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    El relato

    N° 2000 - 20 al 26 de Diciembre de 2018

    , regenerado3

     

    Los sistemas humanos son “heliotrópicos”, es decir que se mueven en busca de la luz. Y esa luz que para las plantas la brinda el sol, para los humanos está en las ideas, los proyectos y las imágenes que creamos del futuro.

    A la imagen manipulada de la realidad le podemos llamar el relato, que tanto utilizan publicistas, mercachifles y políticos con pocos escrúpulos.

    Como dice Yuval Noah Harari: “Los humanos pensamos más en relatos que en hechos y cuanto más sencillo el relato, mejor”. 

    Sobre la base de “buenos relatos” se han construido héroes, guerreros, monarcas, religiones, santos, milagros, productos, modas, curanderos, políticos y sociedades enteras. En algunos casos para hacer el bien, pero en muchos otros para hacer el mal.

    Pero, ¿por qué la gente no distingue un relato cierto de uno falso? En realidad puede hacerlo, pero es mucho más placentero creer en relatos fantásticos, donde ganan los buenos y la vida es justa, que en aquellos otros que nos muestran las crudas realidades.

    Hete aquí la enorme dificultad que tienen las ideas liberales de imponerse sobre las ideas socialistas o populistas. Las ideas liberales son racionales, están basadas en hechos y parten de la base de la responsabilidad individual: todo lo bueno y todo lo malo que llegó a tu vida ha sido un 99% por tus propios actos.

    En cambio las ideas socialistas se basan en describir un mundo ideal donde nadie es responsable directo por nada, donde no existe la culpa y los fracasados no son tales sino “víctimas” de otros o de las circunstancias. Un mundo feliz, como el de Huxley.

    No es fácil luchar contra un ideal, porque el ideal es siempre mejor que la realidad. Pero los adultos pueden manejar la realidad, cosa que a los niños les resulta casi imposible. Y una de las técnicas para dominar la mente de los adultos es mantenerlas infantiles.

    Un relato nefasto debe combatirse con un relato alentador, propositivo, esperanzador. Como bien dice David L. Cooperrider, creador de la metodología de los Diálogos Apreciativos: “Los sistemas humanos crecen y se desarrollan en dirección de los temas que más hablan y las preguntas que se formulan”.

    Tanto los empresarios como los maestros, los políticos y los padres de familia deberíamos fortalecer los relatos pasados, presentes y futuros, basados en historias de realización personal, perseverancia, riesgo y búsqueda de la propia felicidad.

    Fueron esas historias las que vinieron con nuestros antepasados y son las mismas historias que se llevaron los uruguayos migrantes para triunfar en otras tierras. No puede ser que el relato dominante sea el que alaba el vivir a costillas del Estado, de tolerar la mediocridad y aceptar que otros nos gobiernen. Con ese relato, tendremos poco para relatarles a las futuras generaciones.