Nº 2155 - 30 de Diciembre de 2021 al 5 de Enero de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa definición del Frente Amplio como “Frente Angosto” la acuñó el senador nacionalista Sebastián da Silva, como lo revela la entrevista publicada en Búsqueda la semana anterior. En cierta forma se nos adelantó al enfoque de nuestro editorial: la coalición de izquierda se está convirtiendo en un partido de “nicho” al haber elegido como su presidente a Fernando Pereira, hasta hace poco al frente del PIT-CNT.
Mirando desde cierta distancia se podría interpretar que se trata de una absorción de una entidad —el PIT-CNT— por parte de la otra —el Frente Amplio—, con todo lo que ello conlleva. Sabemos que la presidencia frenteamplista no es la única fuente de poder de la oposición, pero este avance del sindicalismo sobre esa colectividad política viene a limitar su atractivo para los sectores más moderados.
Pereira llega a través de un sistema electoral un tanto rústico que solo les interesó a poco más 130.000 militantes, de los que se quedó con cerca de 72.000 votos. Si bien contó para llegar al poder con el apoyo explícito del MPP, del Partido Comunista y de la Vertiente Artiguista, entre otros, no hay dudas de que los votos de la militancia del PIT-CNT fueron definitorios. El contubernio entre estas dos organizaciones no es una novedad, pero parece que ahora se transparenta definitivamente y, como decíamos al principio, se abroquela en un nicho de izquierda más ortodoxa.
En referencia a los números de la votación se alega que fue superior a la anterior, donde los candidatos eran aún menos interesantes. Además, eso se da en un contexto en el que el Frente vuelve a ser oposición, donde la militancia debería estar en un estado de lucha mayor que cuando fue gobierno. Por eso las cifras de votos escrutados no impresionan. No para un partido que se vanagloria de ser la primera mayoría simple y de tener la militancia más activa.
En su primer discurso como presidente electo, Pereira definió que la prioridad del Frente Amplio es el referéndum que busca derogar 135 de la LUC (Ley de Urgente Consideración), una iniciativa que supuestamente no surgió de sus líneas. Incluso lo dijo claramente: “Modestamente el Frente Amplio se va a colocar detrás de las organizaciones que convocaron”. En pocas palabras, detrás del PIT-CNT.
En la entrevista de Búsqueda, el senador Da Silva asegura que este es un error estratégico que “más temprano que tarde la izquierda lo va a padecer”. Estamos de acuerdo, pero nos preocupa que esto no sea así debido a la radicalización de las izquierdas en otros países de la región. Si la apuesta por un nicho radicalizado —poco atractivo para moderados de izquierda y menos aún para votantes independientes— resulta ser la correcta para la oposición, estamos en verdaderos apuros. Eso favorecerá un panorama de estancamiento, a favor de la limitación a las libertades individuales y de incentivo de la lucha de clases, entre otras cosas. Tenemos que sumar a este panorama el apoyo a las dictaduras de Cuba, Venezuela y quizás en menor medida a Nicaragua.
La estrategia del Frente Angosto que confirma con esta elección, donde el Partido Comunista y el MPP vuelven a ser mayoría, habla de una insistencia en fórmulas que no son más que un marketing de cierto “buenísimo” sin aplicación eficiente. Preocupa que una parte importante de los líderes políticos locales, ante la derrota en la última elección, elijan un camino que nada tiene que ver con un desarrollo positivo de la visión política ni con la búsqueda de progreso y prosperidad. Parece que —como ocurre en muchos países de la región— elegimos seguir atados a una carga que se hunde en el mar.