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    Granos tienen un abanico de opciones para los biocombustibles

    N° 1940 - 19 al 25 de Octubre de 2017

    La historia de imponer un cultivo en Uruguay nunca ha sido sencilla. Aquellos entrados en canas contarán historias de cultivos oleaginosos como el girasol o el lino con superficies sembradas importantes en la agricultura nacional. En la década de los 90 solo subsistía el girasol y en la década del 2000 quien toma el liderazgo indiscutido es la soja.

    Pero no es sino hasta la llegada de la estatal Alcoholes del Uruguay (Alur) con un plan destinado a incentivar la producción de cultivos oleaginosos que la colza (o canola) empieza su desarrollo, como para posicionarse hoy en día como el tercer cultivo de invierno en importancia en el país. Hay que reconocer que Alur en ese sentido tuvo lo que muchas veces se requiere en Uruguay: imponer un cultivo requiere del ajuste de la tecnología, desarrollar los canales comerciales y sobre todo el mercado. Se debe ser justo y reconocer el esfuerzo que esa empresa hizo en el desarrollo de la producción de colza a nivel nacional, principalmente porque hoy en día existen otros planes comerciales aparte del plan de la empresa estatal que dan más opciones al agricultor.

    Si bien el plan de Alur es el más relevante en cuanto a volumen de producción, otras empresas privadas como Barraca Erro, Kilafen y ADP han incorporado planes comerciales de colza que le dan al agricultor un amplio abanico de opciones de colocación y producción. Incluso, la finlandesa UPM ha iniciado un plan de producción de una oleaginosa similar a la colza pero no comestible. Es la ventaja de la competencia.

    Este año no ha sido el mejor para la agricultura invernal uruguaya. Desde el inicio los números no eran de lo más favorables y no había mucho de donde agarrarse para sacar algún peso. El trigo tenía un panorama complicado de precios por delante, debido a su cuadro de oferta y demanda global y regional. La cebada tiene un límite en cuanto a su capacidad de crecer porque está limitada por la demanda industrial (y tenía precios a la siembra que eran aceptables para el agricultor). Y finalmente tenemos la colza, que es la que llenaba los huecos de aquellos jugados a la siembra de cultivos de invierno y que buscaban una alternativa que les diera la certeza de una colocación y un precio transparente. La colza hoy en día es el grano que tiene el mayor abanico de posibilidades comerciales, ya que compiten tres planes distintos: uno referido a precios de la soja CME (Chicago) a mayo, menos un descuento del 11%, dos planes referidos a la colza que cotiza en la bolsa de futuros de Francia (Matif) y finalmente, un proceso de compra en el mercado disponible que opera en forma fluida.

    El agricultor tiene varias posibilidades para colocar su producción, pero debe elegir naturalmente con quién contratar el plan de producción. El mayor problema que enfrentó la colza este año fue el clima, que no permitió una adecuada implantación y luego el desarrollo del invierno tampoco fue muy conducente para una producción adecuada. Para que el lector pueda hacerse una idea general de los costos, se estima que una hectárea de colza tiene un costo directo de unos US$ 500 por hectárea (sin considerar la renta de la tierra) y se obtienen en promedio en el entorno de los 1,8 a 2 toneladas por hectárea en un buen año. A un precio de venta de unos US$ 325 por tonelada (sin tener en cuenta las bonificaciones por contenido de materia grasa) el agricultor tiene que sacar al menos 1,5 toneladas como para equiparar los costos. A como se ven las colzas en general, posiblemente termine la cuenta en un empate para el grueso de los agricultores.

    Pero las opciones de los biocombustibles no se agotan en los cultivos de invierno. Alur tiene un plan de sorgo de bajo tanino que ofrece al menos un piso de precios para una parte de la producción y que le da al agricultor la certeza de que por una parte de su producción tiene un nivel de precios que actúa como una red de contención. El sorgo de bajo tanino se compra, según el plan comercial de Alur al promedio de los meses de abril a agosto de los precios del sorgo de la Cámara Mercantil de Productos del País y por los primeros 4.000 kilos de producto, con un piso de US$ 140 por tonelada. Se trata de la única alternativa que garantiza un precio para un grano que es estratégico para Uruguay, pues es clave la incorporación de gramíneas de verano con mecanismos de contención de precios que les den certezas a los agricutlores. Si bien la capacidad de acceder al plan tiene algunas limitaciones por los costos logísticos (está pensado para abastecer a la planta de Paysandú) es igualmente una alternativa válida para los agricultores del litoral norte del país.

    (*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Universidad ORT.