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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEducación, sindicalismo y Estado. Padecemos confusiones por olvidos del ayer y por omisiones de gentes que deberían saber. Es angelical en este siglo reducir un problema enorme y permanente de la cultura, a ofertas de buena voluntad (ejemplo, diputados del Frente Amplio) o encuadramientos legalistas (ejemplo, sindicalistas y dos dirigentes importantes de la oposición). Los bondadosos se ofrecen para encontrar en algún rincón olvidado un poquito de dinero para satisfacer a sindicalistas reclamantes.
Los legalistas, Mieres y Lacalle Pou, tiran la piedra sentados como buenos espectadores en el teatro. Ya antes, otros legalistas impidieron un decreto que habilitaría a allanar en la noche domicilios aplicados a la venta de drogas.
En este sentido, el legalismo, deseable desde luego, debe ajustarse a criterios uruguayos, desprendidos de consejos o resoluciones externas. El Uruguay (toda la América del Sur en mayor o menor medida) es país en formación y no ha consolidado un conjunto armonioso de leyes ajustadas a necesidades prácticas. Todavía parte sustancial de la sociedad desprecia las leyes, desprecia al Estado. Somos un país en formación. Los primeros estados organizados inventaron leyes siguiendo necesidades de agricultoras, propietarias y garantizando en concreto derechos de propiedad. La ley era comprendida y aplicada.
La situación frágil de la legalidad se refleja en enfrentamientos fuertes e incomprensiones continuas entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, a menudo también el Parlamento involucrado. Es decir, el ordenamiento legal uruguayo probablemente admita abrir criterios y en el caso actual, a propósito de decretos de esencialidad, sin preguntar opinión a Europa o a la OEA, el país nuestro tiene el deber de organizar su casa, a imagen y semejanza de los demás, aquellos que no nos avisan que van a intervenir la FIFA, por ejemplo.
El Poder Ejecutivo inevitablemente capitulará de hecho si cede a grupos de presión archiconocidos. Deberá renunciar por anticipado ante la nebulosa que nos cubre de violencia, de delitos, de ineficiencia educativa, de descoordinación entre servicios del Estado. Una espesa burocracia cierra muchos caminos.
La puja violenta, entusiasta, por el reparto de dineros en el Presupuesto Nacional no asombra, se repite religiosamente cada cinco años, pero es más entusiasta cuando el país crece y está bien administrado.
El Dr. Jorge Batlle hizo su presupuesto sin zozobra, siendo miserables los sueldos de la época. Ocurrió ayer, 16 años atrás.
Para ubicar en algo problemas sustanciales, que vienen de lejos, y relativizar la cólera de algunos “luchadores sociales”, invito a repasar temas gruesos.
1 - La educación media nació (la creación de liceos en 1912) para acoger a la élite que seguiría abogacía, medicina, notariado. Un invento aristocrático, destinado a dar lustre a la minoría. Enciclopedismo puro. Matemáticas menospreciada siempre, que nunca calzó bien en el nivel escolar. La educación física resultó marginal, pero la creación de plazas de deportes, apoyada por la ACJ, palió en algo para los varones.
2 - Una audaz experiencia educativa, enraizada en la sociedad uruguaya, fue ensayada por Pedro Figari, un intelectual mayor. (Ver colección Arte Uruguayo de “El País”). Director de la escuela de Artes y Oficios, durante 21 meses, plasmó un modelo formidable. Talleres de fundición y bronce, herrería, carpintería, escultura, alfarería, mimbre, vitrales, en total 12 talleres, atendiendo debidamente al sexo femenino. Agregó canto coral y solfeo. “Pensó en una enseñanza utilitaria y no sólo en un humanismo de lujo. Sus ideas iban por delante de la época”. Los obstáculos colocados adrede por los “clásicos” lo rindieron. Se volcó a su profesión, la abogacía, y a su pasión, el arte.
3 - La reforma está empantanada en Uruguay, frenada por el propio cuerpo docente, adherido firmemente a la matriz en que se formó. En 1954 o 55 comenzó el turno de las asambleas técnico- docentes (estatuto del docente, artículo 40). Largos torneos oratorios y continuas reclamaciones presupuestales las inutilizaron. Lo poco que se hizo, bajo liderazgo de Arturo Rodríguez Zorrilla, otro intelectual de primer nivel, quedó sepultado en el ámbito burocrático habitual, agravado por el clima predictatorial.
4 - El Estado como entidad institucional rectora sólo ha funcionado unitariamente en cortos períodos de tiempo. En el siglo anterior, Batlle y Ordóñez y algunos sucesores dispusieron libremente el uso de las fuerzas armadas, aplastaron algunas huelgas pesadas en ferrocarril y en frigoríficos, sin pedir permiso a nadie. El sobrino, Batlle Berres, ejerció liderazgo suficiente para imponer reglas de juego durante su período amplio, total unos 7 años. El Estado siglo veintiuno heredó un ordenamiento anarquizado en la educación y en otros sectores. La multiplicidad de autoridades se complicó con las autonomías educativas. Se parceló la educación, quedamos presos de particularismos y pujas sectoriales. Pequeñas minorías militantes en partidos políticos gobiernan la Universidad; los Consejos de las otras ramas quedan amarrados a la misma élite culta, incapaz de entender el veloz movimiento cultural del siglo XXI.
5 - El sindicalismo lleva más de un siglo de existencia, siempre tensionado por direcciones partidizadas. Es problema muy conocido, pero dimensionado a extremos peligrosos en este siglo XXI. En la práctica, es evidente la aspiración a cogobernar de los sindicatos, en una situación bien curiosa. Legalmente no existe ley ordenadora de los gremios y en cambio existe una práctica permisiva que los favorece. Manejan recursos cuantiosos, oficinas estatales y privadas recaudan cuotas sociales, actúan como empresarios en materias como construcción de viviendas, actúan en política internacional (reciben a diplomáticos y gobernantes extranjeros), defienden a gobiernos de otros países que les merecen afecto organizando una diplomacia paralela a la oficial y eligen delegados para integrar algunas dependencias estatales. La mandataria argentina fue saludada en términos poco decorosos por uno de los máximos dirigentes sindicales, en un acto público oficial. La consecuencia práctica es abrumadora para la sociedad: los propios asociados no conocen el uso de las amplias potestades, los organismos de control del Estado, que cuidan el uso de cada peso del Estado, carecen de autoridad para vigilar las cuentas sindicales. Son conocidos escándalos recientes, caso de un sindicalista que intervino activamente en la administración hospitalaria (Silva) sin el control del ministro del ramo (Sr. Olesker), en forma torcida, y posteriormente procesado.
Dirigentes que se apropian de la voluntad de miles de trabajadores crean por sí mismos pautas presupuestales para el Estado, se ofenden si se saltea alguna coma de sus reclamos y cuentan siempre con el beneplácito de una cantidad de trabajadores que aplauden siempre por más. Minorías pequeñas manipulan libremente a la sociedad, afectada. Buenas gentes, ante todo montevideanos, disfrutan la gloria de reclamar, holgar y aparecer en primera página de los noticiosos. ¡Dicen que enseñan a los jóvenes a luchar!
6 - Un estudio de José Pedro Barrán fue dedicado a intelectuales (y dirigentes sociales por lo tanto) en fecha de crisis aguda para el país, año 1965. Muy riguroso, muy severo, Barrán levanta más de una venda. Critica agudamente a intelectuales —políticos de 1875—, denuncia similitud de la crisis producida en el momento en que escribe con aquella dramática de 1875. “El país atraviesa otra crisis similar a la de 1875”, considera que una resonante polémica realizada en esa época, 1876, entre Varela y Ramírez, “alcanza contemporaneidad”. “Se advierte a través de todos los hechos reales y particulares del período histórico de que se trata, una secreta e íntima ligazón con nuestro presente”. Vuelve al tiempo viejo, 1875, y denuncia: “El desarraigo de que hacían gala demostraba la existencia de un imperialismo cultural. Aquí había que crear el principio de autoridad del Estado. Lo hará un dictador ante la ineficiencia de los universitarios”.
Se apoya en Pivel, quien señaló “Dos errores fundamentales: 1 - Sistemática desconfianza al Estado; 2 - El descuido consciente de los problemas materiales”.
7 - La advertencia de Barrán no alertó a la dirigencia social de 1970 de los riesgos inminentes. El drama desatado a pleno dos años después (aún antes del golpe) encontró incauta a una espléndida muchachada, carente de orientadores maduros.
En cambio, dirigentes sociales maduros del 2015 no tienen justificación para la desmesurada ignorancia ni para la carencia de pautas morales que obligan a todos los habitantes del país, más allá de ideologías y partidismos. No demuestran interés por el estudio de la compleja trama económica y social que enreda a Brasil, Argentina, Rusia, empujando ciegamente contra un equipo de gobierno eminentemente honrado, devoto de su tarea, sumamente talentoso, que debe dirigir el barco bajo grandes tempestades desatadas ya en el vecindario y en territorios lejanos. Los más profesionales en economía están acompañando con respeto al equipo de gobierno y bien merece plácemes el senador Larrañaga. Desde luego, muchos gremialistas tienen también los pies en tierra.
Silos Piedra Cueva
CI 2.027.875-2