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    El rugido del ratón

    No es broma

    Hace “apenas” 60 años que el inolvidable Peter Sellers protagonizó una de las sátiras más recordadas de la historia del cine. Se llamó El rugido del ratón, y relataba la epopeya del ejército del minúsculo (e inexistente) ducado europeo de Grand Fenwick, el cual, estimulado por una represalia comercial contra los EE.UU. (los gringos le habían arruinado las extraordinarias ventas del exitoso vino que fabricaban, lanzando una imitación) decidía invadir al enemigo. Los soldaditos llegan a Nueva York un día en el que toda la gente estaba escondida debido a un ensayo nuclear, y “conquistan” los Estados Unidos, y hasta le secuestran la bomba y al profesor que la había inventado.

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    Fortunato les había relatado esta historia a sus hijos durante la cena, mientras escuchaban azorados por televisión las noticias de que el Uruguay les había dado una bofetada a los americanos, alertando a los audaces orientales dispuestos a visitar este peligroso país de que había que tener cuidado porque podrían morir en medio de un loco tiroteo de esos que alienta el loco de Trump con sus locos tuits llenos de desequilibrio mental.

    —Todo tiene un límite, muchachos —decía Fortunato—, imagínense que ese comunicado es en respuesta a la alerta de los americanos por el aumento de la criminalidad en Uruguay, este Nin Novoa me hace acordar al personaje de Peter Sellers en la película, corriendo por las calles desiertas de Nueva York y gritando “¡los conquistamos, se han rendido, están todos refugiados!”.

    Pero los muchachos no les prestaban mucha atención (como de costumbre) a los nostálgicos relatos del viejo, que siempre tenía algún recuerdo histórico para comparar con la realidad actual.

    Vencido por el desinterés generacional, cansado y somnoliento, Fortunato se sentó frente a la tele a ver el final del informativo, que traía más surrealismo que noticias del mundo real.

    —El canciller Nin Novoa ha recalcado los más salientes aspectos del comunicado del Uruguay, en respuesta a la agresión norteamericana —decía el informativista— en particular lo relativo al peligro de asistir (y leyó textualmente) “a los lugares donde se producen grandes concentraciones de personas, como los parques temáticos, centros comerciales, festivales artísticos…”.

    ¿A qué partes se referirá? —pensó para sus cuasi durmientes adentros Fortunato, pero el periodista le disipó sus dudas.

    —Nin Novoa se refirió en especial a Disney World, donde se encuentran nefastos y peligrosos personajes como el Ratón Mickey y el Pato Donald, quintaesencia del imperialismo aniquilante, los que pueden producir traumas irrecuperables en los niños, así como el símbolo del neoliberalismo que se encarna en Tío Rico MacPato, cuyas tendencias archicapitalistas producen efectos irreversibles en los padres de esos niños…

    —Ahora entiendo —pensó Fortunato, bostezando, mientras desde la tele seguían las advertencias.

    —Se recomienda asimismo evitar la visita a los centros comerciales de Miami, y ya podemos confirmar que los uruguayos han cancelado todos los pasajes adquiridos a ese destino, así como la reserva de hoteles, hechas con anticipación a este comunicado que no es sino la represalia contra el alarmista comunicado de los Estados Unidos en el que irresponsablemente se dice que han aumentado las rapiñas y los homicidios en nuestro país, cosa tan falsa como que las cuatro toneladas y media de cocaína embarcadas en Uruguay y descubiertas en Alemania eran fruto del descuido de la Aduana uruguaya y de los estrictos controles que nuestras autoridades ejercen sobre las cargas originadas en nuestro territorio.

    —Ya me parecía —pensaba Fortunato, aunque no estaba seguro si estaba oyendo, viendo o soñando.

    En eso un periodista en la conferencia de prensa de Nin Novoa le pregunta al canciller si cree que este comunicado americano influye en la interna electoral uruguaya. Nin Novoa contesta:

    —¡Claro! Fíjese que Trump, por más que diga que lo repudia, es uno de los que más alientan el supremacismo blanco, lo cual es una clara insinuación a que Lacalle Pou va a ganar las elecciones, ¡la supremacía la tiene el Frente Amplio, y no hay quien lo discuta! —gritó desencajadamente el ministro, agregando que “las encuestas claramente demuestran que los oligarcas perderán las elecciones, Graciela Villar conducirá al pueblo a la victoria, y Talvi se arrepentirá de no haberse asociado a la oligarquía rural de Bordaberry y Un Solo Uruguay, con lo que quien sacará más votos será Manini Ríos, que se aliará con Topolansky y con Olesker para conformar la alianza nacionalista antiimperialista, todo gracias al burro de Trump, que cree que nos asusta, pero en el fondo nos ayuda…”.

    Fortunato, en sus últimos suspiros antes de dormirse del todo, pensó que Nin estaba más para un psicólogo que para un cargo en el gabinete, pero no pudo evitar cerrar los ojos.

    El informativo siguió aclarando los tantos.

    Dijo que Almagro renunciaría al sentirse aludido por la nota uruguaya, que ponía en duda la honestidad de los uruguayos, que la cocaína que se había encontrado en Parque del Plata era de Balcedo, que Rocco Morabito en realidad no se había escapado de la Cárcel Central, sino que estaba en el Maciel para un chequeo secreto de su salud, previo a la extradición a Italia, pero que por seguridad las autoridades uruguayas no habían querido informar que había dejado temporalmente la prisión, que el aumento del 53% de las rapiñas y el 48% de los homicidios era una información falsa, tendiente a evitar la avalancha de turistas norteamericanos que podrían incluir espías agentes de la CIA, y que lo que había llegado al 4,8% no era el porcentaje del déficit fiscal, sino el del porcentaje de crecimiento del PBI, y que el error se debía a que el cálculo lo había hecho el Ineed, que también se había equivocado en el porcentaje de alumnos que superan los estudios completos en Secundaria, que no era del 24% sino del 96%.

    —Me quedo tranquilo —barruntó Fortunato, mientras se quedaba absolutamente dormido.

    Y al cerrar los ojos, pensó que tal vez no querría volver a abrirlos hasta fines de octubre.