Nº 2143 - 7 al 13 de Octubre de 2021
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDice la leyenda —a esta altura ya incorporada a la historia del tango como una verdad— que El ciruja nació de una apuesta que el cantor, guitarrista, locutor y actor de teatro y cine Francisco Alfredo Marino le hizo al pianista Ernesto de la Cruz: escribir, para que este le pusiera música, la letra con más términos lunfardos creada hasta ese momento, mediados de 1926.
El lunfardo es un dialecto compuesto de palabras sueltas que necesita de la gramática formal para armar una frase y que se mantiene vivo, pues ha ido cambiando sus vocablos e incorporando nuevos a través del tiempo. ¿Ejemplos de similitud? Caló en España —donde se usa, e incluso admitido por la Real Academia, el término escrachar—, slang en Estados Unidos, giria en Brasil, jerga en Italia, caroleno en México, pisco en Colombia y koiné en Grecia, entre tantos más.
—Como con bronca y junando / de rabo de ojo a un costado, / sus pasos ha encaminado / derecho pal arrabal. / Lo lleva el presentimiento / de que en aquel potrerito / no existe ya el bulincito / que fue su único ideal (…). Frente a frente, dando muestras de coraje, / los dos guapos se trenzaron en el bajo, / y el ciruja, que era listo para el tajo, / al cafiolo le cobró caro su amor… / Hoy, ya libre ‘e la gayola y sin la mina, / campaneando un cacho ‘e sol en la vedera / piensa un rato en el amor de la quemera / y solloza su dolor…
Marino, según se sigue afirmando, ganó la apuesta. Horacio Salas ha dicho que El ciruja “es la cumbre de los tangos lunfardos”, mientras se debe a José Gobello esta sentencia: “La última estrofa logra el verso más perfecto que haya enriquecido jamás la literatura del tango”. Y para otros historiadores, “esta obra simboliza magistralmente el buen uso poético del lunfardo”, cuyo mayor representante fue Celedonio Esteban Flores.
Como es habitual en el tango, brotan las curiosidades.
Al paso de los años y hasta hoy, El ciruja ha aparecido en los repertorios de los intérpretes en quienes al lector se le ocurra pensar, desde Gardel, Corsini, Rosita Quiroga y el dúo Magaldi-Noda hasta Julio Sosa y los aún más contemporáneos. Sin embargo, fue estrenado en agosto de 1926 por Pablo Eduardo Gómez, un cantor desaparecido en la oscuridad del olvido, con la orquesta entonces recién formada por Ernesto de la Cruz. El ganador de la famosa apuesta, el autor de esa letra tan singular, jamás lo cantó. Confieso que, pese a mis esfuerzos, no he podido explicar con fundamentos documentales este hecho, cuasi misterioso, aunque algo parece seguro: nadie hallará un disco con la voz de Francisco Alfredo Marino interpretando El ciruja.
Hay, en torno a este tema, otras peculiaridades.
Gardel lo cantó solo en el viejo sistema acústico, para el sello Odeón, con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri; en la parte que debió decir “era un mosaico diquero” prefirió “era una papa, papusa”, ya que creía que podían malinterpretarse sustantivo y adjetivo de la versión original, pues son, de acuerdo a la mirada de Héctor Ángel Benedetti, “de género masculino y aplicados a una mujer”. Sobreviven opiniones de investigadores que dan por cierto que, para el mismo sello discográfico, Corsini hizo una grabación anterior, por pocos meses, a la del Mago. Rosita Quiroga lo grabó en 1927 y luego, el mismo año, lo hizo el dúo Magaldi-Noda. La primera versión de Julio Sosa, con la orquesta Francini-Pontier, data del 7 de marzo de 1950, en la cual el cantor “suaviza” algunos términos lunfardos que consideró excesivamente duros.
¡Y vaya que no es todo!
El coleccionista Raúl Lafuente testimonió —revista Alma Tanguera, edición de marzo de 1998— que recordaba una letra muy adecentada, de autor desconocido, que se mantuvo entre los temas permanentes de la cantante uruguaya Elvira Fosatti, quien no llegó a grabar este tango que siempre presentó como El ciruja:
—Te quise y me despreciaste, / por vos me hice un ciruja, / y en tus encantos de bruja / ahogué mi ideal de amor. / Y si de mí te alejaste / por alocados antojos, / ¿por qué venís con tus ojos / a renovar mi dolor? / Hoy, deshechos mis ensueños originales, / y apenado por las duras decepciones, / no deseo las piadosas compasiones / ya que el mundo de rencores me llenó. / Soy capaz de hundirme solo, con mi madre, / de llorar por vos si fuera necesario; / de vivir sujeto siempre a mi calvario… / ¡Pero de arrastrarme, no…!