún punto en esta visita (los tres serían lo ideal), para mantener enhiesta la chance —hoy seriamente comprometida— de clasificar para el próximo Mundial de Qatar.
Ya tuvimos oportunidad de ocuparnos en detalle de lo que ha sido la trayectoria —ciertamente penosa— del representativo celeste en esta instancia preliminar, lo que se ve reflejado en el hecho de que, a falta de cuatro partidos para que ella concluya, estemos ocupando el séptimo lugar en la tabla, con apenas 16 puntos obtenidos. Bien se sabe que Brasil y Argentina ya han sellado su pasaje a Qatar, duplicando prácticamente en puntaje a nuestra selección, cuando tradicionalmente solíamos competir con ellos, casi en un pie de igualdad. En la tercera posición está Ecuador, despegado de quienes le siguen, y ya virtualmente clasificado. Y después el pelotón de las selecciones que luchan por los otros dos lugares, o tres, si se toma en cuenta un eventual repechaje. La pugna promete ser dramática y apasionante. Adviértase que entre el hoy cuarto, que es Colombia, y el noveno Paraguay, hay apenas cuatro puntos de diferencia, por lo que todo puede pasar en estas dos últimas fechas.
Este resumido introito del panorama actual de estas Eliminatorias, es al solo efecto de situar a nuestros habituales lectores en las especiales circunstancias en que el novel técnico celeste deberá empezar a desempeñar efectivamente el cargo con el que oportunamente fuera honrado, al darse por concluido el anterior y muy extenso ciclo del maestro Óscar Tabárez. Diego Alonso sabe muy bien que ha tomado un “hierro caliente” con sus manos, pero nada parece arredrarlo. Ni siquiera las graves dificultades que la irrupción de esta nueva cepa del Covid-19 le viene generando. Primero, cuando su propio contagio retrasó en varios días su venida al país y la correlativa asunción del cargo. Luego, cuando raleó casi por completo el núcleo de futbolistas juveniles, que pretendía utilizar (como “sparring”) en los dos o tres días previos al partido, cuando ya estuvieran en nuestro país todos los futbolistas que convocara. Y, en las últimas horas, cuando Lucas Torreira (con chance de ser titular) y Rossi debieron quedar al margen del plantel.
A propósito: en la inusualmente extensa lista de jugadores que fueron reservados primariamente para estos dos próximos partidos, aparecieron varios que nunca habían sido tenidos en cuenta en el ciclo anterior. Al reducirse la nómina inicial, fueron los goleros Sebastián Sosa y Guillermo De Amores, los defensas Leandro Cabrera, Damián Suárez y Mathías Olivera y los delanteros Nicolás López y Facundo Pellistri. Todos ellos tienen excelentes condiciones y además vienen jugando habitualmente, desde hace varios años y con buen suceso en el exterior. La excepción es el joven ex-delantero aurinegro, un proyecto de gran futbolista, transferido al Manchester, un par de años atrás, pero que éste cedió poco después al Alavés de España, en cuya formación titular solo ha alternado. En el resto de la convocatoria se mantienen los “referentes” del ciclo anterior, como el capitán Diego Godín, Luis Suárez, Martín Cáceres y Edinson Cavani, más allá de los muy pronunciados altibajos que han tenido en los últimos tiempos. De los inicialmente reservados del medio local habían quedado solo dos: Sergio Rochet y Facundo Torres; pero ante la obligada deserción de los futbolistas recientemente contagiados, se han sumado Agustín Canobbio y Brian Ocampo.
Por encima de quienes han sido convocados, lo que realmente más importa es lo que pueda transmitir el actual cuerpo técnico de la Selección a sus dirigidos, en cuanto al modo de encarar esta decisiva fase de la Eliminatoria. No solo en el plano anímico —que por cierto importa y mucho— sino también en lo estrictamente futbolístico, algo fundamental para aspirar a buenos resultados deportivos. Siempre hemos entendido que son los técnicos los que eligen los jugadores y arman el equipo, exponiéndose claro está al juicio externo sobre el rendimiento que ellos alcanzan. Pese a la reserva impuesta tenemos la sensación de que quizás puedan haber cambios en ambos laterales de la defensa, y hasta en la propia zaga. Quizás otro en la zona media (¿Mauro Arambarri?), y tampoco nos sorprendería que Cavani aparezca en una función o ubicación que no es la habitual en la Selección o que Darwin Núñez pueda sea el socio de Suárez en la ofensiva.
En lo que no puede caber dudas es en cómo debe enfocarse el partido. Aunque sea visitante, el equipo celeste necesita los tres puntos, por lo que debe apostar a un planteo audaz, que le permita obtenerlos. Pero ocurre que Paraguay (que está tres puntos por debajo nuestro) si no gana queda eliminado, por lo que su urgencia por la victoria es aún más perentoria. No pueden caber especulaciones por parte de ninguno de los dos equipos. Se dice que una de las virtudes más resaltables de Diego Alonso es la de saber motivar a sus dirigidos (cualidad que también se atribuye al preparador físico Óscar Ortega). Quisiéramos ver a un equipo celeste avasallante ya desde el vamos, y con la actitud suficiente para no decaer en el plano anímico, si las cosas no salen tal como se pensaba. También que esta vez pueda tener la fortuna de la que careció ante Argentina en el Centenario, de que ese arranque ofensivo pueda traducirse en algún gol para poder manejar el trámite del cotejo con otra perspectiva. Ocurre empero, que tal como viene de decirse, un planteo similar será el de Paraguay, pues si no gana se quedará sin chance alguna de clasificar. Contará para ello con la ventaja del permanente aliento de su público y también de la altísima temperatura, que por esta época suele haber en Asunción.
De esta inevitable similitud de las intenciones con las que ambos equipos bajarán a la cancha esta noche, surge la importancia vital que puede tener lo que surge del título de esta columna. ¡Hay que pegar primero!; para intentar arrancar esta penúltima fecha de las Eliminatorias con tres puntos de oro.