N° 1950 - 28 de Diciembre de 2017 al 03 de Enero de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPara la mayoría de los dirigentes, hinchas y algunos gobernantes todo lo que gira en torno al fútbol debe merecer una consideración privilegiada. En ocasiones, impune. Suele recibir un tratamiento diferente a las empresas que constituyen el motor de la economía nacional y a los comerciantes que pelean con un paraguas contra el temporal de la crisis.
El fútbol ha sido desde siempre una plataforma de lanzamiento y de consolidación política o personal. Un ámbito para medrar. El especialista ecuatoriano en estudios políticos Fernando Carrión Mena advierte que en el fútbol confluyen una infinidad de disciplinas y actores: “Por eso los intereses políticos, las ciencias políticas y los partidos políticos no le son en absoluto ajenos”. Se ha convertido en una actividad para realizar proselitismo, proyectarse para otras actividades o reforzar las propias, cuando se trata de empresarios.
Alejandro Klein, un uruguayo investigador en temas de seguridad social asociado a la Universidad de Oxford, advirtió la semana pasada en El Observador que si en Uruguay no se produce una inmigración masiva, la edad jubilatoria deberá subir a los 76 años. Si eso no ocurre, “podemos llegar a un punto en que la jubilación desaparezca” porque no habrá dinero para pagarla. No lo habrá, porque la inmigración masiva es una utopía.
Esos razonamientos tienen directa relación con los menguantes recursos del Banco de Previsión Social (BPS). En 2015 Rentas Generales debió asistir al organismo con $ 11.000 millones, siete veces más que el año anterior. En 2016 la asistencia trepó a $ 14.000 millones y este año se ubicará en alrededor de $ 18.000 millones.
El desinterés y la falta de sensibilidad por esa crisis del BPS surgió, palmaria, de boca de quejumbrosos representantes de equipos de fútbol de Primera y Segunda División ante la Comisión de Deporte de la Cámara de Diputados.
Como siempre, creen que la solución es mamar de la teta del Estado, del dinero de los contribuyentes. Los presidentes de Fénix, Álvaro Chijane, y de Rentistas, Mario Bursztyn, propusieron que UTE y OSE absorban los consumos de electricidad y agua potable de los clubes para aliviar sus presupuestos.
Gustavo Vázquez, de River, pidió la colaboración de los legisladores (en buen romance, apoyo político) “si tenemos que ir a hablar con Ose y con UTE. Se trata de un monto de dinero que para nosotros es importante y nos ayuda a resolver los presupuestos y quizá para los entes no sea tanto”. Como si el Estado fuera una ONG.
Cuando se llega a ese punto es porque la situación no da para más y las acciones civiles y penales se hacen sentir.
El presidente de la AUF, Wilmar Valdez, admitió en la comisión que los clubes tienen una “morosidad importante” con el BPS por no verter los aportes de jugadores y funcionarios. Precisamente esa “importante” retención indebida los coloca al borde de un procesamiento por apropiación indebida. Para que se configure (artículo 351 del Código Penal) es necesario demostrar que en lugar de verter el dinero en las arcas del Estado el omiso “se apropia del mismo convirtiéndolo en su provecho o en el de un tercero”.
En realidad no hay mucho que demostrar. A confesión de parte, relevo de pruebas. Los propios dirigentes admiten que retienen los aportes al BPS porque sus ingresos no alcanzan para bancar los presupuestos. En consecuencia, desvían ese dinero para otros fines.
Valdez dijo que los clubes pequeños no pueden hacer frente a las exigencias del BPS, a diferencia de los clubes grandes que sí pueden y están al día con los aportes. ¿Cuáles y cuántos son los pequeños y cuál es el monto de sus deudas? La Justicia civil embargó bienes de varios de los deudores y si no se ponen al día serán rematados. Al accionar ante la Justicia el BPS cumplió con su obligación de proteger los intereses de quienes dependen de la seguridad social.
Desconozco a qué actividad privada se dedican los dirigentes de los morosos. Seguramente hay comerciantes, empresarios y profesionales universitarios. En esas actividades todos deben hacer aportes al BPS y no se les ocurre pedirle asistencia al Estado o que les condonen deudas. Si no pagan también tendrían denuncias penales y embargos.
Cuando empresarios o comerciantes arrastran balances con números negativos convocan a un concurso de acreedores o bajan la cortina para evitar más deudas.
Lo mismo (o algo parecido) debería ocurrir con los clubes. Las deudas no se pagan con la intangible emoción por una camiseta, las lágrimas por una victoria o una derrota, los relatos épicos de periodistas, ni la historia que vincula a un equipo con un barrio o una persona. ¿Cuántas empresas cerraron durante 2017 por ser deficitarias o mal administradas?: Molino Florida, La Spezia, Foto Martín, Mr. Bricolage, Fanapel, Molino Dolores y Cambio Nelson, entre las más notorias, y todas dejaron deudas y desempleados.
De los dichos de Bursztyn y de Chijane queda claro que los clubes son deficitarios sin remedio. Rentistas, admitió Bursztyn, pierde $ 70.000 en cada partido y Chijane reveló que la pérdida de Fénix es de $ 140.000 por partido. En algunos encuentros las entradas vendidas no superan las 300. Soy muy malo para el análisis cuántico y no tengo a mi amigo Mario para asistirme, pero haré un razonamiento primitivo: ¿qué farmacia, fábrica, supermercado o almacén de barrio puede funcionar sin clientes, con pérdidas semanales constantes y un presupuesto fijo?
No parece razonable que en Montevideo, donde se concentra 1,38 millones de los habitantes del país, haya 16 equipos en Primera División, 15 en Segunda División Profesional y otros 15 en la Segunda División B Nacional. Del total, solo cinco clubes son del interior.
Ahora buscan soluciones políticas para sus deudas y para que el Estado (nosotros) subsane su ineptitud para administrar. Se impone la razón del artillero: cuando los egresos son muy superiores a los ingresos nada funciona y hay que cerrar.
Debido a la participación de Uruguay en la Copa del Mundo podrán poner algunas curitas sobre el sangrado acumulado. Durante 2018 cada club de Primera División recibirá unos 155.000 dólares. Pero los mundiales son cada cuatro años y mucho antes del próximo esta historia volverá a repetirse, probablemente agravada.