Nº 2161 - 10 al 16 de Febrero de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHéctor Gagliardi –poeta, letrista y recitador nacido en Buenos Aires en 1909– fue el autor que más libros vendió en su país, detrás del Martín Fierro de José Hernández: un millón y medio de ejemplares. Su apodo, el Triste, nació en su debut, durante la Segunda Guerra Mundial, luego de recitar Reyes Magos, un poema muy emotivo sobre la crisis, los niños y los juguetes.
Sin embargo, su primera composición fue Medianoche, en 1934, que terminó como letra de tango aunque diez años después lo publicó en el libro Versos de mi ciudad, con prólogo de Enzo Ardigó y Benito Quinquela Martín.
“Yo era conscripto en esa época. Justamente a las doce de la noche caminaba cerca del Hospital Ramos y desde algún lado sentí sones de un valsecito. Venía con bronca porque estaba ‘en la mala’, sin un mango en el bolsillo. Cuando llegaba casi a mi casa, de golpe, pensé en los internados. ¡Estaban peor que yo! Se me ocurrió que si yo hubiera estado en una de las camas del hospital, en vísperas de un domingo, habría pensado en los muchachos que estarían divirtiéndose por ahí. De pronto me vino a la mente una frase: ‘El reloj da las doce, las doce de la noche…’. Desperté a mi vieja, le dije entusiasmado ‘mirá lo que me salió’ y terminé el poema al amanecer, en la cocina”.
A la tarde, Gagliardi ya se había convencido de que aquello era una letra de tango. Como necesitaba la música, por la noche fue al bar Germinal de Sáez Peña y Avenida de Mayo donde cantaba Fiorentino y un amigo suyo –“un pibe, el gordito Pichuco”– tocaba con el grupo de Elvino Vardaro. A él, en un intervalo, le entregó el poema.
—Mirá lo que te traje, hermano…
—¡Qué lindo, che! Dejá que lo armo en un rato…
Y así nació el tango Medianoche, primer poema de Gagliardi y primera composición de Aníbal Troilo, que lo grabó recién en 1950 con su orquesta y la voz de Aldo Calderón, aunque la placa fue retirada enseguida porque, según las disquerías, “tenía imperfecciones y ruidos”. En cambio, Troilo grabó más tarde, con Raúl Berón, sin mayor repercusión, un tema homónimo de Tavarozzi y Méndez, de 1928 y cantado por Gardel. El Medianoche suyo y de Gagliardi lo estrenó Charlo, con guitarras, aunque hay consenso en que la versión más difundida es la de Ricardo Malerba, cantada por Roberto Maida, en 1944.
La letra, que invoca tristeza y reproches, es típica de Gagliardi: Un reloj da las doce, las doce de la noche,/ ¡y qué triste es, hermano, las horas escuchar/ cuando estás olvidado en el lecho frío,/ tan frío y tan triste que da el hospital…! (…) Ya mañana es domingo y es día de visitas,/ mas yo sé que una sola para mí ha de ser:/ mi viejita querida, que por mí tanto sufre,/ que tanto me dijo y yo no la escuché… (…) Lo siento por ella, la pobre tan vieja…/ ¡A mí que soy joven me venga a cuidar!/ Las doce de la noche, qué noche serena…/ ¡Qué solo me siento, qué ganas de llorar!
El Triste, que falleció en Mar del Plata en 1984 de un síncope cardíaco, gozó de enorme popularidad, y también en Montevideo, ciudad que visitó repetidamente. Lo criticaron, es verdad, los elitistas, pero lo amó la gente sencilla, simple, que aprendía de memoria sus versos para repetirlos en los boliches o en sus casas pobres.
Escribió cinco libros de poemas y diez letras para música ciudadana, entre las que destacan Uruguay, yo te saludo, con música de Racciatti, Vencido, Yo te recuerdo tranvía, Humillación, Matrimonio, Perdoname hermano y el vals Primer beso. Con su amigo Troilo, además del iniciático Medianoche, solo compuso Claro de luna.
De sus versos preferidos por la gente para que él, en pleno éxito, los recitara hay que resaltar Reyes Magos, Compañera, A Irineo Leguisamo, El jubilado, La maestra, La piba de quince, Calle Corrientes, Francamente, Celos y El sapito.
La amistad de Gagliardi y Troilo, que abarcó a sus familias, fue inquebrantable y duró hasta la muerte de Pichuco, en 1975. Años antes, el Triste le había dedicado a su “alma gemela” estos versos:
Soy yo, tu bandoneón el que te habla,/ Aníbal Troilo de Soler y Gallo,/ aquel que cuando pibe me llevabas/ al cine de Corrientes y Medrano./ Soy el mismo que compró tu vieja/ con los pesos que guardaba en el ropero/ y por ella más triste fue mi queja/ cuando estrenamos Alma de bohemio./ Yo soy aquel que al lado de tu cama/ dormía en tiempos de soltero./ Doña Felisa entraba, te tapaba/ y a mí también por ser tu compañero.