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    En busca del destino (II)

    Columnista de Búsqueda

    Nº 2216 - 9 al 15 de Marzo de 2023

    La columna pasada reflexionamos sobre la llamada “crisis de los 40”, sus implicancias y cómo las empresas y las personas podemos tomar acciones para acompañar este proceso, que en mayor o menor medida afecta la carrera profesional y personal de un gran número de individuos.

    Hace unos años conocí a Ben Whittaker, un exempresario de 79 años, ejecutivo exitoso del mundo del marketing y las ventas, que había enviudado hacía tres años. Lo escuché decirme que “la jubilación es un trabajo de creatividad continuo e implacable”. Más adelante en la conversación y hablando de cómo manejar su tiempo libre y desocupado me dijo: “Acepto que me gustó la novedad, era como faltar a clase, pero al tiempo me cansé. Vi que la clave era seguirme moviendo. No me malinterpretes, no soy una persona infeliz. Hay un vacío en vida y necesito llenarlo”.

    En realidad, Ben Whittaker no es otro que el personaje que interpreta Robert de Niro en la película Pasante de moda (The Intern), en la que el actor hace de un ejecutivo retirado de 70 años que tiene la necesidad de seguir sintiéndose activo, pertenecer a un grupo en el que agregue valor y continuar (¿o estirar?) su carrera profesional de alguna forma.

    Tengo el privilegio de trabajar con un grupo de más de 25 personas que viven o han vivido esta etapa de retiro de la vida laboral activa, luego de los 60. Como otros, experimentan una mezcla de vacío existencial con unas profundas ganas de seguir sintiéndose vigentes, queriendo aportar a los demás lo que tanto han recibido en su vida profesional. El problema: muchas veces no saben cómo ni dónde hacerlo.

    Estamos inmersos en estos días en una discusión política sobre un proyecto de ley que habla de la prolongación de la edad de jubilación. Sin entrar en análisis ni posturas políticas, debemos estar convencidos de que la esperanza de vida de los seres humanos aumenta a medida que pasa el tiempo. Producto de las mejoras en la ciencia, los medicamentos y la alimentación, las personas tendemos a vivir más. Yuval Noah Harari, autor de Homo deus y Homo sapiens, entre otros libros, sostiene que así como la esperanza de vida se duplicó en el siglo pasado es esperable que para fines de este siglo la esperanza de vida esté situada cerca de los 150 años. Faltan para eso solamente 80 años, por lo cual este problema solo puede incrementarse si no lo atendemos de manera activa.

    Es innegable que estamos en un momento de la historia laboral en el que muchos Baby Boomers se están retirando de sus extensas carreras, muchas de ellas con cargos de alto poder que han encontrado muy gratificantes y que en cierta forma han sido fundamentales para la construcción de su propia identidad. A medida que se acercan a la llamada edad de jubilación, están listos (o más bien obligados a estarlo) para dejar sus profesiones de larga data y están algo ansiosos por lo que sigue. Sus preocupaciones no son por lo general de tenor financiero, sino que tienen que ver con dimensiones existenciales y de propósito ¿Cómo puedo reinventarme con éxito al dejar atrás mi carrera? ¿Cómo es la siguiente fase para mí? ¿Cómo puedo asegurarme de no aburrirme?

    Las empresas, y quizás la sociedad en su conjunto, tenemos la obligación de enmarcar este proceso. Mucho más que ayudar a planificar una jubilación, quizá la clave esté en cómo es el diseño de su próxima fase vital. Entenderlo de esta manera genera una visión menos pasiva de esta dimensión y crea un proceso mucho más centrado en la persona, haciéndola protagonista de su destino.

    Los invito a pensar juntos una gama de posibilidades, intentando hacer este proceso un poco más evolutivo que definitivo y reforzando la idea de que quienes lo transitan deben ir sentados en el asiento del conductor y no como pasajeros viajando a un destino acordado de antemano. Aquí van algunos consejos que pueden ayudar a que “diseñar su próxima fase” sea una experiencia más fluida y satisfactoria.

    Darle un nombre.

    Muchas veces al tener conversaciones con personas que están en esta situación les pregunto cómo quieren nombrar este camino. ¿Cuál es la palabra que deberíamos usar cuando hablamos de esta etapa? Algunas cosas que surgen son “mi última carrera”, “mi momento de devolver”, “tiempo de disfrutar haciendo”. Lo cierto es que ponerle un nombre ayuda a buscar las herramientas y tareas necesarias para caminar ese sendero.

    Nombrar el próximo capítulo es el primer paso para tomar control sobre él, para hacerlo personal y propio. Al nombrarlo usando su idioma, su léxico, la persona encuentra la claridad de lo que significa esta próxima fase para ella. El nombre no debe tener sentido para todo el mundo, solo tener sentido para quien está involucrado en el proceso.

    Darse tiempo para deshacerse de la piel vieja.

    Cuando las personas se alejan de una carrera de alta adrenalina y dedicación, se ven tentadas a impulsar un cambio de inmediato. Es como si creyeran que una sobredosis de actividad aliviaría la sensación de pérdida y desorientación que surge al salir de la rutina.

    En cambio, permitir que el tiempo y el espacio aterricen desde la experiencia lleva a reconocer que necesariamente habrá un proceso de duelo por la antigua identidad. Hace unos años, hablando con Horacio Hughes, quien fuera por muchos años el gerente general de OCA, me dijo algo que me marcó mucho: “Antes yo era Horacio de OCA. Todo el mundo me atendía el teléfono si lo llamaba, era quien yo era. Ahora no logro que algunas personas me respondan un WhatsApp”. Hoy a casi tres años de esa charla, si bien por momentos hay cierto resabio sobre ese aspecto, lo he visto transitar un proceso de despojarse de su antigua identidad, permitiéndose a sí mismo un espacio donde reencontrarse. En realidad, y esta es una conclusión mía, creo que él tiene claro que no es Horacio de OCA, sino simplemente Horacio.

    Imaginar un nuevo mundo de plenitud.

    Una herramienta que encuentro útil es un círculo que tiene seis rebanadas, como un queso. En cada una de ellas están las dimensiones que nos ayudan a ser personas más plenas. Me gusta llamarla “la rueda de la vida”. Las dimensiones son: el mundo mental, el mundo espiritual, la contribución que cada uno quiere hacer en este mundo, el mundo de las relaciones personales y la relación con el mundo material. Un ejercicio útil es revisar cada categoría y escribir (a veces es mejor dibujar) su visión para cada una. ¿Dónde se encuentra ahora en esta área y hacia dónde le gustaría llevar esto en su transición? Puede ser un proceso interesante hacerlo con la pareja o el cónyuge. Después de todo, las reinvenciones son un deporte de equipo.

    Empezar con experimentos.

    Al igual que con cualquier proceso de diseño, la creación de prototipos es una forma útil de ver qué funciona y qué no. Si la opción es mudarse a vivir en Punta del Este, empezar alquilando una casa en pleno invierno es una primera prueba de concepto. Si las ganas son de transformarse en mentor, quizás se pueda comenzar con los hijos de alguna amiga o colega para ver cómo es la experiencia antes de enrolarse en una universidad o en una red de mentores. Hay personas que no se sienten cómodas con la incertidumbre y el estado intermedio de no tener un plan firme. Para aquellos que anhelan la estructura, recomiendo elegir dos o tres cosas específicas para explorar, establecer un período de tiempo específico para esta fase y luego crear un calendario de actividades. Se podría pensar como que el nuevo trabajo es crear un prototipo de estos dos o tres intereses o posibilidades específicas.

    Asóciate con tu pareja.

    Si un CEO o una CEO tiene una pareja, es fundamental “alinear las expectativas”, para aplicar un término comercial a un entorno familiar. Si su pareja ha estado esperando pacientemente y ahora quiere viajar y usted quiere volver a trabajar, ahora es el momento de desarrollar un plan compartido y respaldado por su familia, o al menos entendido por ella. He visto cómo las parejas se tornan claves en estos momentos, siendo sostén, muchas veces interpelando y otras acompañando silenciosa y generosamente el proceso.

    Devolver.

    Hay una frase que no se le ha atribuido a nadie que dice: “Sé el adulto que necesitabas cuando eras niño”. Hace unos años escuché a William Weldon, expresidente de Johnson & Johnson, decirlo mejor en términos del retiro. En una entrevista mencionó que el lado filantrópico de la jubilación “brinda una recompensa psíquica y un reembolso mucho mejor” que cualquier otro tipo de recompensa o salario que recibamos en nuestro trabajo. Hay un sinfín de empresarios y emprendedores jóvenes que anhelarían una hora de conversación con un exgerente general de una gran compañía, tener su consejo y su mirada experimentada. La generosidad es una gran forma de vivir el retiro de manera gratificante y significativa para los demás.

    A los que no la vieron, les recomiendo buscar Pasante de moda en alguna de las plataformas de películas disponibles y presenciar la espectacular experiencia de este “retirado” de 70 años que transforma a la empresa, a su directora y a todo el equipo de trabajo.

    En palabras del propio personaje, los músicos no se retiran, simplemente paran cuando no tienen más música para tocar.