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    Fogón global

    “Reflektor”, de Arcade Fire

    Es la banda de moda, en la cresta de la ola del indie rock desde su consagración en 2010 con “The Suburbs”. Pero hay muy buena madera en este fuego. Son de Montreal, la ciudad donde el francés sufre el embate anglo. Ellos, anglófonos y francófonos por igual, son la prueba: Win Butler y Régine Chassagne, la pareja creativa —marido y mujer— escriben y cantan en inglés, con escasos ornamentos afrancesados. De todos modos, son locales tanto en Nueva York, en Londres, en París, en Ibiza o en Buenos Aires, donde tocarán la semana que viene. Arcade Fire es una banda global, pero a diferencia de los demasiado virtuales Daft Punk, son de carne y hueso, y viven de gira.

    Reflektor, álbum doble editado en octubre de 2013 por Merge Records, deja claro que no es desmedido el aluvión de premios que ha caído sobre Arcade Fire, incluido el preciado Grammy al Álbum del año (por “The Suburbs”, en 2011). Mientras mil bandas pasan veinte años haciendo la misma canción, y se conforman con el cheque, el pop casi barroco de este grupo ha seducido críticos, conquistado audiencias y derretido las cabezas más férreas de todo el planeta. También han cosechado aplausos en las salas de cine: la banda sonora del filme “Her”, a cargo del grupo, recibió abundantes elogios y fue nominada al Oscar.

    Más que una banda de rock, Arcade Fire es una verdadera orquesta, en el estudio y en el estadio: al clásico combo guitarra-bajo-batería-teclado o piano, sus seis miembros, todos multiinstrumentistas, hacen sonar teclados, sintetizadores, cuerda de vientos, cuarteto de cuerdas, xilófono, acordeón, arpa, mandolina, y hasta el refinado glockenspiel y la europeísima zanfona.

    Reflektor posee una compleja textura de arreglos instrumentales y corales muy poco frecuente en el ambiente rockero. “We Exist” y “Jean of Arc” son buena prueba. A nivel rítmico, la diversidad es aún más llamativa. Hay mucho jazz, soul y música clásica en sus tímpanos, además de Bowie, Beck, Beatles, Clash y Belle & Sebastian. También es sabido su interés por sonidos afrocaribeños, especialmente de Haití —Régine es de ascendencia haitiana y Montreal es la ciudad que más haitianos acoge—, pero sería fútil encorsetar sus canciones y discos en géneros conocidos. Es mejor disfrutarlos.

    Por esas cosas de la globalización, Arcade Fire estuvo muy cerca de tocar en el festival Rock N’ Fall, en Montevideo, pero al final no pudo ser. A Danilo Astori Sueiro se le cae un lagrimón cuando cuenta que el show estuvo confirmado durante dos meses y se cayó a fin de año, no por dinero sino por una cuestión logística. Será la próxima, quizá.