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¿Se enteraron que Tyson encontró a su esposa con Brad Pitt? En realidad estaban en trámites de divorcio o algo así, dicho por el propio Tyson: “En esa época yo solía pasar por su casa en busca de sexo y luego iba a lo de mi abogado a decirle que ella me estaba robando el dinero”. Me imagino al abogado de Tyson pensando en positivo: “bueno, sería peor al revés: podría venir a mi oficina a tener sexo conmigo y terminar en lo de la ex mujer diciéndole que le estoy robando el dinero”.
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Ante la escena escalofriante de Tyson entrando a un cuarto y descubriendo a su mujer/ex—mujer en plena actividad sexual con Brad Pitt, me puse de los dos lados, o sea: todos los lados posibles. No puedo ponerme del lado de la mujer de Tyson porque jamás me casaría con un tipo que me da miedo; aunque a veces ellas lo hacen, no sé por qué, seguramente confunden el miedo con el amor; las mujeres confunden casi todo con el amor: el miedo, la compasión, la costumbre, el aburrimiento, la desesperación, un apartamento con garaje, la calefacción del auto, una suscripción anual para cinemateca, etc. Es una cuestión hormonal, supongo.
¿Qué le diría a mi mujer si la encontrara desnuda con Brad Pitt? Te felicito. No le voy a cortar las alas a la mujer que amo si consiguió seducir a un tipo como Brad Pitt. Yo, con mi mediocridad a cuestas y aferrado mezquinamente al contrato social que exige la monogamia, no le puedo cercenar semejante poroto a mi mujer. Así que si llego a mi hogar, abro la puerta del cuarto y aparece en la cama con Brad Pitt, inmediatamente levanto mi mano y pido disculpas: “perdón, no avisé que venía, mala mía, me voy y vuelvo dentro de un par de horas. Perdonen la negligencia, sigan disfrutando, que este pequeño incidente no les arruine el momento”. Eso es pensar en la pareja antes que en uno mismo, eso es respetar a la mujer. Si mi mujer es feliz, yo soy feliz, ¿y qué mujer no sería feliz con Brad Pitt al lado por un rato?
Ahora, si yo fuera Brad Pitt, o sea: no Brad Pitt sino el pata de bolsa de ¡TYSON!, y justo entra y me encuentra con su señora, lo primero que se me ocurre (traté de apelar a lo primero que se me ocurriera porque esa más o menos sería la situación), es enfrentar a la mina y decirle: “¿qué le estás haciendo a Tyson?, ¡traidora!, ¿cómo te vas a acostar con otro tipo y engañar al inconmensurable Mike Tyson, vos querés que yo te reviente?”, y en el mismo movimiento me voy vistiendo, sin dejar de recriminarle, “parece mentira, con todo lo que te dio él y vos así de ingrata, ¿Qué tiene que hacer ahora Tyson contigo, eh?, no busques desviar la culpa hacia mí, pasame el cinturón por favor, ¡acá toda la culpa es tuya, mala mujer, engañadora!, teniendo un hombre de verdad como Mike Tyson en tu casa te venís a acostar con cualquier piltrafa que encontrás por ahí, cualquier desecho humano que ni siquiera merece ser golpeado por un semi-dios como Mike Tyson, que mancharía sus manos con la lacra poco varonil con la que decidió engañarlo su esposa, la única culpable de esta falta de respeto y desprecio hacia un hombre excepcional… ¿de acá me tomo el 427 y me arrima hasta Av. Italia y Veracierto, no?... me quiero ir lo más lejos posible para no pensar en lo mala mujer que fuiste. Chau, Mike, no te dejes humillar por esta zorra, no gastes tu hombría en ella, en la heladera tenés una cervecita que compré yo, te la dejo para que la disfrutes que hace un calor bárbaro. Suerte, vamo arriba, pa lo que precises… y a vos, que Dios te perdone, ¡me da vergüenza lo que le hiciste a este prócer!”. Y sin mirar atrás me tomo el buque.