N° 1938 - 05 al 11 de Octubre de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl arranque de la primavera tiene a todo el campo caliente. Ya estamos hartos de tanta lluvia y barro. Los cultivos están feos y no se pueden hacer en tiempo y forma muchas de las labores que la agricultura requiere para un resultado satisfactorio. Para el lector de la ciudad, un buen cultivo arranca con una siembra bien realizada. El clima de momento no es el mejor y ha atrasado de manera importante las siembras de maíz, pero como es un grano de poca importancia en la agricultura nacional nadie habla mucho del asunto. Los cultivos de invierno están desparejos, pagando el precio de mucha agua y poco frío, lo que seguramente se notará en los rendimientos.
Felizmente los precios de los granos parecen darnos un modesto respiro dadas las circunstancias que enfrentamos. El último balance de oferta y demanda de granos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) no fue de lo más amigable para nuestras expectativas de precios, ya que la oferta de soja y maíz sigue siendo enorme. No es el tema que la demanda muestre signos de flaqueza (todo lo contrario), sino que la oferta de granos sigue creciendo y eso hace que las existencias se mantengan muy altas en los granos principales (soja, maíz y trigo). Esto nos enfrenta nuevamente a que para mejorar los números de la agricultura somos dependientes de que ocurra algo en el mercado que haga que los precios suban de forma significativa, especialmente la soja que es la que mueve el grueso de la agricultura.
Los cultivos de invierno están complicados porque se espera que el rendimiento sea malo (o al menos no el que se logró el año anterior) y con estos precios los márgenes que obtengan los agricultores serán escasos cuando no negativos en invierno. Las expectativas de precios para los cultivos de invierno tienen algunas oportunidades, en especial el trigo local (del que hay poco y menos aún en buenas condiciones) si las cosas en Argentina siguen complicadas con el clima. La cebada se negocia tomando como referencia el precio del trigo en la bolsa de Chicago de la posición diciembre, pero no está en su mejor momento de precios ni esperamos que repunte en forma significativa.
En la soja las cosas se pueden poner interesantes. La cosecha norteamericana llegó al 20% de avance, lamentablemente para nosotros con un rendimiento mejor al esperado y sin muchos inconvenientes de clima previstos por delante. Los problemas están en Brasil que empieza a sembrar sus primeras sojas, algo faltos de lluvias en zonas clave. Entre los dos países, se engloba el 65% de la producción mundial. De esa producción, la de Brasil es de momento una apuesta a que sacan lo que estima, en el eje de los 107 millones de toneladas. Las complicaciones del clima pueden ser un factor que nos brinde la oportunidad de que el precio de la soja repunte un poco y, con ello, aumenten nuestras chances de captar precios que nos permitan cubrir al menos los costos de producción en el corto plazo.
Todo depende de un clima que nos sea favorable a nosotros y no lo sea tanto para nuestros vecinos, en especial Brasil. Igualmente, no debemos perder de vista que a escala global las existencias a la espera de la nueva cosecha es casi 1/3 de la producción, por lo que la demanda tiene relativas certezas de que salvo que el quiebre de la producción sea de proporciones bíblicas, los precios no deberían en el corto plazo subir demasiado. Por bíblico me refiero a que Brasil tiene que sacar menos de 100 millones de toneladas como para que las cosas se pongan interesantes.
Todo indica que a menos que surja en el horizonte, algo que de momento no vemos, es poco probable que haya cambios significativos en los precios de la soja y el trigo. Conviene hacer un comentario simpático sobre cómo ven los agricultores los precios. Por motivos que ignoro, la mayoría se aferra a números redondos a los que se les rinde culto como si fuesen dioses poderosos y se arriesga todo a eso. A nadie le gustan números que no sean redondos, entonces cuando la soja empieza a subir, digamos a 345, todo el mundo le apunta a 350 dólares por tonelada. No hay ninguna racionalidad en el número, solo que si sube tiene que llegar a eso para que sea vendedor, sin ningún análisis que sustente la validez de la apuesta. Si el precio llega a 349, el gaucho no vende porque quiere que sea 350. Si llegase a bajar de 349, entonces prefiere morir con las botas puestas a aceptar algo menos de ese precio. Es una forma curiosa de ver el mercado. Así se han perdido fortunas por no aceptar algo menos de lo que se le puede exprimir al mercado. Otros dirán que por esperar el azar eso les ha dado la posibilidad de hacer una fortuna. Cuando uno mira la población total de agricultores (los que sobrevivieron al salvaje proceso de ajuste) es claro que los que ganan apuestas son los menos y en el camino quedan los que perdieron contra el mercado.
(*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Universidad ORT