N° 1936 - 21 al 27 de Setiembre de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáJulio Bocca representa la excelencia, la meritocracia y la virtud; en cambio Raúl Sendic es su antónimo: la mediocridad, el nepotismo y la ineptitud.
Julio Bocca renunció a la direccion del ballet del Sodre porque “me cansé de ser siempre el malo”, es decir: se cansó de exigir calidad, eficiencia y deseos de superación. Tuvo que luchar desde hace años, contra una manga de burócratas, sindicalistas de cuarta y haraganes, que no tenían ni ganas, ni deseos, ni ilusión, de “poner al Sodre entre los diez mejores cuerpos de baile del mundo”.
Ya Gustavo Escanlar denunciaba esta situación en una columna escrita hace siete años: “El 26 de agosto de 2010, una medida gremial dejó a los espectadores sin Giselle. Se suspendió por paro. Bocca quería hacer la función aún en contra de la disposición de los sindicalistas. Pero, a pedido de la directiva del Sodre que no quiso agitar las aguas, la función se suspendió. Después, Bocca anunció: ‘Esa fue la primera y la última vez. Si cancelo otra vez es porque el teatro se vino abajo. Si no, hago la función como sea. Y si NO, me retiro a casa muy tranquilamente’”.
Para los gremialistas del Sodre, los dichos de Bocca fueron prácticamente una declaración de guerra. Joselo López se hizo el vivillo en El Observador. Con la impunidad que lo caracteriza, preguntó, con esa semisonrisa reservada a los ganadores cuando se ponen babosos: “¿Quién? ¿Julio Bocca? ¿Y no baila Julio Bocca?”. Si COFE entregara un premio al tarado del mes, se lo llevaría Joselo López por estas declaraciones.
Pasaron siete años y todo sigue igual, o peor. Nuestra única aspiración de figurar entre los mejores, se la reservamos al fútbol, un deporte cuestionado por sus códigos cuasi mafiosos, la corrupción en sus cúpulas directivas y unos barrabravas descerebrados.
Comenta el diario La Nación de Argentina en estos días: “Bocca observa que el Sodre ‘está cómodo’, que el resto de los organismos —la orquesta, el coro, los técnicos— ‘no están subiendo la vara como el ballet’; cuenta, por ejemplo, que desde el año pasado no hay jefe de escenario y que los tiempos de la burocracia hacen que otras cuestiones tiemblen. ‘Se necesita un golpe para hacer un cambio. Ya me cansé de solucionar problemas, me cansé de gritar, de tener que ser siempre el malo de la película’”.
Julio Bocca tiene su título de maestro, ganado con horas de estuio, escenarios mundiales y éxitos resonantes. Raúl Sendic tiene un título trucho, medallas de oro truchas y jamás trabajó en su vida. Son el día y la noche.
Mientras el frenteamplismo se aferra a Sendic como una garrapata lo hace a un perro callejero, le suelta la mano al maestro Julio Bocca. Es todo un símbolo de nuestros tiempos.
Es este tipo de decisiones (seguramente vistas como menores por la inmensa mayoría) las que van marcando el destino del Uruguay.
La alternativa es de hierro: o jugamos en las grandes ligas con individuos como Bocca, o nos quedamos “en un mismo lodo todos manoseaos”, chapotenado en las turbias aguas con sujetos como Sendic, Joselo López y tantos otros miembros de “la barra”. Y todo parece indicar que los Sendic tienen más chances que los Bocca.
Esta cultura que enaltece la chatura, también afecta la gestión de las empresas y de los empresarios. Como dice Gonzalo Frasca en un post en Facebook: “si la burocracia estatal uruguaya trata a alguien del nivel de Julio Bocca así, imaginen cómo tratarán a alguien normal”.
Continúa La Nación: “Ya más relajado y seguro de que como maestro mantendrá el nivel que costó tanto conseguir, Bocca advierte con suspicacia: ‘Ojo, igual, que si los presidentes vuelven después de algunos años, ¿por qué no puedo volver en otro mandato?’”.
Sí, habrá que esperar que termine este gobierno y venga otro muy diferente para que los Bocca sean destacados y los Sendic, enterrados.
Pero no bastará un cambio de gobierno. La oposición deberá mostrarnos los Bocca que tiene en sus filas y terminar con sus propios Sendic, que también los tiene y los supo tener.