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    Empresas rentables y sustentables

    N° 2046 - 14 al 20 de Noviembre de 2019

    , regenerado3

    La presión que tienen los managers por obtener rentabilidad, no obedece exclusivamente a la ambición de los accionistas. Los clientes, los proveedores, los gobiernos y los empleados, todos quieren recibir una mayor tajada. Esto ha llevado muchas veces a priorizar la rentabilidad del corto plazo sobre la sustentabilidad del largo plazo. Pero este enfoque está cambiando.

    La empresa es un actor social relevante en la sociedad. Tal vez el más relevante de todos, ya que son las empresas las que producen empleo, innovación, productos y servicios que nos facilitan la vida y son las que pagan impuestos para que funcione el Estado moderno.

    Hasta hace no mucho tiempo, si la empresa dedicaba dinero a cuidar el medio ambiente, colaborar con organizaciones comunitarias o crear mejores condiciones laborales, era visto como un gasto. Hoy en día es cada vez más visto como una inversión, que puede medirse con indicadores duros y blandos.

    Nada menos que el índice de Promedio Industrial Dow Jones (que mide la variación del valor de las acciones de las más importantes empresas industriales que cotizan en Wall Street), también participa en la elaboración del Índice de Sustentabilidad, junto con la empresa RobecoSAM, que mide no solo la rentabilidad, sino cómo la empresa es gobernada, su relación con el medio ambiente, la comunidad y el trato que da al personal.

    Todo suena muy lindo, pero no es fácil implementarlo. Pensemos primero en el entorno personal o familiar. Sabemos que los productos orgánicos son más sanos y sabrosos que los no orgánicos. Pero suelen ser más caros. ¿Cuál pone en su carro del supermercado? La energía solar también es más sustentable, pero… ¿cuántos están dispuestos a invertir en paneles solares que se amortizan en varios años?

    Si a nivel personal nos cuesta tomar estas decisiones, imagine lo que es a nivel empresarial, donde accionistas, clientes, empleados y otros stakeholders quieren ver sus beneficios ¡ya! y no dentro de algunos años.

    Pero nuestras conductas cambian cuando cambian nuestras creencias o paradigmas. Hoy los consumidores (de cualquier nivel de poder adquisitivo), somos más conscientes de los beneficios de consumir productos sanos; los empresarios saben que es mejor hacer negocios con empresas transparentes y bien gestionadas; así como valoramos al personal comprometido y capacitado.

    Hoy la tecnología nos permite recorrer este camino de sustentabilidad sin sacrificar beneficios (y, en definitiva, poner en riesgo a la empresa misma), y poder crear ambientes laborales más placenteros, productos de mejor calidad, cuidando de los empleados y del entorno.

    El gran desafío es no transformar esta buena idea en algo lírico o en un despilfarro de dinero, sino entender las relaciones causa-efecto, que se traducen en clientes más satisfechos (que compran más), empleados más motivados (que trabajan mejor) y accionistas más confiados en que su inversión no es una apuesta, sino un apalancamiento más seguro a futuro.