La crisis sanitaria declarada a comienzos de 2020 obligó a todas las facultades de la Universidad de la República (Udelar) a reconvertirse a la virtualidad casi de inmediato. Ahora que la pandemia de Covid-19 parece dar tregua, las instituciones terciarias retoman con diferentes ritmos y modalidades sus cursos presenciales. Sin embargo, no todos los estudiantes prefieren regresar a las aulas, ya sea por razones económicas, de cuidados familiares, dificultades físicas o de traslados. Ante esta situación, las autoridades universitarias y políticas buscan alternativas para atender los reclamos con vistas a profundizar la descentralización universitaria pero “sin perder calidad educativa”.
La iniciativa partió de un grupo de estudiantes de la Facultad de Derecho que formó en junio un “movimiento autoconvocado” en reclamo de un modelo de enseñanza “híbrido” para continuar sus estudios terciarios de forma remota o semipresencial. El movimiento Udelar para Todos se amplió en estas semanas a estudiantes de Arquitectura, Ciencias Sociales, Psicología, Humanidades, Ciencias Económicas, Veterinaria, Comunicación y Medicina, y sus promotores dicen haber reunido unas 30.000 firmas en respaldo a su pedido en una campaña iniciada en las redes sociales.
Durante estos casi dos años de experiencia virtual forzados por la pandemia, “la enseñanza a través de las plataformas digitales demostró ser un método útil para miles de estudiantes con dificultades económicas o que no tienen con quién dejar a sus hijos mientras estudian o tienen problemas de movilidad, y estarán impedidos de continuar sus carreras si ahora se vuelve cien por ciento a la presencialidad”, dijo a Búsqueda Jessica Huton, estudiante de Derecho residente en Maldonado y una de las impulsoras de la idea.
El objetivo es “favorecer la continuidad de los estudios mediante la posibilidad de asistir de manera remota a aquellas clases teóricas que lo permitan, sin perder calidad educativa”, puntualizó Huton, quien cursa segundo de abogacía en “modo híbrido” o semipresencial. “Se trata de una herramienta que no solo descentraliza la educación sino que además la hace accesible para todo el mundo”, argumentó, y agregó que también permite a unos 130 estudiantes privados de libertad cursar sus carreras y participar de las clases, además de rendir exámenes libres.
La inquietud “está en la agenda” de la Udelar y el rector Rodrigo Arim cree “atendible” el reclamo, aunque advirtió dificultades para instrumentarlo. En diálogo con Búsqueda, Arim encontró “razonable” atender la eventual extensión de la virtualidad en ciertas áreas, pero señaló que su puesta en práctica “no es sencilla” tanto por temas instrumentales y presupuestales como también de oportunidad.
“Sinceramente, no creemos que estemos ante un cambio de paradigma educativo, aunque la discusión esté instalada a nivel mundial. Las circunstancias a que llevó la pandemia fueron absolutamente extraordinarias y la universidad demostró una enorme capacidad institucional para sostener la enseñanza a través de plataformas digitales que permitieron dar continuidad a unos 2.700 cursos de grado para más de 100.000 estudiantes en cada semestre”, valoró. Pero insistió en que esto se hizo “en respuesta a la emergencia sanitaria” y no como una transformación hacia la virtualidad.
Arim también mostró preocupación por la falta de contacto personal dentro de la comunidad universitaria. “Muchos estudiantes de la generación 2020-21 todavía no conocen a sus pares”, afirmó, si bien se ha retomado la presencialidad en la mayoría de los servicios. “Hay que ser muy cuidadoso con afirmar que tendremos ofertas totalmente digitales. Vamos a hacer transformaciones relevantes en las formas que sostienen tramos de formación universitaria, pero no me animo a hablar de ‘modo híbrido’”, indicó.
La Udelar concentra al 80% de los estudiantes de las instituciones de nivel terciario. En 2021 tuvo una inscripción 12% superior a la de 2020, una cifra mayor a la de los últimos años, cuando el crecimiento anual promedio era 4,2%. Y por primera vez en casi una década creció porcentualmente en mayor medida la matrícula en Montevideo que en el interior del país.
Limar la herramienta
Los estudiantes movilizados insisten en los beneficios de la virtualidad y aducen que esa herramienta explica en parte el incremento de la matrícula de la Udelar. “Hay muchos más compañeros que empezaron a estudiar y otros que retomaron sus carreras gracias a las clases virtuales. Y si bien esta herramienta fue usada en una situación de emergencia, ahora podemos limarla y quedarnos con ella”, afirmó Huton, vocera del grupo.
Este mensaje llegó el miércoles 1º al Parlamento, donde los integrantes de la Comisión de Educación y Cultura de Diputados apoyaron por unanimidad el reclamo de la delegación estudiantil, integrada por Huton, Sofía Oliveros y Luciano Acquistapache, al considerar que si bien la decisión sobre la continuidad de la virtualidad en la enseñanza es académica, la asignación presupuestal para instrumentar esa medida es política.
“No es una disyuntiva entre la presencialidad y la virtualidad. Tampoco consideramos que deba aplicarse la virtualidad en todas las carreras y materias; no planteamos hacer clínica o consultorio en forma remota. Solo proponemos recurrir a esta modalidad en áreas teóricas que muchas veces se dictan en contextos de clases masificadas”, explicó Huton, y asintieron los diputados.
Para Sebastián Sabini (Frente Amplio), “la Udelar tendrá que tomar apuntes respecto a este planteo”, porque la virtualidad es “una herramienta muy importante que democratizó el acceso a la educación”.
Felipe Schipani (Partido Colorado) coincidió con Sabini y abogó por sistemas híbridos de enseñanza. “Si nos atenemos a la calidad educativa, uno aprende más teniendo un profesor en una pantalla que, de repente, acurrucado en el fondo de un salón con media oreja adentro”, dijo, al referirse a algunas clases abarrotadas en la Facultad de Derecho.
A su vez, la decana de Derecho, Cristina Mangarelli, también se mostró receptiva al reclamo de los estudiantes y, según supo Búsqueda, mantendrá la modalidad virtual o semipresencial en algunas materias teóricas. La medida es apoyada por todos los gremios de esa facultad.
Entretanto, varios docentes consultados por Búsqueda coincidieron en que la presencialidad y la vida universitaria son muy importantes para la dinámica institucional y la práctica de los aprendizajes, y algunos advirtieron que con la extensión del “modo híbrido” podría verse afectada la calidad educativa. También hay profesores “cómodos” que optan por dar clases virtuales pudiendo hacerlo de forma presencial, comentaron alumnos que prefieren asistir al aula. “Lo mejor es estar en clase despejando dudas con el profesor cara a cara”, opinó Josefina, que cursa primero de Arquitectura y asiste a facultad tres veces por semana.
El tema es que la modalidad de enseñanza que se adopte no afecte la calidad educativa por la falta de intercambio entre el docente y el alumno que “siempre será irremplazable”, dijo a Búsqueda Juan Cristina, el prorrector de Enseñanza de la Udelar.
Los líos
El Rectorado recibió recientemente un informe que revela dificultades en la presencialidad en algunos servicios universitarios. Los más complicados son aquellos vinculados a clínicas y al área de la salud en general, que es donde se registró un mayor retraso curricular. Según ese estudio, Medicina, Enfermería y Odontología mostraron una “afectación importante” en las prácticas que intentan subsanar. Como informó El Observador, estudiantes cursarán prácticas de Medicina en el receso por problemas generados para hacer las pruebas. Y algo parecido ocurrió en Enfermería.
Mientras Humanidades, Derecho y Ciencias Económicas mantienen una modalidad híbrida, entre clases por Zoom y otras presenciales, facultades como Veterinaria y Agronomía han ido retomando de a poco las actividades de campo y experimentales también ajustadas a las condiciones sanitarias. De hecho, difiere la situación de los servicios allí donde la formación ocurre en interacción con el sistema biológico o donde es imprescindible la clínica.
Como sea, la virtualidad o la semipresencialidad resultarán más viables en facultades como Ciencias Económicas, donde hay más contenidos que pueden ser enseñados a través de plataformas digitales, explicó el rector.
Arim recibió el viernes 3 a la delegación de estudiantes movilizada por mantener la virtualidad y explicó que la medida no es fácil de instrumentar en toda la institución. Identificó dos “líos” a considerar. Uno instrumental, vinculado a la dificultad de adaptación de la modalidad en cada carrera. Y otro presupuestal: “Todo lo hecho hasta ahora se hizo con recursos contingentes para financiar las clases virtuales”. Además, “al docente que da la clase digital y ahora vuelve al aula no le puedo pedir la misma carga horaria y remuneración si duplica su trabajo”, afirmó.
La cuestión es “no generar falsas expectativas y atender las diferencias al interior de cada carrera para identificar con precisión qué se puede sostener en plataformas digitales y qué no, sin afectar la calidad educativa”, cerró Arim.
