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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPériphérique Nord, del director portugués Paulo Carneiro (Lisboa, 1990), es una delicada, magnética y estimulante película sobre la pertenencia, la identidad y la emigración. También es una película repleta de autos personalizados. La protagonizan los coches, sus dueños y el propio Carneiro, quien aparece delante de una cámara que sabe cómo adentrarse, retratar y embellecer vehículos cuyos responsables exclaman por una atención más allá de las luces de neón y los motores estruendosos.
La película, que se estrenó el jueves 27 en varios cines de Montevideo y que luego se exhibirá en el interior, resulta de un ensamble. El punto de partida es el de una obra documental: se registra a un grupo de personas (inmigrantes portugueses) en un lugar (Suiza) y bajo una consigna: su pasión por los autos y el tuning. Pero no se queda ahí. Hay también elementos de ficción y un impulso por desviarse de un cine sobre la realidad que pone el foco en lo captado y no en cómo se captura.
Fue durante su conversación con Búsqueda que Carneiro remarcó su fastidio con cierta “pereza” del cine documental que prioriza la temática antes que la narrativa. “Parece que a veces cuando hablás de un documental es una excusa para presentar una pobreza de medios o no tener un punto de vista. El cine que me interesa a mí es uno que sí se preocupa por cosas. El cine no es contar historias, es la forma como las cuentas”.
La forma que prima en el caso de Périphérique Nord es la de un encuentro. Carneiro, quien también se declara un amante acérrimo de los autos, aparece en su propia película como el moderador de una serie de conversaciones. Una gran parte se desarrolla bajo una misma construcción estética: con una cámara fija, el plano muestra un auto y a su o sus dueños. No hay primeros planos sobre los rostros, aunque sí algunos que acentúan detalles de la carrocería. Todos los participantes son presentados por un título sobreimpreso en la pantalla con sus nombres, seguido del modelo y año de sus coches.
“Aki Kaurismäki dice: ‘En cada auto está la personalidad de su dueño’. Como yo tengo un auto que me encanta, quise entender el porqué de esta relación”, señaló.
En principio, las conversaciones tienen al auto como disparador. Sobran las preguntas alrededor de tamaño objeto. Se puede hablar de su origen, sus arreglos e intervenciones a lo largo del tiempo y, claro, de su futuro. El atractivo en Périphérique Nord se encuentra en cómo esos autos se convierten en un mero puntapié de historias más personales que dejan entrever cuestiones más profundas. Entre líneas aparecen testimonios sobre una búsqueda de comunión, la necesidad de compartir y de sentirse arraigado, con cuatro ruedas mediante, de una tierra a la que se llegó desplazado.
Carneiro comienza a lo largo de la película a buscar lo que no parece estar a simple vista. Con escenarios que recuerdan a la desolación de las pinturas nocturnas de Edward Hopper, el espectador comienza también a demandar a los ojos a ver más allá de la primera capa del plano. Los coches, usualmente inmóviles, quedan rodeados de personas paradas e inquietas que se abren bajo un paralelismo evidente: así como han reconstruido sus automóviles, también lo han hecho con sus vidas fuera de Portugal.
Al momento de recordar los orígenes del proyecto, Carnerio se remonta hacia atrás. Cuando era niño, en los pueblos de su padre y madre, solía toparse con migrantes que volvían con autos de alta gama o tuneados. Él mantenía su mirada en ellos y, hasta hoy, al recordarlo, lo hace sonriendo. “Del interior de Portugal se fue mucha gente. Económicamente durante la dictadura, la más larga de Europa, fue un país muy pobre. Entre los 50 y 80 se da una emigración hacia los países del norte como Francia, Alemania, Luxemburgo y finalmente a Suiza”, contó.
Su propia llegada a Suiza, y su acercamiento a la comunidad de portugueses, se dio con Carneiro ya entrado en su carrera como cineasta. Tras estudiar sonido y trabajar en cine en roles como montajista y asistente de dirección, y estrenar su primera película, Bostofrío (2018, exhibida en Cinemateca), en la que investigó la historia de su pueblo y de su abuelo, un periodista le hizo una interrogante que lo marcó: “Paulo, después de filmar un pueblo en Portugal, ¿qué sigue?”. La respuesta, dijo, le vino de forma inmediata. Quiso irse a la ciudad y filmarla solo de noche.
La ciudad de Périphérique Nord es, en principio, Ginebra. El director aclaró, de todas formas, que la Ginebra de su película no existe. Muchas de las escenas fueron filmadas en la célebre ciudad suiza pero también hay una “construcción geográfica ficticia”, aclaró, con escenas filmadas en otras ciudades de Suiza, Oporto y dentro de la periferia de Lisboa.
La decisión, aclaró, se debió a un impulso por construir ciudades que no existen. Ese sentimiento se ve también en la nocturnidad de la película, en donde parece no haber habitantes en toda la ciudad y el escenario queda vacío de todo acto social, permitiendo que solo se vea a los fanáticos de los fierros, sus creaciones y sus encuentros. El cineasta agregó que su película también responde a la naturaleza laboral de sus trabajadores, comprometidos con sus trabajos diurnos y con la noche como el único momento de encuentro para dar rienda suelta a su pasión.
Aunque afirmó que inicialmente concebía a los autos bajo una concepción tradicional, como el símbolo de un éxito, en sus entrevistados los considera un statement, un hogar móvil para aquellos que no pueden trasladar su vida de una parte a otra. “Los autos son una forma de estar en comunidad. Es difícil emigrar, estar afuera y en otra cultura. No sé qué es estar integrado, pero el auto les da un sentido de pertenencia”.
Périphérique Nord tiene, además, una cuota de manufactura uruguaya. Parte del montaje estuvo a cargo del uruguayo Luciano Scherer, mientras que la música original fue compuesta por Diego Paredes. La película se estrena además bajo el sello de La Pobladora Cine, productora que conforma el cineasta uruguayo Álex Piperno, director de Chico ventana también quisiera su submarino, quien aquí integra el proyecto como coproductor y como parte del equipo de edición.
Ante un mundo en donde el auto se ha convertido en un obstáculo para la movilidad ciudadana, el cineasta sostuvo que ve algo de esperanza en el pasatiempo de sus personajes. Reconoce, en defensa de ellos, que los autos retratados suelen ser reconstruidos y no productos recién salidos de la planta. De hecho, el objetivo de una parte de la industria automotriz en trasladarse a la comercialización de autos eléctricos llevó al director hacia su próxima película, también producida por La Pobladora Cine.
Filmada en su mayoría, la película se titula A savana e a montanha y su sinopsis oficial dice: “En lo profundo del valle, enclavado en la cordillera, un siniestro sonido inquieta a un guardabosques que lleva días investigando este extraño fenómeno. Abajo en el pueblo, los habitantes locales se congregan, una guerra se vislumbra en el horizonte pero las abejas insisten en no morir”.
El cineasta la definió como una obra que será polémica, al adentrarse en una iniciativa que define como “una de las prioridades para el gobierno portugués”. Se refirió a la explotación de minas de litio que podría suceder a cinco kilómetros de Bostofrío, el pueblo de su padre, en la región Vila Real de Portugal, donde la empresa británica Savannah Resources quiere crear la mina de litio a cielo abierto más grande del continente para 2026. La película, que también será una coproducción con Uruguay, será un “western-ficción-documental”.
Pese a su desinterés por atarse a una narrativa convencional, el cineasta confía, de todas formas, en el atractivo de su cine y en especial de Périphérique Nord como una película para un público amplio. “Si hay una persona que no es cinéfila, que no tiene una relación con el cine portugués, no importa. El ritmo que tiene la película se lo da lo que pasa en el encuadre, en lo que se habla y en el movimiento de las personas. El cine que me interesa a mí es un cine que habla de una cosa grande a raíz de algo chico. Yo creo que esta no es una película de autos sino de personas y de amor”.