Nº 2090 - 24 al 30 de Setiembre de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acápor Guillermo Sicardi
D-Local, una empresa uruguaya que facilita las transacciones financieras en los complejos mercados emergentes, ha sido valuada en US$ 1.200 millones. Entró en la categoría de “unicornio”, un club reservado a aquellas empresas que son valuadas en más de 1.000 millones y que lo integran menos de 600 compañías en todo el mundo, de las que solo unas 20 son latinas.
Se trata de una cifra enorme. Para comparar, tengamos en cuenta que Tienda Inglesa se vendió a Goldman Sachs en unos US$ 140 millones y Multiahorro al grupo Ta-Ta por otros US$ 160 millones. Y estamos hablando de organizaciones con varias décadas de vida, que mueven millones de dólares en mercadería y contratan miles de empleados, cuando nuestro unicornio celeste tiene menos de cinco años y emplea a unos 250 colaboradores.
Las start-ups tecnológicas tienen esta característica: crean mucho valor, pero con muy poca gente, aunque, sí, gente bien preparada y bien dispuesta.
Esta gran noticia pone el reflector sobre Uruguay. Y habrá que aprovecharlo, mostrando al mundo cómo este pequeño país —además de poblar al mundo con excelentes jugadores de fútbol— también puede hacerlo con excelentes profesionales y emprendedores.
Es altamente probable que esta inversión sea acompañada de un “efecto derrame”, donde otros fondos vengan atraídos por esta noticia y canalicen sus inversiones en empresas y emprendimientos locales no solo vinculados al software o las TIC.
Para Uruguay, otro unicornio celeste (o, más bien, verde), puede llegar a ser la industria del cáñamo y del cannabis medicinal y nutricional, con cientos de potenciales productos derivados, como aceites, cremas, cosméticos, alimentos, bebidas o fibras textiles.
Para que este flujo de inversiones sea constante, debemos seguir mejorando el clima de negocios, con pocas y efectivas regulaciones, bajos impuestos y leyes laborales flexibles.
Es el camino que siguen los países que atraen inversiones, promoviendo empleo genuino y prosperidad. Sin embargo, muchos siguen insistiendo con el camino del “Estado presente”, altos impuestos y reglamentaciones asfixiantes.
Este es el camino que está siguiendo Argentina, un país cada día más pobre, que no recibe inversiones y del cual empresas y ciudadanos, se quieren ir, no venir. Comparemos ambas situaciones y escojamos bien.